EL APEGO AL LUGAR EN LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA:
UN ENFOQUE DESDE LA COMPLEJIDAD Y LA TEORÍA
ACTOR-RED
PLACE ATTACHMENT IN THE CONTEMPORARY CITY: AN
APPROACH FROM COMPLEXITY AND ACTOR-NETWORK THEORY
THEORY
Laura Valdés González
Investigadora independiente
México
laura.valdesgn@uanl.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-2071-0144
Amanda Melissa Casillas Zapata
Universidad Autónoma de Nuevo León
México
amanda.casillaszp@uanl.edu.mx
https://orcid.org/0000-0002-9993-5695
Liliana Beatriz Sosa Compeán
Universidad Autónoma de Nuevo León
México
liliana.sosacm@uanl.edu.mx
Fecha de recepción: 28 de agosto de 2023. Aceptación: 08 de noviembre de 2023.
Resumen
El fenómeno de apego al lugar se ha vuelto cada vez más complejo en el contexto de la ciudad contemporánea y la globalización. El flujo de información, ideas y estilos de vida introduce nuevas dinámicas en la formación de la relación persona-lugar, que ahora puede ser influenciada tanto por aspectos locales como por factores globales. La característica multifactorial del apego al lugar en la ciudad contemporánea ha generado un creciente interés en comprender cómo las personas se conectan emocionalmente con su entorno urbano, cómo se forjan identidades colectivas y cómo se construyen narrativas comunes en un entorno de diversidad cultural y de interacciones globales. Este artículo de investigación presenta la teoría de la complejidad y la Teoría Actor-Red como perspectivas útiles y valiosas para conceptualizar, así como comprender el fenómeno del apego al lugar, desde un enfoque multiescalar. El objetivo de este trabajo es proporcionar una revisión teórica que permita relacionar tres teorías clave: complejidad, Teoría Actor-Red y apego al lugar. En este contexto, el resultado del análisis proporciona los fundamentos necesarios para superar las barreras de conocimiento reduccionistas y fomentar un diálogo multidisciplinario que facilite la comprensión de la construcción del apego al lugar en la ciudad contemporánea. Esta contribución resulta valiosa al considerar el apego al lugar como dinámico y multiescalar, lo cual influye en la manera de analizar este fenómeno en la ciudad.
Palabras clave
Apego al lugar, sistemas complejos, Teoría actor-red, ciudad contemporánea, ensamblaje de lugar.
Abstract
The phenomenon of place attachment has become increasingly complex in the context of the contemporary city and globalization. The flow of information, ideas, and lifestyles introduces new dynamics forming the person-place relationship, which both local aspects and global factors can now influence. The multifactorial nature of place attachment in the contemporary city has generated growing interest in understanding how people connect emotionally with their urban environment, how collective identities are forged, and how common narratives are constructed in a setting of cultural diversity and global interactions. This research paper introduces complexity theory and Actor-Network Theory as valid and valuable perspectives to conceptualize and understand the phenomenon of place attachment from a multiscale approach. This work aims to provide a theoretical review to relate three key theories: complexity, Actor-Network Theory, and place attachment. In this context, the result of the analysis provides the necessary foundations to overcome reductionist knowledge barriers and foster a multidisciplinary dialogue that facilitates the understanding of the construction of place attachment in the contemporary city. This contribution is valuable in considering place attachment as dynamic and multiscale, influencing how this phenomenon is analyzed in the city.
Keywords
Place attachment, complex systems, Actor-Network Theory, contemporary city, place assemblage.
Introducción
El vínculo emocional que las personas establecen con los lugares que habitan ha despertado un creciente interés en el campo del diseño y comprensión de los espacios urbanos. El apego al lugar es un fenómeno complejo y multifacético que abarca diversos aspectos de la conexión entre las personas y su entorno, donde se involucra la interacción de emociones, conocimientos, creencias, comportamientos y acciones en relación con dicho lugar (Altman y Low, 1992; Chow y Healey, 2008). A través de la relación que establecemos con los espacios dentro de la ciudad, creamos significados que transforman dichos lugares en puntos de referencia con los que podemos desarrollar una conexión emocional, funcional, o ambas. Esto da lugar a una relación de apego.
La investigación de este fenómeno complejo y multidimensional requiere de enfoques teóricos y metodológicos que permitan abordarlo de manera integral. Este artículo se adentra en el estudio del apego al lugar desde una perspectiva que combina dos enfoques teóricos fundamentales: la teoría de la complejidad y la Teoría Actor-Red (TAR).
La complejidad, entendida como la interacción dinámica y no lineal de múltiples elementos y agentes en un sistema, ofrece un marco conceptual sólido para abordar la comprensión del apego al lugar. Se reconoce que este fenómeno no puede ser reducido a variables individuales o locales, sino que es un vínculo emocional emergente de las interacciones entre personas, lugares y contextos más amplios. La teoría de la complejidad brinda herramientas conceptuales para analizar la dinámica de estos sistemas complejos y comprender cómo se construye el apego al lugar en diferentes escalas.
Por otro lado, la Teoría Actor-Red permite entender el papel de los actores sociales y las redes de relaciones en la construcción del apego al lugar. Esta teoría resalta la importancia de considerar no solo a los individuos, sino también a otros actores como instituciones, estructuras sociales e información compartida por los medios, en la configuración de los lazos emocionales con el entorno. Al adoptar una perspectiva relacional, la Teoría Actor-Red ayuda a explorar cómo las interacciones entre actores y elementos del entorno influyen en la formación y mantenimiento del apego al lugar.
Para llevar a cabo esta investigación, se ha empleado una metodología que combina una aproximación teórica con una reflexión epistemológica en torno a los conceptos previamente mencionados. En primer lugar, se ha realizado una revisión de la literatura existente sobre el apego al lugar, la teoría de la complejidad y la Teoría Actor-Red. El análisis de los datos se centra en la identificación de patrones, temas y relaciones emergentes en los conceptos y su vínculo con el apego al lugar, a partir de los planteamientos de diversos autores clave seleccionados.
El presente artículo plantea un esbozo descriptivo, pero a la vez crítico y reflexivo sobre argumentos que consideran a la ciudad como un sistema en el cual tiene lugar el fenómeno de apego al lugar, a partir de la agencialidad de diversos actores que propician su emergencia. Se presenta un fundamento teórico que permite orientar y dar pauta a una aproximación al apego hacia el lugar desde el pensamiento sistémico y la Teoría Actor-Red.
La elección de autores como Edgar Morin (Francia), Humberto Maturana (Chile), Francisco Varela (Chile) y Niklas Luhmann (Alemania) se justifica por su sólida trayectoria en el campo del pensamiento sistémico y su relevancia también en el contexto latinoamericano, así como la vinculación de esta teoría con las ciencias sociales.
Estos autores han explorado la interrelación entre sistemas vivos, la autopoiesis, la relación entre la experiencia subjetiva y los procesos biológicos, la conexión entre la ecología y la sociedad, así como la aplicación de un enfoque sistémico para abordar desafíos socioeconómicos y tecnológicos. Su perspectiva integral y holística proporciona un marco teórico sólido para analizar y comprender el apego al lugar desde una mirada interdisciplinaria y contextualizada en el pensamiento complejo.
En la Teoría Actor-Red, se incorporan las visiones de sus principales exponentes: Bruno Latour (Francia), considerado uno de los fundadores de la teoría, cuyo trabajo ha sido fundamental en el desarrollo y difusión de esta perspectiva. Además, se consultan los planteamientos de Michel Callon (Francia) y John Law (Gran Bretaña).
Esta revisión ha permitido identificar las principales ideas y conceptos clave para establecer las bases teóricas y ofrecer recomendaciones, así como una propuesta de concepto de apego al lugar que considera estas teorías. Como limitaciones del estudio, cabe señalar que la comprensión y representación del fenómeno están mediados por las perspectivas propias de los autores y el contexto de las investigaciones consultadas.
El artículo consta de cuatro apartados. En primer lugar, se presentan las principales nociones sobre el apego al lugar y los cambios en el espacio y el diseño en las ciudades que han contribuido a replantear su definición y la manera de aproximarse a su estudio. Posteriormente, se analizan los principios centrales de la teoría de la complejidad y del pensamiento sistémico. Asimismo, se profundiza en los alcances analíticos de la noción de la Teoría Actor-Red, donde se resaltan los conceptos de “agencialidad”, así como los de “fluidos” y “redes”. Por último, sobre la base de las herramientas conceptuales analizadas, se indica cómo la incorporación del pensamiento complejo y la TAR contribuyen a sentar las bases para una aproximación a la investigación del apego al lugar en la ciudad contemporánea.
La problemática del apego al lugar en la ciudad contemporánea y un mundo globalizado
El apego al lugar es el término más comúnmente utilizado para referirse al vínculo cognitivo-emocional que se establece entre los individuos y sus entornos significativos (Scannell y Gifford, 2010). Este concepto ha generado una cantidad significativa de investigación y describe un proceso de interacción entre la persona y su entorno (Hernández, 2021). El enfoque psicológico del apego propone que todos los individuos tienen una disposición natural para establecer lazos estables, estrechos y duraderos, en los cuales puedan encontrar apoyo y consuelo que aseguren su protección y supervivencia (Bowlby, 1988).
Con respecto al apego a un lugar específico, este se presenta como una cualidad intrínseca en el ser humano, fundamental para la experiencia humana y, a menudo, subestimada. Weil (1952) captura la esencia del concepto al escribir que “la necesidad de pertenecer y vincularse es fundamental para la experiencia humana. Estar arraigado [en el lugar] es la necesidad más importante y menos reconocida del alma humana” (p. 43).
Existen muchas investigaciones que han explorado el fenómeno del apego al lugar desde múltiples escalas: casa, barrio, lugares de trabajo o religioso y, en menor medida, la escala ciudad (Berroeta et al., 2017; Hidalgo et al., 2020; Rivera, 2021; Ujang, 2017, 2018; Hidalgo y Hernández, 2001). El estudio del apego al lugar ha crecido exponencialmente en los últimos años (Lewicka, 2011) y gran parte de la justificación de este interés ha sido en respuesta a las amenazas percibidas sobre las relaciones persona-lugar. En las ciudades contemporáneas, factores como el rápido desarrollo y crecimiento de las sociedades, la gentrificación, la globalización, el aumento de la movilidad, la migración y los límites borrosos entre el entorno natural y el construido se perciben como retos o amenazas para el desarrollo de apego al lugar (Scannell y Gifford, 2010).
De acuerdo con Fitch (2019), hay autores que argumentan que el sentido de comunidad se ha ido perdiendo gradualmente en nuestras ciudades, lo que ha llevado a que se les haya despojado de su esencia y su carácter distintivo. Pero, aunque en algún momento el sentido de comunidad era un factor considerado relevante para la formación de apego al lugar, estudios como el de Savage et al. (2005) y Di Masso et al. (2019) sugieren que, en un mundo globalizado y en las ciudades contemporáneas, el papel de la comunidad en el apego al lugar es menos relevante de lo que se creía. En cambio, el apego electivo y el significado de los espacios son más importantes en la creación de una relación emocional persona-lugar.
La ciudad como elemento de poder ofrece amplias perspectivas sobre la importancia crítica de los entornos urbanos como foros para crear, mantener y cuestionar la identidad y la pertenencia. En lugar de servir como telón de fondo pasivo, los espacios en la ciudad son medios activos para definir categorías de inclusión y exclusión; en definitiva, constituyen escenarios donde las relaciones persona-lugar son constantemente reconfiguradas. La ciudad contemporánea se considera un sistema complejo. Al analizar el apego al lugar en este contexto, es relevante explorar el fenómeno desde la perspectiva de las teorías que respaldan esta corriente de pensamiento.
En fechas recientes, la necesidad de comprender este fenómeno desde diversas disciplinas ha aumentado, debido al incremento de problemas de carácter socio espacial, tales como la crisis climática mundial, el aumento de personas desplazadas, la rápida urbanización e, incluso, pandemias como la del COVID-19. Hoy en día, los investigadores de una amplia variedad de disciplinas buscan comprender los matices de la conexión emocional de las personas con los lugares.
Altman y Low (1992) así como Chow y Healey (2008) han hecho referencia a la complejidad del fenómeno del apego al lugar, más allá de definirlo como un vínculo o relación emocional. Estos autores han tratado el apego al lugar como un fenómeno multifacético y complejo que incorpora diferentes aspectos del vínculo entre las personas y el lugar, e implica la interacción de afectos y emociones, conocimientos y creencias, así como comportamientos y acciones en referencia a un lugar. Para comprender de manera integral este fenómeno, hay que adentrarse en la conceptualización del apego al lugar desde la perspectiva de dos enfoques teóricos fundamentales: la teoría de la complejidad y la Teoría de Actor-Red. Esto se hace para obtener una aproximación a este fenómeno en las dinámicas de la ciudad contemporánea.
Aproximación a la Teoría de la Complejidad
La teoría de la complejidad se enfoca en el estudio de los sistemas complejos; es decir, aquellos sistemas compuestos por múltiples elementos que interactúan de manera no lineal y dinámica. Este enfoque se caracteriza por la presencia de patrones emergentes que son propiedades del sistema y que no pueden ser explicadas por la suma de las partes individuales. La complejidad se refiere a la interacción y las propiedades emergentes de los sistemas compuestos por múltiples elementos interconectados. Aunque los componentes de un sistema pueden ser simples, la densidad de las interacciones hace que surjan gradualmente patrones y procesos más complejos (Maldonado, 2007).
El estudio de los sistemas complejos es fundamental para comprender fenómenos dinámicos en diversos campos científicos y sociales.
La teoría de sistemas complejos y el enfoque de este pensamiento se utilizan para comprender y abordar fenómenos en diversos campos como la biología, la física, la economía, la sociología y la ecología. Estos enfoques buscan comprender las relaciones y las interacciones entre los elementos de un sistema, así como los patrones emergentes y las propiedades colectivas del sistema, en su conjunto. El enfoque sistémico se basa en la idea de conectividad, relaciones y contexto, lo que significa que las propiedades de las partes sólo se pueden entender en relación con el todo.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2023), un sistema se refiere a “un conjunto de cosas que funcionan juntas como partes de un mecanismo o una red de interconexión; un todo complejo”. Si bien Aristóteles establece las ideas del pensamiento sistémico con su conocido “el todo es más que la suma de sus partes”, no se puede dejar de mencionar a otros pensadores. Por ejemplo, filósofos como Descartes, Kant y Hegel establecieron importantes lineamientos en cuanto a la interpretación de la realidad y su representación como conocimiento, que impactan significativamente en el enfoque de sistemas.
Morin (2004), uno de los principales exponentes de la teoría de la complejidad, expresa que este concepto se manifiesta en cualquier situación donde se produzca una intrincada red de acciones, interacciones y retroacciones. Al referirse a las propiedades de la complejidad, Maldonado (2007) señala que las más distintivas son no-linealidad, autoorganización, emergencia, caos, aleatoriedad, adaptación, evolución, flexibilidad/robustez, entre otras que pueden variar de un autor a otro.
De acuerdo con Morin (1999), las cualidades que surgen a nivel del sistema complejo pueden denominarse emergencias, ya que se convierten en cualidades a partir del momento en que el sistema se encuentra en su totalidad. Según el mismo autor, se pueden referir a las mismas como emergencias que surgen a nivel global, ya que se desarrollan y adquieren características a partir del momento en que existe un conjunto completo. Esta noción resalta la importancia de entender cómo las cualidades emergentes se desarrollan a partir de la interacción dinámica de los elementos que conforman un sistema complejo.
Uno de los planteamientos fundamentales sobre la emergencia es que las cualidades emergentes pueden retroactuar sobre las partes. Morin (1999) argumenta que, en un sistema complejo como la sociedad, las cualidades del todo tienen la capacidad de influir y afectar a las partes individuales que lo componen. De aquí surge la evidencia de que el todo es más que la suma de sus partes, como se refería anteriormente. Por ejemplo, a medida que la ciudad experimenta un proceso de gentrificación, se introducen cambios en la infraestructura, los servicios, el mercado inmobiliario y la cultura local. Estos cambios en el entorno urbano retroactúan sobre los individuos, al influir en su acceso a la vivienda, su estilo de vida, sus redes sociales y su sentido de pertenencia a la comunidad.
La complejidad también se relaciona con la autoorganización, que es la capacidad de un sistema para organizarse espontáneamente en estructuras y patrones sin intervención externa. Los sistemas complejos tienen la capacidad de adaptarse y evolucionar a medida que interactúan con su entorno. Maturana y Varela (1980) son conocidos por su concepto de autopoiesis, que es central en su teoría de la biología del conocimiento. La autopoiesis se refiere a la capacidad de los sistemas vivos para mantenerse y autoproducirse a sí mismos. Tanto la autopoiesis como la autoorganización destacan la capacidad de los sistemas para generar y mantener su propia estructura y funcionamiento. Ambos conceptos reconocen la importancia de las interacciones y relaciones entre los elementos del sistema, así como la capacidad de este para adaptarse y evolucionar.
De acuerdo con Ortiz (2017), a partir de las investigaciones científicas presentadas por Maturana y Varela, se derivan las siguientes afirmaciones: “Entre los seres vivos no existen interacciones comunicativas informativas o instructivas, lo que intercambian son afectos, emociones y sentimientos” y “El cimiento que genera la conducta humana que origina todo sistema socio-cultural no es racional, sino esencialmente emocional” (p. 6).
Según estos estudios, se plantea que las interacciones entre los seres vivos no se basan en intercambios comunicativos puramente informativos o instructivos, sino en la expresión y comunicación de afectos, emociones y sentimientos. Si se considera el apego al lugar desde esta perspectiva, se puede entender que la conexión emocional y afectiva que se establece entre una persona y un lugar no se limita a una mera interacción racional o cognitiva, sino que implica una relación cargada de emociones, donde los sentimientos de arraigo, pertenencia, seguridad y satisfacción juegan un papel fundamental.
El vínculo emocional que se forma con un lugar influye en las decisiones y acciones de las personas, así como en la construcción de sus identidades y la configuración de las dinámicas sociales en ese entorno específico. Las afirmaciones de Maturana y Varela donde destacan la importancia de los afectos en las interacciones entre los seres vivos invitan a reflexionar sobre cómo las emociones y sentimientos influyen en el apego que desarrollamos hacia determinados lugares y cómo estos, a su vez, moldean nuestras conductas y las dinámicas socio-culturales.
Con respecto al concepto de autopoiesis, y a través de los estudios de Luhmann (1984), un sistema social se forma como una red cerrada de comunicación en la que la sociedad se mantiene y se autoproduce como una red clausurada de creación de sentido. Según este autor, se establece una estrecha relación entre lo social y lo comunicativo, lo cual tiene vínculos con el apego al lugar. En este contexto, los sistemas sociales, donde se incluye el sistema urbano y las interacciones en un lugar determinado, adquieren un carácter autopoiético; es decir, se autorregulan y se generan a sí mismos. Esta perspectiva introduce el fenómeno interpretativo en la naturaleza de los sistemas, donde la generación de sentido es fundamental.
En relación con el apego al lugar, esta perspectiva modifica la noción clásica de sistema social. El proceso de socialización, que se había atribuido con anterioridad a las personas, se entiende ahora como un emergente de una red autopoiética de comunicación. En este sentido, el individuo participa en la sociedad, pero no es el principio explicativo del orden social.
En cambio, el individuo se considera como un sistema orgánico acoplado a una conciencia o sistema de significados compartidos. Por lo tanto, la teoría de Luhmann podría sugerir que el apego al lugar no se basa o depende únicamente del componente persona, sino que es producto de un sistema social más amplio, en el cual las interacciones y la comunicación desempeñan un papel crucial. La sociedad, vista como una red autopoiética de comunicación, influye en la creación de sentido, las normas culturales y los significados compartidos que contribuyen al apego y la identidad, en relación con un lugar específico.
De acuerdo con Maldonado (2009), en el ámbito de la complejidad, se puede afirmar que los sistemas complejos requieren de una perspectiva diferente, específicamente de una perspectiva multiescalar. Según este autor y Bar-Yam (2004), la multiescalaridad implica que un fenómeno complejo necesita ser explicado a través de diferentes escalas, y que estas escalas están estrechamente relacionadas entre sí, sin que ninguna tenga prioridad absoluta sobre las demás, de antemano. Cada escala tiene sus propias características y dinámicas, pero también está interconectada con las demás. Por ejemplo, en el caso de una ciudad, se pueden identificar diferentes escalas, como la escala urbana, la escala de barrio, la escala de manzana y la escala de edificio.
Como se ha descrito, las ciencias de la complejidad, desde su enfoque particular, su marco conceptual, sus métodos innovadores y su enfoque transdisciplinario, ofrecen nuevas perspectivas para identificar, comprender, prevenir y resolver grandes problemáticas y fenómenos. Su relevancia ha sido ampliamente reconocida y ha revolucionado campos como la física, la química, la biología y las ciencias sociales. Se abarcan áreas como la teoría de los sistemas no lineales, los sistemas autoorganizados, los sistemas adaptativos complejos, la teoría de redes, la teoría del caos y la geometría fractal, entre otros. Estas disciplinas abren nuevas posibilidades para abordar y resolver los problemas más complejos y desafiantes que enfrentamos a nivel científico y global.
Aspectos de la Teoría Actor-Red
Basado en lo mencionado previamente, se procede a la explicación de la Teoría Actor-Red de Latour (2008), la cual, desde el ámbito sociológico, busca lograr un análisis más integrado entre los seres humanos, los objetos y el entorno Esta teoría considera que los actores humanos y no humanos son igualmente importantes y que interactúan en la creación de redes, en las cuales cada elemento tiene su propia agencia y capacidad para influir en el sistema.
La Teoría Actor-Red es un conjunto de herramientas semiótico-materiales y métodos de análisis que entienden que los procesos en el mundo social y natural son el resultado de un efecto producido por redes de relaciones que se encuentran en constante ordenamiento (Farías, 2011; Law y Mol, 2008). Law y Mol (2008) consideran que es una herramienta útil para describir las relaciones entre entidades heterogéneas y que remodela a los actores que participan, en las que se incluye tanto objetos materiales, seres humanos, animales, naturaleza, desigualdades, geografía, etc. Mientras que Farías (2011) la considera como un paradigma basado en el principio de Simetría Generalizada y cuyo lema es “seguir a los actores” en el curso de vinculación mutua. Los principales representantes de esta teoría son Latour (2008), Callon (1986) y Law (2008).
Para comprender la Teoría Actor-Red en relación con el apego al lugar, es fundamental explorar el concepto de agencia. Esta noción considera que todos los elementos involucrados en una situación tienen la capacidad de influir unos sobre otros. Según Giddens (1995), la agencia se define como la capacidad de llevar a cabo acciones sin depender exclusivamente de las intenciones individuales para su realización. Dentro de esta teoría, tanto elementos humanos como no humanos son considerados actantes; es decir, entidades que desempeñan un papel en la ejecución de acciones y son fundamentales para el desarrollo de otras formas de agencia.
La Teoría Actor-Red combina actores de diversas características, ya sean humanos o no humanos, tangibles o intangibles, quienes, gracias a su capacidad de acción, establecen y transforman vínculos y asociaciones (Latour, 2008). Esto posibilita reconocer elementos con capacidad de acción en la reconexión con el territorio. Basado en el principio de simetría, evita dar una importancia a priori a cualquier entidad por sobre otra, al rescatar la diversidad de elementos heterogéneos que componen el entramado social y desechar la distinción entre naturaleza y sociedad.
Hodder (2012) refiere que esta teoría realiza una “semiótica de la materialidad” (p. 91). Esta afirmación implica que los objetos materiales tienen una dimensión semiótica, es decir, poseen signos, símbolos y significados que influyen en las prácticas sociales y en la construcción de las redes sociotécnicas. En este sentido, la Teoría Actor-Red busca entender cómo las “cosas” (de acuerdo con la denominación de Hodder) participan en la producción de significados y en la generación de acción. Se reconoce que los objetos pueden tener agencia y pueden afectar las relaciones sociales, al igual que los actores humanos. Por lo tanto, la TAR considera que el análisis de las redes en el entorno social debe incluir una perspectiva semiótica que reconozca la importancia de la materialidad en la configuración de las prácticas e interacciones sociales.
Preda (1999), en relación con los argumentos de la Teoría Actor-Red, explora cómo los objetos y las cosas están intrínsecamente involucrados en la construcción de identidades individuales y colectivas, en las prácticas sociales, en la producción de conocimiento y en la configuración de las relaciones de poder. Este autor examina cómo los objetos son mediadores de las interacciones sociales y cómo actúan como portadores de significado y valor en diferentes contextos culturales y sociales. Se argumenta que, al estudiar los objetos y las cosas, se pueden obtener nuevas perspectivas sobre la vida social, la cultura y la política, así como cuestionar las concepciones tradicionales de la agencia y la acción humana.
Las ideas planteadas por Preda (1999) sostienen que, desde la perspectiva de las relaciones cognitivas entre los actores humanos y las cosas, la distribución y transferencia de propiedades cognitivas y disposiciones en una red de dichas relaciones es fundamental en la vinculación con estos procesos. En el contexto de la TAR, se reconoce que las relaciones entre los actores humanos y los objetos técnicos son complejas y dinámicas. Esta afirmación se basa en la comprensión de que los objetos no son meros receptáculos pasivos de significado, sino que también tienen propiedades cognitivas y capacidades que influyen en las interacciones sociales y en el desarrollo del conocimiento.
En este sentido, se destaca la importancia de la distribución y transferencia de propiedades cognitivas y disposiciones a lo largo de las relaciones entre actores humanos y cosas. Esto implica que diferentes actores y objetos pueden poseer y contribuir con conocimientos y capacidades específicas en una red de relaciones (Preda, 1999; Hodder, 2012). Por ejemplo, un objeto puede tener instrucciones o información incorporada que los actores humanos pueden utilizar para realizar tareas específicas. A su vez, los actores humanos pueden generar conocimiento y estos se transfieren, a través de su interacción, con objetos y otros actores.
La transferencia de propiedades cognitivas implica que estas pueden cambiar o ser influenciadas a medida que se transmiten entre los actores y los objetos en la red. Esto puede suceder a través de procesos de aprendizaje, adaptación o negociación entre los actores involucrados. Basado en las ideas de Preda (1999), existe una codependencia práctica entre el conocimiento incorporado por los actores humanos y el conocimiento añadido por los objetos. De acuerdo con Hodder (2012), Latour habla de esta codependencia como “un trabajo de hibridación”. En el contexto de la TAR, la hibridación implica que las distinciones tradicionales entre lo humano y lo no humano se desdibujan y los actores son considerados como híbridos. Los actores humanos y no humanos se mezclan y se influencian entre sí, lo que crea nuevas formas de acción, conocimiento y poder. En lugar de considerar a los actores humanos como agentes únicos y dominantes, la Teoría Actor-Red enfatiza la agencia distribuida y la co-producción de significado y acción entre los actores.
De acuerdo con Hodder (2012), esta particularidad de la relación entre los humanos y los elementos materiales que lo rodean, como lo plantea la TAR, justifica la incorporación del concepto de dependencia en el análisis de la interpretación de las interacciones humanos-cosas o espacios. Hodder (2012) destaca una distinción planteada por Latour en la Teoría Actor-Red, donde se enfatiza que las redes tienen un significado fundamentalmente ligado a procesos de transformación y traducción. El término traducciones se refiere a un proceso fundamental en el que los actores humanos y no humanos se conectan y se relacionan entre sí. La noción de traducciones en la TAR es central para comprender cómo se establecen las asociaciones y se construyen las redes de actores.
La traducción implica la negociación y mediación entre diferentes actores y elementos de la red, a través de la cual se establecen acuerdos, se generan compromisos y se transforman los significados y roles de los actores involucrados. Implica la construcción colectiva de significados y la configuración de la realidad a través de las interacciones entre los actores de la red. Los actores humanos y no humanos participan en este proceso de traducción, ya que cada uno de ellos aporta perspectivas, intereses y capacidades distintas, y su participación es fundamental para la formación y el mantenimiento de la red de actores.
De acuerdo con Latour (2008), los objetos no solo sirven de telón de fondo para la acción humana, ni tampoco son los determinantes de la acción, como podría sugerir un materialismo determinista en el que las voluntades se subordinan al control de los objetos. Según este autor, es válido afirmar que los objetos pueden autorizar, permitir, proveer recursos, fomentar, sugerir, influir, obstaculizar, posibilitar, prohibir, entre otras acciones. Por lo tanto, si delegamos o transferimos nuestras acciones a los objetos, es necesario ampliar el principio de simetría para comprender las prácticas sociales, independientemente de si los participantes son humanos o no.
La noción de agencia, tal como se manifiesta en las redes de actantes, trasciende la esfera humana para abarcar la interconexión y la influencia mutua entre diversos elementos en un entorno determinado. Esta dinámica no se restringe exclusivamente a los seres humanos, sino que se extiende a una variedad de actantes, sean estos organismos vivos, elementos naturales o incluso objetos inanimados. Estos actantes se amalgaman en una red compleja mediante traducciones, que son los procesos mediante los cuales se establecen vínculos y se coordinan acciones entre ellos, lo que forma ensamblajes que dan forma a la red en su totalidad. Cualquier actante, ya sea humano o no humano, posee agencia al poder iniciar una cadena causal de acciones con otros actantes dentro de la red.
Esta comprensión más holística de la agencia y las interacciones entre actores en una red también influye profundamente en el apego al lugar. Las acciones y decisiones de estos actores, humanos y no humanos, contribuyen a la manera en que los lugares se transforman, se adaptan o se preservan, lo que moldea la relación que las personas desarrollan con estos entornos. Los espacios construidos son concebidos desde la relación entre sus cualidades simbólicas y las representaciones políticas presentes en su entramado. Es así como el entorno tiene la facultad de abrir, mediar y posibilitar las prácticas urbanas y cotidianas que allí se generen, además de influir en las formas de acción desplegadas dentro de la ciudad.
Conceptualización del apego al lugar desde la teoría de la complejidad y la Teoría de Actor-Red
Si se consideran los fundamentos anteriores, el apego al lugar puede comprenderse como un fenómeno emergente a partir de la interacción dinámica y no lineal de múltiples elementos y agentes en un sistema. El apego al lugar, al ser una conexión o vínculo afectivo entre personas y lugares, puede ser analizado con los siguientes conceptos de las teorías previamente presentadas bajo consideración:
Teoría de la Complejidad:
Teoría Actor-Red:
Seamon (2012, 2014) y Tuan (1974, 1977) han explorado cómo las experiencias y las interacciones en el entorno físico influyen en el apego al lugar y cómo este fenómeno emerge a través de procesos complejos de intercambio y significado. Estos fundamentos, desde la Geografía Humanista y la Psicología Ambiental, se relacionan con los planteamientos de Morin (1999), con su enfoque en la complejidad y su teoría del pensamiento complejo. Así mismo ocurre con las ideas de científicos como Gell-Mann (1995) y Kauffman (1993) sobre propiedades emergentes, retroalimentación y no linealidad que son aplicables a fenómenos sociales y culturales, como el apego al lugar.
Como se muestra en la Figura 1, desde el pensamiento complejo y la Teoría Actor-Red existen conceptos que contribuyen a fundamentar la dinámica del fenómeno de apego al lugar en la ciudad contemporánea. Este enfoque permite un acercamiento al estudio del vínculo emocional persona-lugar bajo las complejidades y dinámicas de la ciudad contemporánea.
Figura 1.
Esquema de relaciones conceptuales.
Nota. Comprensión del concepto de apego al lugar desde el pensamiento complejo y la Teoría Actor-Red.
Al considerar el apego al lugar como una forma de autopoiesis, se reconoce que esta conexión emocional no es estática ni inmutable, sino que tiene la capacidad de evolucionar y adaptarse, específicamente en las características de la ciudad contemporánea. A partir de esta analogía, el fenómeno de apego al lugar puede caracterizarse por una flexibilidad y adaptabilidad. Al igual que un sistema autopoiético busca adaptarse a su entorno, las conexiones emocionales que las personas tienen con un lugar pueden cambiar en respuesta a nuevas circunstancias y cambios en el espacio urbano. Esto puede incluir la llegada de nuevas infraestructuras, la transformación de vecindarios o el desarrollo de nuevos espacios públicos.
La adaptación del apego al lugar a las transformaciones urbanas y la resignificación de espacios en la ciudad no necesariamente implica la pérdida completa de la conexión emocional. En cambio, puede significar la redefinición de esa conexión para que siga siendo significativa en el contexto cambiante. Esto puede incluir encontrar nuevas formas de relacionarse con el lugar o reinterpretar sus significados en función de los cambios. La consideración de este enfoque enriquece la comprensión de cómo las personas interactúan con su entorno y mantienen una conexión emocional en medio de la evolución urbana.
Si se considera los conceptos del pensamiento complejo, el apego al lugar se puede caracterizar por la interdependencia y la coevolución de múltiples elementos y agentes en un sistema. Las relaciones entre las personas y su entorno se entrelazan; así, se ejercen una influencia mutua que resulta en una dinámica de transformación y evolución conjunta tanto del lugar como de los individuos. Esto refuerza la idea acerca de que el apego al lugar es un fenómeno dinámico y emergente de las relaciones en constante cambio entre las personas, las estructuras sociales, las características físicas del lugar y las representaciones culturales asociadas.
Como se establece anteriormente, desde el análisis de los sistemas complejos también se utilizan las propiedades emergentes, es decir, características o patrones que surgen de las interacciones entre las partes del sistema y no pueden explicarse únicamente por las propiedades de las partes individuales. Por lo tanto, la emergencia del apego al lugar puede ser vista como el resultado de la interacción entre los actores humanos (los individuos y las comunidades) y los actores no humanos (los elementos físicos, culturales y simbólicos del lugar). Bajo este principio, se sostiene que los actores sociales y no sociales tienen la capacidad de influir y ser influenciados por su entorno y las interacciones que tienen con otros actores.
Se puede afirmar que, en el proceso de apego a un lugar, los actantes comprenden un conjunto de elementos materiales, significativos y humanos que interactúan. Por ejemplo, los mensajes generados sobre un lugar en los medios de comunicación, las opiniones expresadas en redes sociales y los significados atribuidos a los lugares en libros, series y películas constituyen algunos de estos actantes que pueden influir en los vínculos emocionales persona-lugar. Además, los objetos arquitectónicos, el valor que un espacio tenía en el pasado, la identidad de las personas que visitan el lugar, las dinámicas de comportamiento y los elementos naturales también desempeñan roles importantes en la construcción del apego al lugar.
Asimismo, la Teoría Actor-Red, al considerar el apego al lugar, argumenta la interacción entre estos diversos actores previamente mencionados como personas, objetos técnicos, instituciones y prácticas culturales. Esta interacción se revela en la formación y evolución de los lazos emocionales hacia un determinado sitio. La TAR brinda una perspectiva relacional que destaca la importancia de considerar a los actores sociales y las redes de relaciones en la construcción del apego al lugar. Esto implica que las personas no solo se relacionan con otros seres humanos y crean apego a través de la comunidad, sino también con elementos físicos, simbólicos e institucionales presentes en el entorno.
Sosa (2017), afirma que “los objetos y edificaciones creados y usados por el hombre dentro de una ciudad, pueden interpretarse en un sistema como elementos con funciones de portadores de información y también, como receptores de referencias del medio” (p. 47). La complejidad se hace presente en la interacción entre los objetos y edificaciones, los habitantes de la ciudad y el entorno en el que se encuentran. Existe una retroalimentación constante entre estos elementos, donde tanto los objetos como los habitantes son receptores de referencias del medio. A su vez, las acciones y comportamientos de los habitantes generan nuevas referencias que impactan en la configuración y evolución del entorno urbano. En este sentido, el desarrollo del apego al lugar se da a través de la interacción dinámica y compleja entre los objetos, las personas y el entorno urbano.
Además, la Teoría Actor-Red propone una nueva manera de analizar la realidad, en donde lo social (seres humanos) y lo no social (objetos, materialidad, naturaleza) se integran como elementos que establecen relaciones para conseguir fines y que se estudian en interrelación, con el mismo rango de importancia entre ellos. En el apego al lugar debe tener el mismo grado de importancia el componente persona y el componente lugar. En las aproximaciones metodológicas que se han desarrollado para el estudio de este fenómeno, existe una prevalencia del método cuantitativo enfocado principalmente en el componente persona (Lewicka, 2011) del modelo de apego al lugar (Scannell y Gifford, 2010). El análisis que predomina en los estudios de este fenómeno se distingue por concebir la conexión emocional con un lugar como un fenómeno duradero o invariable, en el cual el significado se mantiene, en gran medida, constante. Para ello, se emplea una perspectiva socio-cognitivista (medición psicométrica), principalmente con el uso de instrumentos como el Inventario de Apego al Lugar (PAI, por sus siglas en inglés).
Los diseños metodológicos como los descritos, aunque han contribuido a operacionalizar el apego al lugar, tienden a concentrarse en la presencia o no de sentimientos emocionales y dependencia hacia un lugar y la intensidad de estos, pero carece de profundidad en poder responder a interrogantes de ¿por qué? o ¿cómo surge el apego? Así mismo, dificulta el entendimiento de la relación entre los diferentes actores que inciden en la construcción de una relación emocional con el espacio.
La apuesta de la TAR como un nuevo paradigma de investigación sociológica reside en la cuestión de entender lo social como todo aquello que se encuentra en una constante construcción y movimiento. Conocer, analizar y explicar cómo se ensambla el colectivo social en movimiento es el objetivo principal de esta postura. Este enfoque es de especial interés para el estudio del apego al lugar en la ciudad contemporánea, caracterizada por una gran movilidad y fragmentación, en donde el factor comunidad o tiempo de exposición a un lugar no son suficientes para justificar el nuevo entorno en el que se construyen las relaciones en el espacio.
Al indagar en la relación emocional que las personas establecen con un espacio, resulta fundamental efectuar un análisis sistémico que abarque las diversas capas histórico-sociales presentes en el sitio.
Esta consideración integral constituye un componente esencial al estudiar el apego al lugar, dado que dicho entorno conlleva múltiples dimensiones que influyen en el vínculo emocional de los individuos con su entorno. Esto se aplica en espacios en la ciudad con capas de historia y una trayectoria que implica la resignificación del lugar a partir de la regeneración urbana. La complejidad de los agentes que influyen en esta tipología de lugares requiere la aplicación de fundamentos teóricos desde la complejidad y la TAR, para explicar la evolución del apego al lugar.
Como muestra ilustrativa, el Parque Fundidora en Monterrey, en el noreste de México, es un ejemplo paradigmático de la transformación de un complejo industrial en un espacio público. En este emplazamiento se ilustra, de manera notable, el enfoque sistémico y el enfoque multiescalar del apego al lugar para comprender cómo diferentes niveles de análisis (individual, comunitario e histórico) contribuyen a la conexión emocional con un espacio. Esta perspectiva holística se revela crucial para comprender a profundidad el fenómeno del apego al lugar, ya que el espacio alberga una amalgama de factores que moldean la percepción emocional de las personas hacia su entorno.
Para entender el apego al lugar en el Parque Fundidora, es imperativo considerar la diversidad de actores que tienen influencia en el proceso. Estos actores abarcan una amplia gama, desde las autoridades locales y urbanistas que han liderado la transformación del espacio, así como han establecido un sistema de control y vigilancia en el lugar, hasta los visitantes y residentes que interactúan cotidianamente con el parque. Este análisis también debe incluir elementos arquitectónicos, intervenciones artísticas, así como actividades culturales y recreativas. Todos ellos son influyentes en la percepción emocional y la relación de las personas con el lugar.
El análisis de los vínculos emocionales con un espacio de múltiples capas históricas y procesos de resignificación se vuelve complejo también al considerar la comunidad de antiguos trabajadores de la industria que da nombre al Parque Fundidora de Monterrey. Un caso de interés para comprender la evolución del apego a un espacio radica en estos obreros que dedicaron generaciones al sitio, lo que ha desarrollado un profundo sentido de arraigo hacia este lugar. Durante una entrevista con el historiador de la Fundidora, Alberto Casillas, se destacó el desafío que implicó conseguir la visita de los extrabajadores al lugar, una vez que se transformó en parque. Esto formaba parte de los esfuerzos destinados a reconocer su labor y preservar el patrimonio industrial en el espacio. Según Casillas, esta tarea resultó ardua debido al profundo dolor que experimentaban al regresar al lugar, cargado de toda la historia vivida durante su tiempo ahí. También se ha registrado que numerosos familiares de estos trabajadores, al visitar el parque en la actualidad, establecen un fuerte vínculo emocional con el entorno físico y los elementos arquitectónicos. Así, se conectan con las historias de sus antepasados: bisabuelos, abuelos o padres que desempeñaron su labor en ese mismo lugar.
En resumen, el enfoque sistémico del estudio del apego al lugar en el Parque Fundidora destaca cómo las diferentes partes y elementos dentro del espacio interactúan y se relacionan entre sí, lo que genera un todo significativo que va más allá de la mera suma de sus partes individuales. Este análisis multiescalar revela la complejidad y la interdependencia entre las diversas dimensiones que contribuyen al apego emocional de las personas hacia este espacio urbano. La consideración del palimpsesto urbano en el Parque Fundidora, por ejemplo, destaca cómo las diferentes épocas y usos del espacio se entrelazan, lo que influencia el apego al lugar en los niveles individual, comunitario y urbano. Esta comprensión de la influencia de la historia enriquece la experiencia del espacio, lo que proporciona una narrativa compleja y significativa que contribuye al sentido de arraigo y conexión emocional de las personas con el lugar.
La multiescalaridad del apego al lugar, mencionada anteriormente, se puede interpretar en distintos niveles, al analizarla en el contexto de la ciudad contemporánea. Al examinar los lazos emocionales que las personas establecen con edificaciones o espacios emblemáticos e icónicos, se abre la posibilidad de indagar si este apego hacia estos puntos de referencia influye en un apego mayor, que abarca la ciudad o incluso el estado. Los monumentos o sitios culturales representativos de la identidad de una ciudad tienen el potencial de generar un fuerte apego emocional, tanto a nivel local como regional e incluso nacional. Considerar la multiescalaridad del apego como un fenómeno dinámico y complejo permite obtener una visión más completa de las relaciones emocionales entre las personas y su hábitat.
De igual modo, la multiescalaridad se hace evidente en las diversas capas que conforman un mismo espacio, tal como se ejemplifica en el caso del Parque Fundidora, donde una escala o capa del espacio impacta en la otra. La multiescalaridad, en este sentido, se relaciona con la coexistencia de diferentes niveles de significado y uso del espacio a lo largo de su evolución.
Conclusiones
La investigación del apego al lugar desde un enfoque del pensamiento complejo y de la TAR brinda la oportunidad de observar nuevas conexiones o ensamblajes múltiples y así romper con el modelo dual persona-lugar o con cualquier versión reduccionista en las aproximaciones a su estudio. En conclusión, la conceptualización del apego al lugar desde estas teorías permite comprender su naturaleza compleja y dinámica, así como una aproximación a fundamentos teóricos que permitan construir herramientas metodológicas para su estudio en diferentes escalas de la ciudad. Estos enfoques teóricos ayudan a analizar las interacciones entre los diferentes elementos y agentes involucrados en la construcción del apego al lugar, desde las dimensiones individuales y locales, hasta las escalas más amplias de la ciudad y el país. Al integrar estos enfoques, se obtiene una perspectiva enriquecedora para el análisis de este fenómeno.
En conjunto, ambas teorías ofrecen una perspectiva integrada y más completa para explicar el funcionamiento de la construcción de apego al lugar en la ciudad contemporánea. Desde este enfoque, el apego al lugar es entendido como un proceso continuo y dinámico de interacción y construcción entre el individuo, el lugar y los otros elementos presentes en la red. Se sugiere que el apego al lugar es un proceso emergente que se da en una red compleja de actores y elementos y que está influenciado por una serie de factores interdependientes.
En este sentido, el apego al lugar no puede ser simplemente reducido a las características individuales de las personas o a las particularidades locales del entorno. Este fenómeno surge de complejas interacciones multidireccionales entre individuos, grupos sociales, instituciones y el entorno físico. Por ende, su estudio demanda un enfoque interdisciplinario que abarque tanto los aspectos sociales como los físicos del entorno. Defender este enfoque implica reconocer la dinámica y evolución constante de los lugares en el tiempo. Cada estrato histórico o evolutivo añade profundidad y complejidad al significado e identidad de un lugar, lo que, posiblemente, influye en la manera en que las personas establecen vínculos emocionales con él. Por ejemplo, se deben analizar las interacciones entre individuos y su entorno físico, social y cultural mediante elementos como la historia, geografía, infraestructura, economía local, comunidad y la identidad cultural, como influencias en el apego al lugar. Asimismo, se necesitan examinar las conexiones entre diferentes actores y grupos involucrados, tales como residentes, entidades gubernamentales, organizaciones comunitarias y promotores urbanos.
En este trabajo, se partió del postulado de que el apego al lugar puede analizarse desde la teoría de la complejidad y la Teoría Actor-Red, a partir de sugerir que este fenómeno es resultado de la interacción dinámica entre el individuo, el lugar y otros factores simbólicos y de carácter social. A la vez, este está influenciado por una serie de predictores como la historia del lugar, las interacciones sociales, la percepción y la experiencia. Estos ensamblajes están entrelazados en múltiples planos y niveles, lo que permite concebir a la ciudad y al apego al lugar como un entramado múltiple e híbrido.
Esta perspectiva también implicaría tener en cuenta los efectos del cambio global y la globalización en el apego al lugar y la preferencia por determinados espacios. Se explorarían las tensiones entre la preservación de la identidad local y las fuerzas globales que promueven la homogeneización y la estandarización de los lugares. Del mismo modo, podría justificar los fenómenos de apego al lugar electivo que no tienen que ver tanto con los lazos de la comunidad, como con los significados otorgados a lugares a partir de influencias externas de la era planetaria, como lo denomina Morin, (1999) al referirse a la influencia de la globalización.
En conclusión, el enfoque sistémico, multiescalar y transdisciplinario propuesto mediante el pensamiento complejo y la Teoría Actor-Red ofrece una perspectiva integral y enriquecedora para comprender el apego al lugar en la ciudad contemporánea. Este análisis invita a considerar las interacciones complejas entre los elementos que influyen en este fenómeno, lo que reconoce la dinámica y la interdependencia entre lo social, lo cultural y lo material en la construcción de estos vínculos emocionales. Para avanzar en este campo, se requiere promover la colaboración entre disciplinas, recopilar datos empíricos y examinar la influencia en el apego al lugar de fenómenos resultado de la globalización, mediante la observación de la transformación de los lugares en los lazos de apego. Solo al adoptar un enfoque holístico para abordar la complejidad de este fenómeno se podrá comprender, plenamente, su naturaleza y potencial para prácticas más conscientes y equitativas en la planificación y gestión del espacio en nuestras ciudades.
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