EL AFÁN DE RETORNAR DE LOS ECUATORIANOS, SEGÚN LAS CRÓNICAS SOBRE EMIGRACIÓN


Ecuadorians’s eagerness to return, according to emigration chronicles



Yovany Salazar Estrada, Universidad Nacional de Loja (Ecuador)

(ysalazarec2002@yahoo.es) (https://orcid.org/0000-0003-2827-8648)

Miguel Ángel Saritama Valarezo, Universidad Nacional de Loja (Ecuador)

(miguelangelsaritam@gmail.com) (https://orcid.org/0000-0003-1705-8965)



Resumen

Con base en la lectura de seis obras de crónicas sobre migración, se propone describir y analizar las causas que motivan el afán de retornar, de los emigrantes ecuatorianos. Con el empleo de una metodología de carácter cualitativo, vinculada con la sociología de la literatura, se estudia temáticas como la nostalgia por el Ecuador y los familiares que siguen residiendo en él; la condición de indocumentados de los emigrantes ecuatorianos en el país de destino; la educación formal de los hijos; y, el deseo de aportar al desarrollo del Ecuador, como aspectos que inducen el deseo de retornar, según el contenido de las crónicas estudiadas. Se analiza, asimismo, lo que les acontece a los ecuatorianos, cuando logran concretar el ansiado sueño de retorno, bien sea solo de visita o para quedarse a residir en el país. Conforme se evidencia en el desarrollo del trabajo, cuando la decisión es permanecer en el Ecuador, de forma inmediata, advienen dificultades relacionadas con las limitaciones de los programas gubernamentales que se crearon para garantizar un retorno exitoso y seguro; las dificultades para encontrar una oportunidad laboral; los cambios en el paisaje, en las personas que permanecieron en el Ecuador y en los propios emigrantes retornados; los choques culturales con quienes deben relacionarse a diario; y, el afloramiento de las contradicciones y ambivalencias derivadas de la duplicidad de afectos e identidades que experimentan los ecuatorianos retornados.


Abstract

Based on the reading of six works of chronicles on migration, we propose to describe and analyze the causes that motivate the eagerness of Ecuadorian emigrants to return. With the use of a qualitative methodology linked to the sociology of literature, we study themes such as nostalgia for Ecuador and family members who continue to reside there, the undocumented status of Ecuadorian emigrants in the country of destination, the formal education of their children; and the desire to contribute to the development of Ecuador, as aspects that induce the desire to return, according to the content of the chronicles studied. It also analyzes what happens to Ecuadorians when they realize the long-awaited dream of returning to visit or stay in their country of origin. As evidenced in the development of the work, when the decision is to remain in Ecuador, immediately, difficulties arise related to the limitations of government programs that were created to ensure a successful and safe return of Ecuadorians; the difficulties in finding a job opportunity; the changes in the landscape, in the people who remained in Ecuador and the returned emigrants themselves; the cultural clashes with whom they must relate to daily basis; and, the emergence of contradictions and ambivalences derived from the duplicity of affections and identities experienced by Ecuadorian returnees.


Palabras clave

Emigración ecuatoriana, migración de retorno, afán de retorno, migrantes retornados, crónica sobre migración.


Keywords

Ecuadorian emigration; return migration; desire to return; return migrants; chronicle on migration.





Artículo recibido:18-mar-24. Artículo aceptado: 27-may-24.

DOI: XXXXXXXXXX Páginas: 132-145






1.

Introducción

En el espacio geográfico sobre el cual se asienta la actual República del Ecuador, los movimientos migratorios, de entrada y salida, han estado presentes desde cuando hay vestigios, hace más de doce mil años y se han incrementado en circunstancias de contacto con otras culturas, como, por ejemplo, durante la invasión incásica y en la época de conquista y colonización española. Ya en la vida republicana, las sequías, terremotos y otros fenómenos naturales, que han azotado a nuestro país, así como el aislamiento y abandono en que, históricamente, se ha mantenido a los sectores rurales han acelerado la salida de ecuatorianos, desde el sector rural y pequeños poblados, hacia otras provincias, regiones y, especialmente, en dirección a las tres principales ciudades del país: Quito, Guayaquil y Cuenca.

La emigración internacional de ecuatorianos, por motivaciones económicas, si bien se origina en las primeras décadas del siglo XX, se incrementa con la crisis en la producción y exportación de los sombreros de paja toquilla, por el año de 1947. Se mantiene durante varias décadas de cíclicas crisis económicas y se dispara, hasta llegar a una masiva salida de ecuatorianos, a fines del siglo XX y principios del XXI, especialmente entre 1999 y 2004, como resultado de la conjunción de una serie de factores de carácter estructural y coyuntural (Salazar, 2015).

Luego de esta verdadera “estampida emigratoria” de ecuatorianos, por el lapso de una década, el movimiento de salida se mantuvo con cifras muy bajas; sin embargo, a partir del año 2014, como consecuencia de la severa crisis petrolera en el Ecuador, “el saldo migratorio comienza a repuntar, tendencia que se mantiene hasta el año 2017, cuando se registra una leve caída para el año 2018, y un repunte nuevamente para el 2019” (Álvarez, 2020, p. 24); las aseveraciones antes realizadas se ven confirmadas por el nuevo incremento de la “emigración de ecuatorianos hacia los Estados Unidos. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Gobierno, durante los primeros cinco meses de 2021, 56.390 personas que salieron entre enero y mayo no regresaron” (Trujillo, 2022, p. 6), es que la emigración de ecuatorianos con rumbo hacia el Norte del continente siempre va en alza; puesto que “Mientras que en 2007 residían en ese destino 523,000 ecuatorianos, al 2019, esa misma cifra se incrementó a aproximadamente 738,000” (Álvarez, 2020, p. 26). Y dentro de Estados Unidos de Norteamérica, la ciudad de Nueva York es la que más ecuatorianos ha receptado, ya que “Al 2019, cerca de 400,000 ecuatorianxs vivían con permiso de residencia en esa ciudad […]. Con esa cifra […], Nueva York se ubica en tercer lugar después de Quito y Guayaquil, como la ciudad con mayor número de población ecuatoriana” (Álvarez, 2020, p.33). Complementariamente hay que remarcar que con el advenimiento de la pandemia de la Covid 19, en cuanto se fueron reabriendo las fronteras y disminuía el miedo al virus, miles de ecuatorianos volvieron a ver en la emigración hacia el exterior la tabla de salvación ante la severa crisis, conforme lo demuestran las cifras, según las cuales hasta noviembre de 2021, “el saldo migratorio bordea los cien mil ecuatorianos que salieron y no regresaron” (Ramírez, 2021, p. 59).


1.1 Revisión de la Literatura

La emigración ecuatoriana hacia el otro destino preferido: España, luego de un leve decrecimiento, como consecuencia de la severa crisis inmobiliaria, ha vuelto a crecer desde el año 2014; puesto que “la presencia ecuatoriana en el país ibérico comenzó a repuntar: al 2018, los ecuatorianos se posicionaron como el tercer grupo migrante más numeroso después de los marroquíes y los rumanos” (Álvarez, 2020, p. 55).

De manera similar a lo ya acontecido, en otras épocas históricas y latitudes geográficas, las vivencias de los sujetos que protagonizan el desplazamiento físico procedente del Ecuador se han constituido en objeto de representación, conceptualizada por el Diccionario de la Lengua Española como la “imagen o idea que sustituye a la realidad” (RAE, 2023) o entendida como la “imitación o copia de la realidad, teniendo como requisito fundamental, la verosimilitud” (Estébanez, 1999) y han sido recreados en las más variadas expresiones de la dimensión artística de la cultura: música, pintura, teatro, cine y literatura, en sus diversos géneros: novela, cuento, testimonio, poesía, crónica y ensayo.


Emigración y novela

En la novela ecuatoriana, la alusión al fenómeno de la emigración internacional de ecuatorianos, en dirección a Estados Unidos y otros países más desarrollados del Norte del planeta, se inicia con la novela El Muelle (1933), del multifacético escritor guayaquileño Alfredo Pareja Diezcanseco (1908-1993); más de setenta años después continúa con El Inmigrante (2004), de Gonzalo Merino Pérez (1939); El sudaca mojado (s.f.), de Mauricio Carrión Márquez; y, Los hijos de Daisy (2009), de Gonzalo Ortiz Crespo (1944) (Salazar, 2015).

En correspondencia directa con el estrepitoso incremento de la emigración de ecuatorianos hacia España vendrán las novelas que representan y recrean, literariamente, este proceso de movilidad humana. Se han llegado a conocer seis novelas, cuyas tramas narrativas giran, de manera exclusiva, en torno a esta problemática social de fondo: Camas calientes (2005), del profesor quiteño Jorge Becerra (1944); La memoria y los adioses (2006), del escritor cuencano Juan Valdano Morejón (1940-2021); Trashumantes en busca de otra vida (2012), del intelectual lojano Stalin Alvear (1942); La seducción de los sudacas (inédita, 2010), de autoría del prolífico y laureado narrador, también lojano, Carlos Carrión Figueroa (1944); y, dos de las siete historias (novelas cortas) derivadas de la voluminosa ficción novelesca de Carrión, que ya se han publicado como novelas independientes: La utopía de Madrid (2013) y La mantis religiosa (2014) (Salazar, 2015, p. 18-19).


Emigración y cuento

Dentro del cuento ecuatoriano, es muy evidente la representación y recreación literaria de las causas que determinan y coadyuvan en la salida desde el Ecuador, el viaje emigratorio, la llegada a los países de destino, la permanencia en ellos, las actividades laborales de las que sobreviven, las problemáticas que los afectan, los sueños de retornar al Ecuador y los desengaños que sufren los personajes que representan a los sujetos emigrantes, cuando esta aspiración se hace realidad; los aspectos positivos que devienen de la emigración, así como los rasgos más sobresalientes de la identidad nacional, cultural, lingüística y personal, que caracterizan a los sujetos emigrantes provenientes del Ecuador. De esta clase de cuentos se ha llegado a determinar la existencia de tres cuentarios1, diecisiete cuentos que se refieren a la emigración desde el Ecuador con rumbo hacia Estados Unidos; dieciocho en torno a la emigración de ecuatorianos a España; y, cuatro cuentos que recrean la salida desde el Ecuador, con destino hacia otros países de Europa y del resto del mundo (Salazar, 2016, p. 21-22).




1. El término cuentario constituye un neologismo utilizado para referirse a un conjunto de cuentos o un libro de cuentos. En el Ecuador ha sido empleado por unos pocos cuentistas como Raúl Pérez Torres, Raúl Vallejo Corral, Raúl Serrano Sánchez y Galo Guerrero Jiménez.




El género testimonial y la emigración

En el género testimonial existen varias obras de autoría de los propios emigrantes ecuatorianos, en las que patentizan los principales avatares de su experiencia emigratoria, así́ como sus sueños y utopías que los consideran dignos de perennizarlos a través de una obra impresa. Entre las principales obras se pueden mencionar las siguientes: Veinte reflexiones de una emigrante (2005), de María Fernanda Ampuero, en torno a la experiencia emigratoria de la autora en la capital de España; Sin papeles (2006), de Rosa Lastenia Gutiérrez Mora, en la cual relata sus duras experiencias vividas durante trece años como trabajadora doméstica en la ciudad de Bonn (Alemania); La Dama es una trampa (2009), de Galo Galarza Dávila, que se refiere a las vivencias, sueños y pesadillas de los emigrantes ecuatorianos en Estados Unidos y Canadá; Rostros de la migración. Experiencias comentadas de inmigrantes colombianos y ecuatorianos en España (2009), de Javier Murillo Muñoz; Memorias de un emigrante (2004), de autoría del comunicador social cuencano Iván Matute Placencia, en donde narra su periplo emigratorio desde la ciudad de Cuenca (Ecuador) hasta Madrid y Murcia, en el Reino de España; Morir en España: testimonio de un emigrante (2008), del profesor Javier Alvarado Patiño, en la que se refiere a su periplo emigratorio y a su condición de trabajador agrícola en los campos españoles; Pasaporte español: historia de un emigrante, del economista quiteño Víctor Hugo Flores (2012), en el que relata sus diez años de experiencia emigratoria en Londres con una identidad falsa, al presentarse como ciudadano español, cuando en la realidad solo tenía la nacionalidad ecuatoriana; Me fui a volver: narrativa, autorías y lecturas teorizadas de las migraciones ecuatorianas (2014), de Diego Falconí Trávez y otros, una obra colectiva que oscila entre el ensayo, la crónica, el testimonio y las memorias y que alude a la experiencia emigratoria de los coautores del libro, en diferentes países del mundo; Cien testimonios de migrantes detenidos en BTC (2015), del sociólogo Héctor Tapia Ramírez, en torno a las inenarrables experiencias de cien migrantes que dan testimonio de sus dolorosas experiencias al querer ingresar como migrantes ilegales hacia Estados Unidos y ser recluidos en el Centro de detención para futuros deportados; Una latina en Alemania: historias de dos mundos (2015), de Margarita Borja, sobre su experiencia emigratoria en la ciudad de Leipzig (Alemania), en donde reside desde el año 2007 (Salazar, 2018, p. 21-22); y, Los estadounidenses indocumentados (2020), de Karla Cornejo Villavicencio, en cuyas páginas da cuenta de sus vivencias como emigrante, así como la de otros ecuatorianos y latinoamericanos en Estados Unidos de Norteamérica.


La poesía y la migración

En poesía, son numerosos los bardos ecuatorianos que, desde el siglo XIX, han escrito obras en torno a la migración, interna e internacional, de ecuatorianos o el exilio político; entre los más notables destacan los siguientes: Mariano Andrade (1734-1811), Pedro de Berroeta (1737-1821), Nicolás Crespo (1701-1769), Miguel Riofrío Sánchez (1822-1879), Emiliano Ortega Espinoza (1898-1974), Jorge Carrera Andrade (1903-1978), Abel Romeo Castillo (1904-1996), Jorge Enrique Adoum (1926-2009), Alfonso Murriagui (1929-2017), Gustavo Cañizares Betancourt (1950 – 2018), Benjamín Pinza Suárez (1950), Ramiro Oviedo (1952), Ivonne Gordon (1958), Gladys Rodas Godoy (1958), Marcelo Báez Meza (1969), Antonio Vidas (1974), David Barreto (1976) y Agustín Guambo (1985).


El ensayo y la emigración ecuatoriana

En el campo del ensayo, algunas obras que permiten aproximarse al problema emigratorio originado en el Ecuador son las siguientes: El perfil de la quimera (1952), de Raúl Andrade (1905-1983), que contiene el ensayo “Teoría del destierro”, en el que, desde una perspectiva nostálgica, el autor reflexiona sobre el sentido del viaje en el mundo moderno; El apocalipsis perpetuo (2002), de Alejandro Moreano Mora (1944); “Extrañamiento y literatura” (2004), de Modesto Ponce Maldonado (1938); “Grandes emigrados de la literatura ecuatoriana” (2004), de Francisco Proaño Arandi (1944); y, Leyendo la globalización desde la mitad del mundo: identidad y resistencias en el Ecuador (2005), de autoría del catedrático universitario y crítico literario estadounidense Michael Handelsman (1948).


La crónica y la emigración

El término crónica proviene del latín cronica, que a su vez se deriva del griego cronos (tiempo) y constituye un género literario, que consiste en la recopilación de hechos narrados, consecutivamente, en el orden temporal o cronológico en el que ocurrieron, ya sea en primera o en tercera persona. Desde una dimensión periodística, la “crónica, en la práctica, sería un reportaje con ínfulas literarias, conseguidas o no” (Bastenier, 2016). Existe un corpus significativo de crónicas relacionadas con la emigración internacional de ecuatorianos. A pesar de ello, todavía no hay estudios que las valoren como obras literarias o como textos que coadyuvan a la comprensión de las problemáticas vinculadas o derivadas del movimiento de personas originarias del Ecuador; motivo por el cual se considera pertinente realizar un estudio sobre las crónicas que recrean la emigración internacional de ecuatorianos; las cuales aportan a los estudiosos de este fenómeno sociológico “elementos nuevos para la investigación por la forma en que los autores exponen y reflejan la realidad histórica que toman como referencia” (Machado, 2010, p.17).


2.

Metodología

El estudio tiene como objetivo describir y analizar los factores causales que determinan y coadyuvan en la permanente presencia del afán de retorno de los emigrantes ecuatorianos, así como analizar las dificultades que debe enfrentar el sujeto migrante en el país de destino o cuando retorna al de origen. La investigación se ubica en el ámbito del análisis, valoración e interpretación de la literatura, por lo que el enfoque utilizado corresponde a la investigación cualitativa, del tipo análisis de contenido, pretendiendo caracterizar, a través de la revisión del corpus, a los sujetos migrantes, así como qué categorías intervienen en su representación.

En razón que el objetivo de la investigación se relaciona con el tipo análisis literario y al vincular el diseño bibliográfico-documental, la metodología, en conjunto, se aproxima al método de la Sociología de la Literatura, puesto que se sigue un proceso que rescata algunos pasos de la misma, aunque también se encuentra adaptada a las necesidades de la investigación socioliteraria como la que se desarrolla en este trabajo.

Con base en lo antes expresado, bien se podría decir que, para desarrollar la investigación que da origen a este trabajo, se usó el método de la Sociología de la Literatura (Ferreras, 1980), con el cual se ha logrado conceptualizar y explicar la sensación de retorno de los migrantes ecuatorianos a través de las categorías de nostalgia, la familia y las condiciones (Cornejo Polar, 1995) y vincularla a teorías de la sociología como la transculturación, el arraigo y desarraigo. A través del método de Cartografía de llegada (Flores, 2018) se reconstruye el proceso de salida, llegada y contraste por el que atravesaron los personajes migrantes que se encuentra en el corpus de las seis crónicas seleccionadas como objeto de investigación.

Una vez obtenida y organizada la información que se la consideró más pertinente para el desarrollo del trabajo se realizó un análisis de contenido, con base en la descripción del contenido literario visto desde la sociología de la literatura, el lugar de las acciones y los acontecimientos del corpus literario, para puntualizar las características más esenciales y ordenar el análisis con claridad expositiva.


2.1. Corpus de estudio

Con base en las vivencias y experiencias derivadas y/o relacionadas con la emigración internacional de ecuatorianos se han escrito varias obras, en el género de la crónica; sin embargo, se ha seleccionado aquellas que mejor explican las categorías definidas para el estudio. Me fui a volver: narrativas, autorías y lecturas teorizadas de las migraciones ecuatorianas (2014), editado por Diego Falconí Trávez (1979); Lo que aprendí en la peluquería (2011), de María Fernanda Ampuero (1976), quien, en su calidad de emigrante en Madrid, desde el 2005, corresponsal de medios ecuatorianos y latinos y “cronista de la migración ecuatoriana en España”, narra una serie de experiencias de los ecuatorianos: “desde sus conflictos sentimentales y el movimiento social en Guayaquil, hasta su acercamiento a la cultura ecuatoriana en España” (El Universo de Guayaquil, 18 de enero del 2011); Permiso de residencia (2013), de autoría de la misma María Fernanda Ampuero, que constituye “una recopilación de sus crónicas periodísticas sobre la migración ecuatoriana a España”, obra en la que relata “la doble moral de las instituciones europeas frente a su necesidad de la fuerza de trabajo corporal de las mujeres latinas mientras se dificulta su acceso a los beneficios de la documentación” (Basáñez, 2021: 136); El color de los sueños: historias de migrantes (2016), de Rocío Annabell Chimbo Barros, a través de doce textos que fluctúan entre el testimonio de los propios emigrantes y la crónica periodística, presenta un análisis sobre la emigración proveniente del Ecuador: “causas y efectos de este fenómeno dentro de las provincias de Cañar y Azuay sobre coterráneos que encontraron sus destinos en España y Estados Unidos”; Anotaciones en la otra esquina del mundo (2020), de Freddy Ayala Plazarte (1983), un libro de crónicas que, a criterio del propio autor, lo escribió “mientras vivía en Europa y recogí lugares que visité y traduje a pensamientos, resultado de la migración. A eso se le ha denominado una especie de cronismo filosófico [...]. El libro, efectivamente, habla de un pensamiento normalista sobre lugares del mundo”; y, Cuaderno de la lluvia (2021), de Miguel Molina Díaz (1992), un libro de crónicas de viajes, en las que el autor nos comparte sus visiones del mundo por donde ha transitado, como emigrante económico, becario o viajero, por el lapso de siete años, con varios parajes, con diversas posibilidades.


3.

Discusión

Luego de la lectura de las seis obras de crónicas, en torno a la emigración internacional de ecuatorianos, que se han constituido en objeto de estudio para el desarrollo del presente artículo, en este apartado se presentan y analizan las principales temáticas vinculadas con el afán de retornar al lugar de origen, que se han encontrado en el desarrollo de las mismas.


3.1. La nostalgia y el afán de retornar al Ecuador

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el retorno se refiere al “movimiento de personas que regresan a su país de origen o a su residencia habitual, generalmente después de haber pasado por lo menos un año en otro país. Este regreso puede ser voluntario o no” (López, 2019, p. 40). Obviamente que el retorno debe ser entendido como una fase más del proceso migratorio, bien sea “como parte final o transitoria para el inicio de nuevos procesos” de movilidad, dentro o fuera de las fronteras nacionales (Medina, 2024, p. 125).

Cuando el retorno es voluntario, este puede tener varias causales que lo determinan, lo motivan o coadyuvan a su concreción. Una de ellas es la nostalgia, cuyas raíces etimológicas son nostos (regreso a casa) y algia (añorar) y constituye la “añoranza de un hogar que ya no existe o que nunca existió” y se la entiende como el deseo de algo mejor, de una vida más feliz, el “anhelo indefinido de liberación frente a las dificultades del presente” o como el “anhelo doloroso de algo mejor o de retornar a una situación vivida como feliz en una época pasada” o el “ansia indefinida de evasión de las dificultades actuales” (Colás, 1999, p. 205-206). Desde esta perspectiva, la nostalgia: “es el fruto de un desgarramiento afectivo que involucra un paisaje geográfico y sobre todo un paisaje humano, en el cual se sitúa una parte de los seres queridos” (Tello, 1997, p. 149).

La nostalgia es un sentimiento muy recurrente entre quienes, por distintas circunstancias, se han visto forzados a abandonar el país de origen e ir a vivir en uno distinto, quienes experimentan una creciente nostalgia por lo que se deja en el lugar de partida: familia, casa, terruño (Dujovne Ortiz, 2002, p. 72). Esta vivencia se pone de manifiesto, porque si bien el protagonista del desplazamiento físico, en apariencia, lo puede dejar todo en el solar nativo; sin embargo, la verdad es que, como la concha del caracol, con él caminarán siempre: “unos rostros, un paisaje y unas penas, equipaje que no dejará un instante de pesar en su alma” (Valdano, 2007, p. 10); pues, como dice el narrador y ensayista ecuatoriano residente en México: Vladimiro Rivas Iturralde, el emigrante siempre será un sujeto condenado a la nostalgia, porque ha dejado atrás su historia personal, su tierra y todos los elementos que le dotaban de identidad, “ha dejado los olores y sabores del pasado, de la infancia, las voces de sus mayores. Las flores que ve, toca y olfatea en el nuevo país no son las mismas del país de origen” (Rivas, en Durán-Barba, 2011, p. 283).

Por ello, el deseo del retorno al país de origen está presente desde los momentos en que el potencial emigrante planifica el viaje de salida, de allí la expresión “irse a volver”: “que conlleva la migración, en tanto que viaje que puede ser de corta o larga duración, que es guiado por motivaciones diversas, contemplando la posibilidad del retorno” (Falconí, 2014, p. 9).

Y cuando ya se ha consumado el viaje fuera del país y el emigrante regresa de visita al Ecuador, luego de haber compartido con familiares y amistades, el viaje con dirección al país de destino resulta muy duro, difícil y hasta doloroso, tal como lo relata César, un ecuatoriano residente en España, quien manifiesta: “añoro mucho a mi país; sí, claro. Sueño con él. El año pasado que fui, lo traje en mi cabeza al regreso. ¡Cómo pensaba en él! Te vienes tocado. ¡Cuánto cuesta volver! ¡Es tan difícil todo esto!” (Murillo, 2009, p. 31).

El peso de la nostalgia entre los emigrantes, es muy gravitante en variadas circunstancias, tal como lo expresa, con mucho patetismo, la emigrante y cronista de los ecuatorianos en España, María Fernanda Ampuero, para quien la nostalgia constituye: “Un no estar en nuestra piel, un sentirse espectro, máquina, sonámbulo, un analfabetismo vital, un mitificar constante al allá y al entonces comparándolo con el aquí y ahora tan duro, tan incomprensible, tan ajeno” (Ampuero, 2014, p. 30).

Lo que acontece es que los emigrantes profesan un profundo amor por la madre tierra que los vio nacer (pachamama), de allí que sientan una inenarrable nostalgia, cuando, por motivaciones económicas o de otra naturaleza, se sienten forzados a salir del Ecuador, en el cual aún no se ha perdido del todo “la concepción de la tierra como madre […]. La tierra no puede ser imaginada más que como madre (pachamama), de ahí que se forme el sentimiento y la creencia de pertenecer y provenir de la tierra como si se tratase de una madre en realidad” (Espinosa Apolo, 1995, p. 142).

Este sentimiento de nostalgia es, económicamente, explotado, por quienes ven en él un lucrativo negocio, por esta razón surgen empresas que quieren ofrecerle algún servicio, apelando al sentimiento, al corazón, a la distancia, a la tierra de uno, a la madrecita. “Hay mucho dinero de por medio y mucha gente interesada en llevárselo al bolsillo: ellos saben que, por las cosas que no tienen precio, se paga lo que sea. La nostalgia, a fin de cuentas, también es un negocio” (Ampuero, 2013, p. 66). El sentimiento de nostalgia se manifiesta, también, en el deseo por escuchar, ya no solo en la intimidad del hogar, sino de manera colectiva, la denominada música nacional ecuatoriana, la cual se la disfruta en un coliseo ubicado en un pueblo cercano a Madrid, que se ha convertido en la capital del artista ecuatoriano y de sus seguidores emigrantes en España, cuyas presentaciones masivas se han convertido en un lucrativo negocio: “Allí se han juntado miles de voces para corear con Juanita Burbano, Segundo Rosero o Aladino aquellas canciones que remueven los pobres corazones entristecidos por la distancia. Allí se canta y se bebe y se extraña y se llora” (Ampuero, 2013, p. 65).

Este sentimiento de nostalgia se proyecta, incluso, en el deseo de los emigrantes ecuatorianos por retornar no solo al solar nativo, sino incluso a la primera infancia y a quienes lo protegieron en esa inolvidable edad de la vida: “A veces, uno no alcanza a comprender: ¿Por qué estando lejos del lugar de origen se regresa con ímpetu sobre ciertos instantes de la infancia?, donde convergen imágenes que misteriosamente estimularon lenguajes numéricos para llegar al sentido” (Ayala, 2020, p.74).


3.2. La familia y la motivación de retorno

La familia y demás seres queridos que permanecen en el lugar de origen, asimismo, constituyen una motivación coadyuvante en el afán de retornar, que siempre se encuentra presente entre los emigrantes ecuatorianos, puesto que ellos, desde el momento de la partida, son conscientes que hay alguien que siempre los está esperando: “Ella siguió el avión con los dedos aferrados a la reja hasta que se perdió en el aire. Se quedó tanto tiempo que la sombra de su poncho, de su cuerpo pequeño y su cabeza mirando para arriba siguen ahí, esperando que vuelvas” (Ampuero, 2013, p.12) y porque ante todo duele mucho el estar lejos de la familia y demás seres queridos y porque los migrantes llegan a tener plena consciencia “que ganar bien aquí no paga el estar lejos de la familia, por mucho que acá tengas un buen coche, un buen piso, hay siempre, todo el tiempo, un vacío que no lo puedes llenar con todo eso” (Ampuero, 2013, p. 101).

Como es natural que acontezca, la nostalgia no constituye el único factor causal que determina la decisión de retornar a residir en el país de origen, sino que existen otras motivaciones que inducen, a los ecuatorianos en el extranjero, para que decidan volver al Ecuador y quedarse a residir en él. Así, retomando la tipología de migrantes planteada por Schramm (2011), el tipo 2, que alude a los fracasados, para quienes “salir es más relevante que volver, por lo que toman la decisión de retornar a causa de la falta de estabilidad, de capital económico y de perspectivas en la sociedad de llegada” (Alarcón y Ordóñez, 2015, p. 73), nos permitirá explicar que, ante la permanente ilegalidad a la que están sometidos algunos emigrantes ecuatorianos en Estados Unidos, se reactualiza la idea inicial de retornar: “hasta cierto punto era hora de regresar, veinte y tres años eran bastante, ya pasó mucho tiempo […]. Hubiera sido bueno regresar con documentos, tener el acceso nuevamente a los Estados Unidos, que no se dio en mi caso” (Hill y Rivadeneira: 2014, p.108).

La formación en valores y la educación formal de los hijos constituye otra de las razones determinantes que impulsan al retorno de los emigrantes ecuatorianos, quienes expresan que más allá de las motivaciones económicas, lo que los impele a retornar es porque los hijos crecen de otra manera: “sin respeto por nada, con drogas y con una libertad que no nos gusta. No queremos que nuestros hijos se vuelvan unos macarras (pandilleros), por eso también estamos pensando en volver a Ecuador” (Ampuero, 2013, p. 111). Con similares argumentos, otra emigrante patentiza su irrenunciable decisión de retornar con su vástago al Ecuador: “El único punto al que jamás renunciaría ni he renunciado era mi prohibición de regresar a Ecuador con mi hijo, sea por trabajo, vacaciones o cambio de residencia, cuestión que ha impedido mi regreso al país” (Viteri, 2014, p. 212).

En esta misma línea de pensamiento, en el proyecto emigratorio, el retorno constituye una constante a la que no renuncian nunca jamás los emigrantes ecuatorianos, conforme se evidencia en una de las crónicas analizadas, en la cual la protagonista del desplazamiento físico originado en el Ecuador manifiesta: “me contó que permanecería cinco años en la madre patria y después retornaría a Ecuador. Su proyecto era comprar una casa, mandar dinero a sus jubilados padres y montar un negocio que le permita cuidar de ellos” (Chimbo, 2016, p. 25).

Por estas razones, aunque a los emigrantes ecuatorianos les haya ido bien en el extranjero jamás abandonan el sueño de regresar, porque existe la plena consciencia y la firme voluntad de aportar con los conocimientos obtenidos y las experiencias adquiridas en directo beneficio del Ecuador y sus habitantes, como lo expresa Elsye Suquilanda: “Quizá esta vez pueda llegar a otros lugares. Aunque debo decir que después de cuatro años quiero volver a mi Ecuador. Quizá brindar allí todo lo aprendido. He descubierto que creo firmemente en nuestra gente y en su capacidad” (Suquilanda, 2014, p. 257).


3.3. Las duras condiciones a las que se enfrentan los emigrantes

Para hablar de los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones de quienes logran concretar el sueño de retornar al Ecuador hay que distribuir a los emigrantes en dos grupos bien diferenciados. Por una parte, están quienes regresan sólo de vacaciones, de paseo, de visita, de turismo. Por otro, en cambio, están los que regresan con la intención de quedarse a vivir, de manera definitiva, en el Ecuador.

Para los emigrantes de origen ecuatoriano que regresan únicamente de visita, todo les parece de ensueño y de maravilla, desde la misma planificación del regreso, la preparación del viaje con rumbo al país, el reencuentro con familiares y amistades, las reuniones sociales, los paseos en familia, la rica y variada gastronomía ecuatoriana y la espera de una nueva oportunidad de retornar, temporalmente, al Ecuador, pues como expresa María Fernanda Ampuero:

“Quien vivió lo sabe. El resto solo puede imaginar lo que es vivir fuera de su tierra e ir apenas un mesecito al año. Esas son las vacaciones soñadas, el destino turístico inolvidable. A su lado el Caribe es un aburrido paseo… Ese es el viaje de tu vida. Los migrantes hablamos de ese mes mucho antes de viajar con la sonrisa a flor de piel […]. Fantaseamos con comidas y abrazos y playas queridas. Yo, el día antes, no duermo: el corazón me suena como una matraca loca y tengo mil cohetes en la barriga. No somos personas en esa víspera: somos organismos desquiciados […]. Apenas aterriza el avión, nos lanzamos a la puerta […]. Miras atrás y allí los ves, también destrozados: la gente que más te quiere […]. hasta que llegue otra vez el mes glorioso, el mes feliz, el mes de las vacaciones en tu tierra” (Ampuero, 2010, p. 147-149).

En cambio, entre quienes retornan al Ecuador para quedarse en él, por paradójico que resulte, la realidad es que el regreso no soluciona las contradicciones, conflictos, crisis y dubitaciones a las que se enfrentan los emigrantes ecuatorianos; puesto que en lo económico, como ha sucedido con los retornados a consecuencia de la crisis inmobiliaria de España, a partir del año 2008, incluso los resultados de las investigaciones más recientes demuestran que la falta de oportunidades laborales, para generar emprendimientos o autoempleo constituyen una de las causales que determinan la decisión de volver a emigrar y “refuerza la noción de que la migración puede ser vista como una forma de escapar de la falta de perspectivas y mejorar las condiciones de vida. Esto subraya la importancia de crear oportunidades locales” (Valdivieso, 2024, p. 215).

En contextos de dificultades múltiples en el país de origen, que son de dominio público porque se hacen conocer a través de los medios de difusión colectiva, cuando el sueño de retorno tiene visos de hacerse realidad, enseguida emergen las dudas y temores antes de concretarlo “—Claro que me duele irme y me da miedo: nueve años son nueve años, ¿qué voy a hacer yo allá? No tengo ahorros, nada. Además, ¿me acostumbraré de nuevo al Ecuador?” (Ampuero, 2013, p.188).

En la realidad social, un hecho de esta naturaleza es lo que le aconteció a un emigrante ecuatoriano que regresó a su ciudad de origen, con la intención de quedarse a vivir definitivamente en ella y al buscar una ocupación laboral de la que sobrevivir escucha las magras remuneraciones que le ofrecen por su trabajo: “en un concesionario de Volkswagen, le ofrecieron doscientos cincuenta dólares mensuales. En otro, de Chevrolet, aún menos. Pero solo los gastos del niño pasan de los trescientos dólares al mes —digo, jolín, yo me como la camisa con eso—.” (Ampuero, 2013, p.33), motivo por el cual, en calidad de jefe de hogar, decide reemigrar.

También causa desconcierto entre los emigrantes retornados los choques culturales que se manifiestan en las interrelaciones que se establecen con los familiares, amigos y conocidos, que siempre han permanecido en el lugar de residencia habitual, porque se producen “cambios culturales dentro del mismo país de origen, poco o nada percibidos por la población nativa; sin embargo, en la medida en que el migrante retornado nuevamente se sumerge en la cultura de Ecuador, comienza a reaprender la misma” (Medina, 2024, p.133).

Estos cambios que se advierten, tanto en el paisaje, como en el entorno familiar, comunitario y social en el que tienen que desenvolverse los ecuatorianos retornados generan dificultades y dolores, porque, en palabras de la cronista de la migración ecuatoriana en España, “Nuestra casa ya no es nuestra casa, sino un lugar que se le parece mucho (y esto lo hace más estremecedor), pero donde ya no transcurre nuestra vida, donde ya no somos titulares” (Ampuero, 2014, p. 32). De similar manera, es doloroso comprobar que los familiares, amigos y demás conocidos que quedaron residiendo en el lugar de origen ya no son los mismos como tampoco los emigrantes son los mismos, luego de haber emprendido el viaje fuera del Ecuador y por el paso del tiempo, que lo borra o lo cambia todo.

Aunque, desde otro punto de vista, es la cultura originaria, el trato cordial, los modismos en el habla y la generosidad de pensamientos y sentimientos que transmiten los que impulsan a los emigrantes, no obstante, las múltiples dificultades existentes, a sentir un profundo afecto por el Ecuador y anhelar cada día más retornar a él, aunque sea por cortos períodos de tiempo, puesto que: “me siento nada ante quien te da la mitad del plato aunque sea lo único que vaya a comer en todo el día. Me saco el sombrero ante todos los que siguen queriendo y creyendo en el país” (Ampuero, 2010, p.133).

Es preocupante, asimismo, el hecho de que con mucha distancia de los ideales y objetivos de los programas gubernamentales que emergieron en el Ecuador, con la intención de aportar a un retorno seguro y exitoso de los ecuatorianos, lejos de aprovechar las potencialidades y generar condiciones amigables para que los emigrantes retornados y sus familias cumplan con sus sueños y aspiraciones, las condiciones de vida se ven agravadas “por la incertidumbre económica y política e inseguridad del país, que, por el contrario, ha motivado una nueva masiva migración” (Chamba, 2024, p.13). Estas dificultades contextuales las experimentó un ecuatoriano que retornó al Ecuador con la intención de quedarse y luego de buscar infructuosamente las oportunidades laborales y al no encontrarlas por ningún lado tomó la decisión de volver al país de destino y radicarse definitivamente en él: “—Yo me regreso el próximo año con mis tíos, allá están mis amigos, mi familia. Nunca me acostumbré” (Ampuero, 2013, p. 48).

Finalmente se hace necesario enfatizar que el proceso emigratorio es muy complejo por cuanto, aunque los protagonistas de la salida desde el Ecuador no sean conscientes de ello, con el paso del tiempo y mientras dura el periplo emigratorio, comienzan a echar raíces en el país de destino; por ello, como expresa María Amelia Viteri: “el retorno al país natal no es el final ni la conclusión de la ruta migrante, puede ser otro inicio en donde se vive migrando: una ´des´ y ´re´ territorialización paralela, por tanto nunca completa” (Viteri, 2014, p.199).


4.

Conclusiones

Como ya se advertía en la introducción de este trabajo, los estudios que se han realizado con el propósito de analizar las interrelaciones existentes entre el fenómeno sociológico de la emigración internacional de ecuatorianos y las artes, ponen en evidencia que hay una amplia representación o recreación de la salida de ecuatorianos, en las diferentes expresiones de la dimensión artística de la cultura: artes musicales, artes plásticas, artes escénicas, artes cinematográficas y artes literarias, en sus diversos géneros: novela, cuento, testimonio, poesía, crónica y ensayo. En el género crónica se han encontrado seis obras que integran una serie de trabajos específicos que se han escrito, teniendo como referente real y base las problemáticas derivadas de la emigración internacional de ecuatorianos.

Con base en el análisis de las seis obras de crónicas que han sido seleccionadas como objeto de investigación, se concluye que existe una significativa representación o recreación literaria de los principales factores causales que determinan o coadyuvan en la permanente aspiración y, en algunos casos, decisión de retornar al país de origen, que atraviesa la vida de los emigrantes ecuatorianos, mientras permanecen fuera del solar nativo.

La nostalgia por el Ecuador y por quienes permanecen en él ocupa un lugar principal y predominante en afán de retorno que se patentiza entre los emigrantes ecuatorianos; sin embargo, también hay otros factores causales que motivan el deseo de retornar al Ecuador: la presencia de los familiares y demás seres queridos que permanecen en él, la condición de indocumentados en el Estado nacional de destino emigratorio, la formación y educación de los hijos y la voluntad de aportar con conocimientos y experiencias para forjar el desarrollo del país de origen.

En referencia a los emigrantes ecuatorianos que han logrado concretar el acariciado sueño de retornar al país de origen, para su análisis hay que dividirlos en dos grupos muy bien diferenciados: los que regresan por vacaciones, paseo, turismo o visita; y quienes lo hacen con la intención de quedarse a vivir en el Ecuador. Para los primeros todo el proceso, desde la misma planificación, les resulta de ensueño y cuando deben regresar al país de destino emigratorio enseguida comienzan a idear la nueva oportunidad de poder vacacionar y disfrutar entre los suyos en el Ecuador.

En cambio, para los ecuatorianos que retornan con la intención de quedarse definitivamente a residir en el Ecuador, de manera inmediata advienen los desengaños originados por diferentes razones: porque los programas gubernamentales que se crearon para garantizar un retorno exitoso y seguro, no funcionan o lo hacen de forma muy limitada, por falta de recursos económicos y por la deficiente coordinación entre las instituciones, entidades y organismos participantes; debido a los problemas estructurales y coyunturales que tiene el Ecuador, a los migrantes retornados les es muy difícil encontrar una oportunidad laboral que les permita sobrevivir, tanto a ellos como a sus respectivas familias; se advierten cambios, tanto en el paisaje como en las personas que permanecen en el lugar de origen y en los propios migrantes retornados; advienen los choques culturales con las personas con las que tienen que relacionarse a diario y quienes por nunca haberse alejado del solar nativo no comprenden los cambios que se han generado en los valores, comportamientos y hasta en el habla de los familiares o connacionales retornados; y, el afloramiento de las contradicciones y ambivalencias, derivadas de las experiencias, proyecciones y aspiraciones que tienen los emigrantes ecuatorianos, tanto en el Estado nacional de origen como en el de destino emigratorio.


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