LA CIUDAD DE MÉXICO, PROCESO DE

URBANIZACIÓN Y VIDA COTIDIANA

Iztacalco y sus barrios


MEXICO CITY, URBANIZATION

PROCESS AND DAILY LIFE

Iztacalco and its neighborhoods




Gerardo G. Sánchez Ruiz

Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco

México



gsr@azc.uam.mx

https://orcid.org/0000-0001-7719-3558





Fecha de recepción: 03 de octubre, 2022. Aceptación: 25 de noviembre, 2022.
















Resumen


La ciudad de México es la suma de aspiraciones, carencias, abundancias, cotidianidades y actitudes de pobladores que nacieron aquí o vinieron de otras partes y donde los espacios son expresión material de múltiples determinantes. No obstante, habilitar y habitar nuevas áreas para erigir una vivienda es un proceso largo y esforzado debido a las condiciones de los terrenos adquiridos —muchos en situaciones de irregularidad y vulnerabilidad—, por lo que, a la vez, se tienen que trazar calles y trabajar en la introducción de infraestructura. De ahí la pretensión de este trabajo de realizar algunas reflexiones respecto a las formas de vida desarrolladas entre los años cincuenta y ochenta del siglo XX en los barrios de San Miguel y Los Reyes, los cuales se extendieron en los bordes del pueblo de Iztacalco, un lugar otrora periferia de la Ciudad de México y hoy totalmente absorbido por esta. El trabajo partió del cuestionamiento: ¿cuáles fueron las determinantes que llevaron a los barrios de San Miguel y Los Reyes a desenvolverse en condiciones de irregularidad y cómo se expresaron estas en el habitar? La investigación se construyó con narraciones de habitantes y fuentes bibliográficas.


Palabras clave

Periferia, autoconstrucción, irregularidad, vulnerabilidad, habitar, costumbres, solidaridad.






Abstract


Mexico City is the sum of expectations, deficiencies, abundance, everyday life and attitudes of residents who were born here or came from elsewhere. Spaces in Mexico City are thus the material result of multiple factors. However, enabling and inhabiting new areas to build a house is a long and strenuous process due to the conditions of the land acquired —many in situations of irregularity and vulnerability—, so that at the same time streets have to be laid out and worked on the introduction of infrastructure. Since many of them are arid and in irregular situations, it is necessary to create streets and introduce convenient infrastructure. This work intends to reflect on certain ways of life developed between the fifties and the eighties of the twentieth century in the neighborhoods of San Miguel and Los Reyes, which extended to the edges of Iztacalco, a town that was once a periphery of Mexico City and is today totally absorbed by it. What were the factors that led the neighborhoods of San Miguel and Los Reyes to develop in conditions of irregularity and how did these conditions express themselves? The research was made with interviews of the inhabitants and bibliographic sources.


Keywords

Periphery, self-construction, irregularity, vulnerability, inhabiting, customs, solidarity.




Introducción


La ciudad de México es la suma de aspiraciones cumplidas o no, carencias, abundancias, cotidianidades y actitudes de pobladores que nacieron aquí o vinieron de otras partes en busca de mejores condiciones de vida, y donde los espacios que habitan, finalmente, son la expresión de sus determinantes. Dada su población y las formas de expansión que la han dominado, esta ofrece una diversidad de fenómenos que hacen que la vida de sus habitantes se desenvuelva en situaciones difíciles, conflictivas y en alto grado tortuosas. Entre algunas de estas se pueden mencionar la indiferencia frente a problemas comunes, la relajación de los lasos comunitarios, la agresividad de automovilistas en vías de comunicación, los dificultosos traslados en el transporte colectivo, las formas de habitar, etcétera.

Habilitar y habitar nuevas áreas, particularmente entre grupos con bajo nivel económico, son condiciones sufridas y esforzadas cuando se busca poseer una casa propia formando periferias, si se considera que esos asentamientos se inician sin contar con servicios, ante situaciones agrestes y con amenazas de inundaciones o derrumbes. Es que habilitar terrenos en las periferias y habitarlos nunca es sencillo, discurren con planeación, diseño y construcción de viviendas sin participación de profesionales, la guía es el sentido común y retrotrayendo imágenes de espacios donde se vivió; por ello, lo erigido refleja aspiraciones, arduo trabajo, pertenencia socioeconómica y condición cultural.

En ese sentido, es necesario hacer algunas reflexiones con relación a las formas de vida que se desarrollan o que alguna vez se desarrollaron en ciertas partes de la ciudad de México, particularmente cuando aquellas resultaron de la modificación de dinámicas de actividades desarrolladas en otros tiempos, dados el evolucionar de la economía y las necesidades de la gente, y para este caso, de particularidades ocurridas en periferias sumadas al pueblo de Iztacalco, un lugar lejano a la ciudad de México y que en el presente ha sido sumado a su parte central.

En efecto, en los bordes del pueblo de Iztacalco, surgieron y se desarrollaron los barrios de San Miguel y Los Reyes, como parte de los siete barrios que conforman al pueblo. Al ser de origen agrícola, en su suelo se observa un proceso caótico en tanto en sus espacios se combinan actividades industriales, comerciales y de vivienda, con zonas inseguras, aunque todavía con un matiz de solidaridad. Estos barrios fueron construidos a partir de prácticas religiosas, cuyos centros son las iglesias de cada barrio.

Así, ante un intrincado contexto donde se combinan pobreza, zonas críticas y donde es palpable la inseguridad y una cierta cohesión social, cabe cuestionar: ¿Cuáles fueron las determinantes que llevaron a los barrios de San Miguel y Los Reyes a desenvolverse en condiciones de irregularidad y cómo se expresa esta irregularidad en la actualidad? ¿Cómo fue la habilitación de espacios para habitar y cuáles sus resultados? Y ¿de qué manera se fueron integrando a la hoy Zona Metropolitana del Valle de México?

Las respuestas requieren el conocimiento de las circunstancias que determinaron la evolución de la zona, de manera que, para lograrlo, se recurrió a entrevistas con personajes que llegaron para habilitar ese espacio, aunque también a la memoria de quien suscribe esto, en razón a haber sido habitante del barrio de San Miguel entre los años 1957 y 1988, y aún mantener lazos familiares y de amistad con gente del lugar. De ahí que gran parte de lo expuesto muestra una estructura construida a partir de documentos oficiales y literatura relativa al lugar y tema, así como de entrevistas y vivencias en la zona.



Industrialización, urbanización, migraciones y vida cotidiana


El proceso de urbanización es la manera cómo se construye y amplía el volumen de las ciudades donde son determinantes las aspiraciones, condiciones económicas, pertenencias sociales, relaciones, existencia de suelo para habitar y acciones del Estado. Esas determinantes que concurren en el proceso se expresan en formas urbano arquitectónicas, dando carácter a espacios, los cuales podrán ser gratos para sus habitantes, apacibles, sufridos, desagradables, inseguros, etcétera. Harvey (2000) reflexiona al respecto.


La urbanización concentra fuerzas productivas y mano de obra en el espacio, transformando poblaciones dispersas y sistemas descentralizados de derechos de propiedad en concentraciones masivas de política y poder económico que eventualmente se consolidan en el aparato legal y militar del estado nacional. “Las fuerzas de la naturaleza” están sujetas al control humano, así como a los sistemas de transporte y comunicaciones, divisiones territoriales del trabajo, por lo que las infraestructuras urbanas se construyen como cimientos para la acumulación de capital (p.25).


Para el caso, la dinámica industrializadora y el significativo crecimiento de la economía de México iniciados a fines del siglo XIX,1 pero expresados con fuerza sobre todo en los años cuarenta del siglo XX, se concentró particularmente en la ciudad de México, con los consecuentes efectos en el crecimiento de la población. Esto dado el crecimiento natural de esta junto a las oleadas de migrantes que salieron de otros estados de la república, buscando mejores niveles de vida. Gilbert y Ward (1987) señalan al respecto:





1 Carlos Tello (2011) sostiene que: “Durante los años que van de 1940 a 1954, la economía mexicana creció a un ritmo acelerado. En conjunto el PIB lo hizo a una tasa media anual de 6% en términos reales y el PIB por persona en algo más del 3%” (p.297). Por supuesto, buena parte del crecimiento se debió a la política de sustitución de importaciones, y aprovechando las nuevas condiciones de la ciudad al abrirse en los años treinta nuevas avenidas y organizar zonas industriales con la aplicación del Plano Regulador de 1933 (El autor, 1999).


La continua expansión industrial aceleró la demanda de fuerza de trabajo, lo que combinado con las oportunidades decrecientes y las carencias de tierras en las áreas rurales, animó a muchos migrantes a trasladarse a la ciudad. El crecimiento poblacional fue dramático; 3.1 millones en 1950; 5.2 en 1960; 8.7 en 1970 y 13.3 en 1978. Durante etapas anteriores del crecimiento, la migración directa fue el componente de mayor importancia significando 65% durante el decenio 1940 a 1950 (p.58).


Los habitantes sumados a la ciudad accedieron a un mercado de suelo eminentemente de origen agrícola y en ocasiones de manera ilegal, por lo que cabe el señalamiento de los mismos Gilbert y Ward (1987, p.17), quienes, refiriéndose a la realidad latinoamericana, señalan que los grupos excluidos del mercado habitacional formal privado o del sector público, tendían a insertarse en mercados ilegales de suelo, ejerciendo la autoconstrucción. De igual forma, señalan que la ilegalidad variaba de ciudad a ciudad pero que toda la vivienda informal sufría “inicialmente de una falta de servicios”, dada su ubicación “fuera de las redes principales” y con cierta inseguridad en la tenencia del suelo. De manera que, para el caso, los nacidos en Iztacalco y migrantes fueron ocupando espacios, muchos adquiridos en la ilegalidad, para refugiarse, pernoctar y sobrevivir, para poder sumarse a las actividades industriales, comerciales, públicas, de asistencia, recreación, para dar paso nuevas cotidianidades.

Por haber sido masivas las migraciones e intenso el proceso de expansión de la ciudad de México, en particular desde los años cincuenta, fue objeto de variados estudios. Uno de ellos fue de Larissa Adler de Lomnitz (1993), quien desde su perspectiva de la marginalidad, analizó situaciones como la arriba descrita, señalando:


El proceso de migración tiene efectos de realimentación sobre el sector de origen, tanto a través de la información (contactos humanos del migrante con su anterior grupo de referencia), como también a través de la ayuda potencial que representan los migrantes ya establecidos para un eventual migrante del mismo lugar de origen. Si el traslado ha sido exitoso desde el punto de vista de los migrantes, podrá producir una corriente migratoria más o menos intensa y continua, que puede llegar a despoblar el lugar de origen (Adler, L. D. L. 1993, 50). 2





2 De igual manera, Adler señala: “En América Latina la migración rural-urbana no es simplemente un éxodo generalizado e indiscriminado de campesinos hacia las ciudades. Los migrantes no son necesariamente los más pobres ni los más desadaptados ni los más preparados, aunque todos estos factores pueden ser de importancia en la decisión de migrar. Fundamentalmente, el proceso migratorio es el resultado de un desequilibrio ecológico entre el campo y la ciudad; su desarrollo y características peculiares dependerán de las circunstancias de cada región y fluctuarán en el tiempo; y su comprensión debe fundamentarse en un análisis del ecosistema visto como un todo” (p. 52).


Desde esa perspectiva, considérese que la ciudad de México en 1930 alojaba a 1’029,068 habitantes, 1’802,679 en 1940 y 3’137,599 en 1950 (Instituto, 1994), y que esa dinámica de crecimiento motivó sucesivas conurbaciones con territorios aledaños a esta, por ende y sobre todo desde los años cincuenta con el pueblo de Iztacalco. Indudablemente, esos números dan cuenta de una realidad: cada nuevo habitante sumado a la ciudad requirió varios metros cuadrados para vivir y trasladarse, asistir a una escuela, usar un hospital, trabajar en algún lugar, relajarse con algún pasatiempo, etcétera, con lo que el territorio ocupado por la ciudad y actividades crecieron, para llegar a 21´804,515 habitantes en 2020 (Instituto, 2020).

Por ser un proceso de urbanización que absorbió comunidades aledañas o pueblos antiquísimos, estos fueron objeto de transformaciones en sus relaciones económicas, formas de vida, cotidianidades, pertenencias culturales, territorios y envolventes urbano arquitectónicos; envolventes que, a su vez, mostraron las aspiraciones y posibilidades económicas de sus habitadores. Saldariaga (1988):


En un lugar culturalmente significativo se manifiestan acuerdos colectivos, representados en los eventos que en él se suceden. Esos acuerdos se evidencian en el ordenamiento visual de los componentes de un lugar, en el manejo de tipos arquitectónicos comunes coma en la orquestación de las actividades que en él se efectúan y especialmente en los significados compartidos por los miembros de la comunidad como a los que pueden incluso transferirse a personas que no pertenecen a esa comunidad (p.88).



Iztacalco un poblado otrora vecino de la antigua Tenochtitlan


Iztacalco significa las casas de sal y aparece en las crónicas de la ciudad como uno de los lugares donde tribus venidas del norte dieron forma a poblados en el Valle de México, un territorio dominado por lagos y bordeado por pequeñas sierras. Fueron varios asentamientos que se formaron en el valle, destacando Tenochtitlan, el asiento del imperio azteca y posteriormente la capital del país. Esa condición convirtió a la ciudad en la parte central del lugar y “fuera de ese núcleo” y ya existentes a la llegada de los aztecas, se distinguían poblaciones en tierra como Tlacopan, Azcapotzalco, Chapultepec, Coyoacán Huitzilopochco, Culhuacán, Mexicaltzingo” (López, 1976) y otras como Iztacalco.

Había que imaginar lo observado por las distintas tribus cuando llegaron al Valle y los esfuerzos desplegados para habilitar el lugar y edificar viviendas, espacios administrativos, adoratorios, templos y áreas productivas, donde la infraestructura para contener desbordamientos de agua y traer agua para el consumo fue sustancial. Una importante obra, por su utilidad y efectos posteriores al asentamiento, fue el albarradón de Nezahualcóyotl, del cual González (1902) señala que, posterior a una gran inundación de Tenochtitlan, el rey Moctezuma solicitó ayuda al Rey de Texcoco por su “mucha razón y buena inventiva”, para que “acudiese a dar alguna traza para que la Ciudad no se acabase de anegar, porque ya estaban arruinados y caídos muchos de sus edificios” (p.38).

De Garay (1888, pp.13-14) apunta que el dique construido con piedra y barro, “partía de Atzacoalco al Norte, se dirigía en línea recta al Sur hasta Itztapalapan al pie del cerro de la Estrella” y que tenía una extensión de 16 kilómetros, y que por ambos lados se extendía una estacada para romper las olas con lo que los lagos del Valle quedaron divididos, otorgándole al lugar los caracteres que marcarían el ulterior desarrollo de la ciudad y, para el caso de Iztacalco, de acuerdo al mismo autor: “la mayor al Oriente, tomó el nombre de lago de Texcoco, por hallarse esa ciudad en su margen; la menor al Poniente se llamó lago de México, por tener a la capital envuelta en sus aguas por todos lados”. Los lagos de agua dulce del Sur hacían llegar su excedente sobre el lago de México por Culhuacán y Mexicaltzingo, llenando el México, lo cual la convirtió en un vivero de pescados, nido de aves acuáticas y de chinampas.

Entre los espacios productivos habilitados por los arribados al Valle, destacaron las chinampas, caracterizando a zonas aledañas a Tenochtitlan y aún a otrora lejanas como Iztacalco y Xochimilco —lugar donde estas aún existen—. Esto sirvió para la consolidación del suelo para la ciudad. Garay describe cómo se construían e instalaban las chinampas para hacerlas productivas y moldear calles. Respecto a lo primero dice:


Esos huertos y jardines, que ya existían y aún existen flotantes, en las lagunas de Chalco y Xochimilco, fueron establecidos más tarde por los Mexicanos al hilo de la corriente de agua dulce, que bajaba de Sur a Norte, de Mexicalcingo á Ixtacalco, prolongándose hasta cerca de México. Con las chinampas se formó el hermoso canal de la Viga, canal que no fue excavado, sino abordado por huertos floridos, que en el transcurso de los siglos se han aterrado sobre el fondo de la ciénega. […] el elemento principal de que se forman lo da la Naturaleza, ya listo para ser adaptado al uso que el hombre le da. Es una especie de enfaginado, es la vegetación especial que se cría sobre las aguas de los lagos del Sur, con sus raíces entretejidas é inseparables, formando una especie de colchón de varios pies de espesor, que flota sin unión ni contacto alguno con el fondo […]. Por medio de grandes cosas, los indígenas con gran destreza cortan la capa vegetal en tiras de 5 a 10 metros de ancho y de 25 a 100 de largo. Esto se hace tomando la orilla de algún acalote, que son los canales cortados a través de la vegetación de la ciénega, y ya separada la cinta, se mueve como una balsa, al punto a donde se quiere establecer la chinampa (pp.10-11).


En cuanto a lo segundo, apunta:


Ya en su lugar, se fija temporalmente con largas perchas hincadas en el fondo, a 5 metros las unas de las otras, por toda la orilla. Esas estacas de sauz echan raíz y las chinampas por ese medio, aunque flotantes, quedan firmes en su lugar. De ese modo se forman calles con ellas, dejando pequeños acalotes o canales de separación, que sirven para dar los riegos, lo que se verifica a brazo con el remo o pala […]. Siendo todo el material que entra en la formación de la chinampa enteramente vegetal y de origen acuático, no solamente flota, sino que se conserva indefinidamente. Estos jardines singulares, únicos en el mundo, son comunes aún en el día, por Xochimilco, Tláhuac y Mixquic (pp.10-11).


Iztacalco ya era un asentamiento a la llegada de los aztecas. Su parte más antigua, la cual le da su carácter de pueblo originario, fue aglutinada alrededor de la iglesia de Santa Cruz y la Parroquia de San Matías. Posteriormente, surgieron los barrios de Santa Cruz, La Asunción, Santiago, San Francisco, Zapotla, San Miguel y Los Reyes. Su localización, a un lado del Canal Nacional, lo convirtió en paso obligado de pobladores de otrora lugares lejanos como Iztapalapa o Xochimilco, quienes vendían o compraban productos agrícolas en ese lugar (Ver Figura 1), o, como generalmente ocurría, se trasladaban para efectuar las mismas operaciones en el centro de la ciudad (García, 1904). De esos lugares García Cubas comentó:


Eran dichos pueblos de Santa Anita e Ixtacalco, los lugares elegidos en tales días por la gente del pueblo para su esparcimiento. En las chozas de ramas y zacate, y en las pequeñas huertas, se instalaban los paseantes para merendar, unos el tradicional atole de leche y los tamales, y otros, pato cocido y las tortillas enchiladas, renovándose el fandango. Algunos continuaban su excursión en las canoas, por los canales de las chinampas o camellones formados en medio del agua, en los que se proveían de frescas lechugas y oloroso apio. Las chinampas, verdaderos jardines flotantes ostentaban las simétricas plantaciones de su hortaliza y sus variadas flores, tales como las amapolas de encendido color, la azulada espuela de caballero, el disciplinado clavel, la retama de vivísimo color amarillo, los chícharos y alelíes de variados colores y el dorado zempoalxochitl (p.90).



Figura 1. La ciudad de México, pueblos de su rededor e Iztacalco, 1888.



Nota. Fuente: Consejo (1958).



Posterior a la independencia ocurrida en 1821, y particularmente entre 1850 y 1910, la ciudad de México vio instalar pequeñas industrias, zonas agropecuarias, así como el crecimiento de su población. Con esto, se desarrolló una primera periferia de la ciudad colonial, siguiéndole una segunda extendida de 1920 a 1960, al impulsarse trabajos de planeación e insertarse zonas industriales, y actividades complementarias (Ver Sánchez, 1999), que fue la que alcanzó a Iztacalco.

En el Atlas General del Distrito Federal (1930) se apunta que Iztacalco colindaba al Norte con la Delegación Guadalupe Hidalgo —hoy Gustavo A. Madero— y con el Departamento Central —hasta 1928 el municipio de México—, al Este con el Estado de México y al Oeste con el mismo Departamento Central y la Delegación de General Anaya —hoy parte de la Benito Juárez—. El documento refiere que cruzaban a la Delegación varios canales como el de la Viga (ver Figura 2) y los ríos de la Piedad y Churubusco, lo cual permitía que los terrenos fueran laborables (Departamento, 1930), y que su población se acercaba a 4,000 habitantes, repartidos 2,462 habitantes en su cabecera, y el resto entre Santa Anita, algunos ranchos y haciendas (p.292).



Figura 2. Paso del Canal de la Viga por Iztacalco, 1906.



Nota. Fuente: Standard (1906).



En esos años, como una medida para evitar focos de infección y disminuir inundaciones en la ciudad, se impulsó la desaparición de canales y ríos; lo anterior, pese a propuestas como las del arquitecto Carlos Contreras (1933), quien, en el Plano Regulador del Distrito Federal 1933 proponía mantener a ríos y canales para combinarlos con vías terrestres3, previéndose la construcción de embarcaderos y mejorando los del Canal de la Viga, para otorgarle al sistema circulatorio un aspecto moderno y eficiente, acentuando su importancia como paseo típico y “vía de acceso a los mercados de legumbres, flores y frutas, de lxtacalco, Iztapalapa y Xochimilco” (p.39).

Cabe reflexionar que la forma en que se desarrolló Tenochtitlan, superando amenazas de inundaciones que obligaron a sus habitantes a abandonar el lugar, fue uno de los determinantes que moldeó la ulterior vida de la ciudad y de poblaciones que la rodean. La separación de lagos de agua salada y dulce definieron formas de urbanización, pues ambos, al desecarse, obligaron a técnicas para afrontar efectos de sismos dada la compresibilidad de su suelo y el ataque del salitre a construcciones. Aunque, en contraparte, fueron decisivos para la existencia de zonas agrícolas que permitieron la subsistencia de comunidades entre ellas la de Iztacalco, aunque por determinado tiempo.




3 El mismo Contreras, insistía en hacer planeación urbana, que procediera de los niveles nacional y regional para lograr que el conjunto el total de los territorios se desarrollara equilibradamente (Ver Contreras, 1927),





Urbanización y vida cotidiana en los barrios


La ciudad y el pueblo de Iztacalco expresan en el presente la dinámica de crecimiento económico y las contradicciones por las que se ha conducido, para el caso: la recepción de migrantes de otras entidades del país donde no se disfrutaba de las posibilidades de “progreso”, en tanto esa situación obligó al fraccionamiento de las antiquísimas chinampas y a una urbanización irregular. De ese modo, San Miguel y Los Reyes, con una fuerte carga de migrantes, se desarrollaron teniendo como límites: al norte un canal que cedió su paso a la ahora avenida Plutarco Elías Calles, al poniente el barrio de Zapotla, al sur el barrio de la Asunción y al oriente la colonia Juventino Rosas (Ver Figura 3).



Figura 3. Mapa de los barrios de San Miguel, Los Reyes y alrededores, 2022.



Nota. Fuente: Heraldo (2022).



Los barrios de San Miguel y Los Reyes resintieron la llegada de migrantes. En los primeros años de la década de los cincuenta del siglo pasado, era un territorio de cultivo de flores, hortalizas y peces, y se ejercía el pastoreo de animales de algunos de los establos del pueblo; de manera que un factor que permitió contar con espacios para urbanizar fue la existencia de esos suelos. Este hecho ocurrió al entubarse, o dejarse secar ríos y canales, lo cual impidió el abastecimiento de agua a las chinampas, obligando a sus dueños a colocarlos en un mercado inmobiliario.

Es en ese contexto que personas como doña Alfonsina Ruiz y su esposo, don Trinidad Sánchez (†), ambos originarios de Chignahuapan, Puebla, fueron de esos migrantes que buscaron mayores recursos para ayudar a sus familias y arribaron a la ciudad aceptando empleos permitidos por su nivel social. Don Trinidad refiere que llegó a la ciudad de México en 1944, para trabajar como obrero en la chiclera México (T. Sánchez, comunicación personal, 5 de mayo de 1994), y doña Alfonsina en 1947, para trabajar en una casa de la colonia Hipódromo Condesa. La razón: en su pueblo “era difícil encontrar un trabajo y, si había, no pagaban bien” (A. Ruiz comunicación personal, 5 de mayo de 1994).

Para establecerse en la ciudad, ya casados, realizaron un peregrinar. Se instalaron primero en la colonia Portales, en la delegación Benito Juárez y alquilaron un “cuarto”. Posteriormente, se establecieron en Zapotitlán, en la delegación de Tláhuac, donde empezaron a pagar un terreno que terminaron abandonando. Finalmente, se avecindaron en el barrio de San Miguel al adquirir un terreno que fueron pagando “en abonos”.

Haciendo una remembranza de su arribo al lugar, doña Alfonsina señala que el 25 de marzo de 1957 llegaron al barrio de San Miguel con dos hijos, “un ropero, unas losas y unas tablas” con lo que habilitaron su primer cuarto, teniendo la oportunidad de contemplar parte de las chinampas, de las cuales señala:


Cuando llegamos casi todo eran chinampas, las mejores casas estaban en el pueblo, las amapolas crecían atrás de la casa, daban unas flores muy bonitas y grandes, lo que ahora es el eje Plutarco Elías Calles era un canal, había un puente, por ahí cruzábamos para ir a comprar al mercado de Jamaica […] En las chinampas se podía juntar quelite, nos vendían las lechugas y las zanahorias. En esos años todavía había animales, se veían volar las golondrinas, llegaban a montones; los zopilotes luego andaban buscando que comer (A. Ruiz, 1994).


Doña Alfonsina también refiere que en esos campos “se sembraba maíz o verduras, los campos se veían verdes y a lo lejos se veía el pueblo de Iztacalco con su iglesia dedicada a San Matías. Siempre se escuchaba el repique de campanas, por alguna fiesta o algún muerto”. También refiere que, cuando llegaron a la calle donde compraron terreno, “sólo había seis casas”, y que algunas de las personas que ahí vivían les ayudaron para establecerse (A. Ruiz, 1994).

De acuerdo con Jesús Coria (†) quien nació en el barrio de La Asunción y se avecindó en el de San Miguel, “los canales empezaron a cerrarse en 1941, estando de presidente Manuel Ávila Camacho". Esos canales eran uno de los panoramas que daban un particular carácter a la zona, “tenían de fondo como setenta centímetros” y el Canal Nacional —hoy calzada de la Viga— servía de comunicación entre algunos puntos de la zona, porque en su cauce navegaban canoas que venían desde Xochimilco y Mixquic, “pero un día se empezaron a secar, de pronto, de Xochimilco ya no llegó el agua" (J. Coria, comunicación personal, 30 de octubre de 1992). De esa época, el señor Coria señala:


La gente de lztacalco no se moría de hambre, en los canales se criaba la carpa, la sardina, tortugas, ranas, había hasta patos; en las chinampas se cultivaba alhelí, nube, poro, chícharo, espuela, rábano, zanahoria, alcachofa, betabel, lechuga o los romeritos que se cortaban en Cuaresma. La verdura era sabrosa porque el agua con la que se regaba provenía de los canales y contenía sal. Siempre había que comer porque por ejemplo la zanahoria y la col se cultivaban en medio año, el pepino en dos meses, el rábano en cuarenta días y la alcachofa era eterna; hasta íbamos a vender verdura. Recuerdo que mi papá me ponía doce manojos de zanahoria e iba a vender a Jamaica; salía en canoa desde mi casa, me iba por un canalito al canal de Tezontle, de ahí una compuerta nos daba paso al Canal de la Viga, para llegar hasta Jamaica o a la Merced. (Coria, 1992).


Cabe apuntar que, además del Canal Nacional, utilizado como medio de comunicación hacia el norte para llegar al centro de la ciudad o hacia el sur hacia Xochimilco, existían otros canales como el de Tezontle, al sur del pueblo, y Plutarco Elías Calles, al norte, junto a otros más pequeños en el interior. El agua que en ellos corría representaba para los antiguos habitantes de los barrios la posibilidad de sobrevivir como productores agrícolas sin emplearse en actividades que ya tenían auge en las zonas urbanizadas.

Si bien con el cierre de canales y ríos se pretendía impedir las continuas inundaciones que azotaban a la ciudad, la acción no fue la mejor opción por los efectos a los habitantes de zonas agrícolas, como fue el caso de Iztacalco. En tanto la condición pesó el hecho de que propietarios de ranchos y pequeñas propiedades agrícolas colocaran sus terrenos en el mercado inmobiliario, obteniendo de momento mayores beneficios; no obstante, se incorporaron en condiciones desfavorables en otras actividades urbanas. De ahí que familias como las Alanís, Colín, Vázquez o Torres devinieran de productores agrícolas a empleados en la ciudad, algunos con cierta ventaja, por los recursos económicos que pudieron atesorar y reutilizar en otras actividades, aunque no todos se fueron adaptando a las nuevas condiciones.

Gloria Chavarría Torres,, oriunda de Los Reyes Iztacalco y hoy habitante de la colonia Maza en la alcaldía de Cuauhtémoc, refiere: “Mi abuela Marcela Torres por los problemas que pasaba malbarató sus terrenos, los tenía a un costado de Plutarco Elías Calles y en la calle Francisco Villa, con el dinero que obtuvo de la venta no compró mucho, además como le gustaba “la tomada”, quedó en la pobreza, decimos en la familia que el dinero de sus terrenos se lo bebió como pulque” (Chavarría, comunicación personal, 8 de septiembre del 2021).

Es necesario apuntar que, en esos años y sobre todo durante la regencia de Ernesto Peralta Uruchurtu, “El Regente de Hierro” (1952 a 1966), existían intereses y esfuerzos para controlar la urbanización, dados los efectos por la incorporación de nuevos habitantes a la capital. De ahí el férreo intento por controlar fraccionamientos, a partir de intentar aplicar leyes como el Reglamento para la División Ejidal, emitido por el Departamento Agrario (1942, 23 de julio) para intentar ordenar el fraccionamiento de ejidos, el Reglamento de las Construcciones y de los Servicios Urbanos en el Distrito Federal (1942, 31 de diciembre) y, el Reglamento de Fraccionamientos de Terrenos en el Distrito Federal (1946, 24 de octubre). Estos endurecieron los requisitos a fraccionadores, exigiéndoles cumplir con dotación de servicios y espacios para un futuro equipamiento.

No obstante, los grupos empresariales en sus distintos sectores siempre han buscado salidas y oportunidades para sus inversiones, de manera que ante aquellos y otros intentos de control, los promotores de bienes inmuebles abrieron mercados en el Estado de México, un estado colindante con la ciudad de México. Así se generaron las denominadas colonias Ex Vaso de Texcoco (Iracheta, 1984), mismas que, a partir de 1963, fueron convertidas en el municipio de Netzahualcóyotl —uno de los asentamientos más pobres de la ciudad en los años sesenta—. Pese a los esfuerzos y ante mayores volúmenes de migrantes, los fraccionamientos en la ciudad continuaron generándose, y por supuesto, en las otrora zonas agropecuarias de Iztacalco.

De manera que uno de los principales factores que dieron pie a la urbanización de Iztacalco fue el hecho de que, ante la demanda de espacios y, la baja producción de las chinampas y parcelas, sus propietarios se convirtieran en pequeños e ilegales fraccionadores, destinando sus propiedades primero como terrenos para erigir viviendas, alojar industrias o la instalación de algunos servicios, con lo cual los campos agrícolas fueron desaparecieron e Iztacalco fue absorbido por la ciudad (Ver Figura 4).



Figura 4. Distintas expansiones de ciudad de México y la incorporación de Iztacalco.



Nota. Fuente: Departamento (1960).



Y si existía un mercado inmobiliario, había los consumidores; para el caso de los migrantes que arribaron en esos años, los cuales provenían principalmente de partes rurales o de las capitales de los estados de Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Michoacán, San Luis Potosí, Guanajuato, Oaxaca y de otras partes de la misma Ciudad de México. De manera que junto con los descendientes de habitantes históricos, aquellos fueron ocupando terrenos para conformar un núcleo social eminentemente de origen campesino, el cual, con el tiempo, se convirtió en un conjunto urbano poblado por empleados, obreros, servidoras domésticas, meseros o músicos (Ruiz, 1994).

Algo patente en el crecimiento de la población del lugar fue la llegada de familiares de los primeros migrantes, quienes primero fueron hospedados en viviendas de los establecidos o previa gestión de estos y rentaron un “cuarto” en alguna vecindad. No obstante, en cuanto encontraron un trabajo o gestaron un pequeño negocio, incrementando sus recursos, pudieron adquirir un terreno o una vivienda en otras partes de la ciudad. Así, por ejemplo: “El Botana y Enrique se fueron con sus familias a Nezahualcóyotl, doña Martha y hermanos de Trino a Iztapalapa, las hermanas de Trino ya casadas a Caracoles en el Estado de México, y así” (Ruiz,1994).

Una condición importante en la manera en que crecieron y se desarrollaron los barrios fue la conjunción de características naturales, formas de propiedad y condición social de pobladores pues, al fraccionarse pequeños ranchos en algunos casos de manera ilegal, desaparecieron sembradíos, canales y zanjas. Por esto, los recién llegados, al ocupar sus terrenos, hubieron de afrontar las inclemencias del tiempo: en época de lluvias verdaderas lagunas y fango, y en la de secas polvo, el cual era levantado por los frecuentes vientos, oscureciendo por horas el lugar.

Consecuentemente, al haber sido surcado por pequeños canales, aunado a la ilegalidad de los fraccionamientos, el lugar adquirió trazas y arquitecturas que muestran la idea de espacio de quienes promovieron la venta de terrenos y de quienes los adquirieron. Es un determinante que, junto con las condiciones sociales de los pobladores, hoy caracterizan al lugar. Se pueden encontrar avenidas, calles, callejones y cerradas o privadas totalmente irregulares (Ver Figura 5); a la vez que avenidas como Pascual Orozco, la cual resultó de una regularización promovida por pobladores y autoridades. Por esa intervención, su ancho logra cerca de 16 metros (Ver Figura 6), mientras que existen callejones con accesos que pueden llegar a 90 centímetros.



Figura 5. Calle Cuitláhuac, barrio de San Miguel.



Nota. Elaboración propia (2016).



Figura 6. Avenida Pascual Orozco.



Nota. Elaboración propia (2022).



En ese proceso, la habilitación de viviendas fue un proceso esforzado y por etapas. Primero hubo que hacer la limpia del terreno, quitando residuos de los plantíos, o en su caso, rellenando canales o zanjas; posteriormente, se siguió un proceso de autodiseño en el que el proyecto inicial consistió en colocar un primer cuarto a un lado del terreno o al fondo, de manera que al crecer la vivienda se conformó una “L” en planta, la cual al paso del tiempo y con trabajo se convirtió en “U”, de manera que, al agregar una escalera generalmente colocada a un lado o al fondo, la vivienda pudo elevarse a dos o tres niveles.

En la generalidad, las viviendas del principio se construyeron con láminas de cartón o desechos industriales apoyados en polines, pero cuando hubo recursos se erigió una estructura más sólida. Los cimientos se hicieron, sobre todo, de piedra braza y los muros de tabique rojo, elementos que, por ser levantados sobre un suelo salitroso, siempre mostraron erosiones. Lo construido en una primera etapa se cubrió con láminas de cartón o de asbesto y, cuando las condiciones mejoraron, pudieron construirse losas de concreto. Por supuesto, en castillos, trabes y losas, se dejaron varillas preparadas con la esperanza de tener mejores tiempos para continuar construyendo.

En ese proceso de habilitación del terreno y autoconstrucción de viviendas, debe destacarse una situación propia de la cultura nacional: el apego a la tierra y a la propiedad. Ese apego puede fluctuar en tres modalidades en este tipo de asentamientos: Una, la tendencia a ocupar lo más posible los terrenos, de ahí la existencia de cuartos oscuros con poca ventilación e iluminación y pasillos estrechos; dos, la existencia de una especie de “invasión hormiga”, que ocurre con la apropiación de porciones de terrenos no ocupados o de carácter colectivo, con lo cual propietarios agrandan propiedades en perjuicio de terceros; y tres, la negativa a proporcionar parte de su propiedad ante la necesidad de regularizar, alinear o abrir calles al defender a ultranza porciones de suelo.

Esto último sucedió a principios de los años ochenta, ante la demanda de pobladores de pavimentos calles y aceras. En ese entonces, autoridades encargadas de regularizar pretendieron que los habitantes cedieran medio metro o un metro de los frentes de sus propiedades, para el trazo de calles y aceras. Sin embargo, no todos atendieron la indicación, por lo que, en el presente, las aceras se ven obstaculizadas y reducidas por construcciones, como es el caso de la calle Vicente Guerrero (Ver Figura 7).



Figura 7. Apego a la tierra y efectos. Calle Vicente Guerrero.



Nota. Elaboración propia (2019).



Otra etapa en este proceso de autoconstrucción fue la gestión de servicios. En el caso del agua, de principio se satisfizo con pozos que algunos vecinos cavaron en algunas de sus casas, pues el líquido estaba disponible a uno metro y medio o dos metros de profundidad. Posteriormente, se hizo uso de tomas públicas que algún gobierno o grupo de vecinos localizó estratégicamente en los lugares. Para el caso de los barrios “había una en la esquina de Francisco I. Madero y Pascual Orozco, otra en Vicente Guerrero, y otra en Francisco Villa” (Ruiz, 1994).

Una situación alterna para satisfacer la necesidad del vital líquido fue aprovechar una serie de lavaderos públicos localizados en los barrios de La Asunción, San Miguel, San Sebastián y los Reyes. Eran particularidades de estos, por un lado, su utilidad para obtener agua, y por otro, su carácter de espacios para socializar; las mujeres ahí comentaban acontecimientos de la época, se informaban de los aconteceres de sus barrios o de situaciones de vecinos, “ahí se chismeaba de todo” (Ruiz, 1994). No obstante, a partir de los años setenta, en una acción de regularización promovida por las autoridades, se fueron clausurando las tomas y lavaderos, lo que motivó a que cada predio conectara sus casas a las redes hidráulicas.

En cuestión de drenaje, hasta mediados de los años setenta, todas las viviendas poseían letrinas que, al llenarse, eran relocalizadas. Si éstas no existían, las necesidades se satisfacían entre matorrales de terrenos donde aún no se construía. Por supuesto, en el caso de aguas servidas se vertían en las calles o se conducían a través de “canalitos”, conduciéndolas a zonas bajas o a zanjas de lo que habían sido los canales. Sin embargo, al introducir drenaje a cada casa, desaparecieron zonas insalubres y de olor desagradable. Respecto al desecho de residuos sólidos, la cuestión se solucionó primero acumulándolos en baldíos, donde no había reclamos, debido a que, como señala el señor Coria: “los camiones que recogían la basura no pasaban por acá, y pues la tirábamos donde se pudiera” (Coria, 1992).

Referente al servicio de electricidad, hasta iniciados los años sesenta se cubrió “colgándose” de postes que abastecían a zonas más consolidadas, generalmente los centros del barrio. Se colocaban los diablitos y se tendían cables sostenidos por polines o por los pocos árboles que iban resistiendo a la urbanización. “Cuando llegaba la compañía de luz a cortar los cables porque nos colgábamos, había que estar listos porque luego algunos cabrones se robaban los cables” (T. Sánchez, 1994). La condición se subsanó cuando la Compañía de Luz del Centro, clavó postes, instaló transformadores y colocó luminarias en calles; así, se pudo tener iluminación al caer el sol, incrementando actividades o meras reuniones. Había pasado la época de velas y quinqués.

Los comercios fueron apareciendo conforme se incrementaron las viviendas. Primero hubo tiendas o misceláneas, donde se ofrecían productos básicos; posteriormente aparecieron mercados habilitados como tales, con estructuras endebles. El primero se localizó en la avenida Francisco I. Madero y Pascual Orozco, en el barrio de San Miguel, a inicios de los sesenta “ese mercadito eran puestos de madera y techos de lámina de cartón, pero para una urgencia nos servía así no íbamos hasta Iztacalco” (Coria, 1992). Después de un peregrinar por sus varias localizaciones, ese mercado, con una estructura más sólida, fue establecido en la calle Julio García Coll y Eje 3 Oriente, en el barrio de los Reyes en los años setenta.



Celebraciones religiosas y socialización entre habitantes


Como en otros lugares, los barrios fueron definidos por sus iglesias, al situarse viviendas y equipamiento alrededor de ellas, por lo que se convirtieron en instancias importantes de las relaciones establecidas entre habitantes. Pese a que en el presente los barrios se conducen entre fuertes contradicciones dadas la pobreza, inseguridad y otros lastres, mantienen una fuerte cohesión que es consecuencia de la pertenencia religiosa que viene de siglos. De ahí que cada barrio del hoy pueblo originario de Iztacalco tenga sus iglesias y celebren cada año a su patrón o patrona. En el caso de San Miguel, su celebración es el 29 de septiembre (Ver Figura 8) y de Los Reyes el 6 de enero (Ver Figura 9).



Figura 8. Iglesia de San Miguel.



Nota. Elaboración propia (2022).



Figura 9. Iglesia de Los Reyes.



Nota. Elaboración propia (2022).



La iglesia de San Miguel se encuentra en la avenida Francisco I. Madero, todavía en los años sesenta del siglo pasado se realizaban carreras de caballos, peleas de gallos, concursos como el “palo encebado”, además de instalarse juegos mecánicos. Por supuesto, como en toda feria popular, por la noche se quemaban castillos, acompañados por los famosos y peligrosos toritos, los cuales los osados toreaban afrontando el riesgo de sufrir quemaduras. “Desde un día antes del día de San Miguel, ya estaban repicando las campanas y tronando la cohetería; a Iztacalco no le fallan los cohetes, se escuchan todo el año” (Ruiz, 1994).

Sin lugar a dudas, las celebraciones religiosas continúan generando espacios de convivencia, tal como sucede con el Santo Jubileo, en la parroquia de San Matías (Ver Figura 10) cada agosto. Ahí se levantan altares donde se ubican a los santos de cada barrio, para al final de la celebración, que dura varios días, realizar peregrinaciones para regresar a los santos a sus jurisdicciones, y concluir con comilonas en las calles, donde habitantes de cada barrio o de otros concurren a comer lo ofrecido por el vecindario huésped (Ver Figura 11). 4



Figura 10. Parroquia de Iztacalco celebrando el Santo Jubileo.



Nota. Elaboración propia (2022).





4 Para el caso, el vecino o vecinos a quienes le toca dirigir estos convivios son los que en general sufragan gran parte de los costos de aquellos. Generalmente es un Mayordomo quien pide ser el que le hace los honores al santo o santos y su satisfacción la comparte con familiares y vecinos a través de esos convivios.




Figura 11. Cocinando y disfrutando “la tamaliza” en la calle.



Nota. Elaboración propia (2016).



Independientemente de las creencias religiosas, debe considerarse el carácter cultural de esas prácticas, puesto que la forma de asumirlas ha formado parte de la vida de amplios territorios de América Latina. Históricamente, muchas poblaciones se formaron a partir de la instalación de altares, adoratorios o directamente de iglesias; lo que ha otorgado, a la postre, como secuelas la delimitación de territorios con un cierto carácter y pertenencia a las comunidades. Para el caso que ocupa, también sirvió para aglutinar a sus habitantes, para conocerse y apropiarse de manera más colectiva de sus territorios. Esta condición genera una cierta seguridad en las comunidades, aunque también en esto último influyeron otras modalidades de socialización.

Y en efecto, en los años sesenta, pocas viviendas tenían televisión, por lo que niños y adultos se reunían en las calles para llevar a cabo juegos, los que, con la generalización y la pavimentación, desaparecieron. Algunos ejemplos de estos juegos eran los hoyitos, canicas, trompo, tacón, rayuela, rebotado o bolillo. Estos juegos se combinaban con otros como el trébol, burro castigado, burro 16, o la peligrosa tamalada.

Lo anterior, aunado a las rondas donde participaban padres de familia: “doña Martha y doña Victoria hijas de doña Paulita agarraban a sus hijos y a otros niños y dirigían los juegos, eran gritos y risas, se veía bonita la calle” (A. Ruiz, 1994). Por supuesto, los juegos en las calles lograron lazos de solidaridad y seguridad, porque la gente se conocía y podía detectar desconocidos.

Otra actividad por demás destacable, por conjuntar a los habitantes de los barrios, fue la celebración entre los años sesenta y setenta de juegos de futbol en el campo de San Miguel. Don Jesús Coria recuerda al León, el equipo más importante que tuvo lztacalco: “había buenos jugadores, algunos hasta se probaron en equipos profesionales. El Caguamo era un espectáculo por sus vuelos y atrapadas en la portería, le decían así porque terminaba el partido y ganara o perdiera: él se tomaba su caguama” Por supuesto, en ese campo llegaban vendedores ambulantes a ofrecer paletas heladas, helados, palomitas. Uno destacado era don Claro, que “vendía pepinos, zanahorias, rábanos y jícamas con chile piquín y limón, quien sabe que le echaba al chile porque sabía sabroso” (Coria, 1992).

Para el relajamiento de parroquianos de Iztacalco funcionaron varias pulquerías. “Podíamos tomar nuestro pulque con alguna botana en La Isla de Cuba, La Campesina, Las Licuadoras, El Puente de la Gloria y Los Hombres sin miedo” (Sánchez, 1994). Sin embargo, de estas sólo la última sigue abierta. Como complemento de aquellas, no faltaron las “piqueras” donde se vendía café con piquete —generalmente alcohol de caña—. Aunque también cualquier miscelánea era convertida en una cantina de paso, pues jóvenes o no tan jóvenes, consumían cerveza a unos metros de estas o enfrente; una práctica que en el presente continúa. Cabe apuntar que en esos años se escuchaba: “el tequila es para los jodidos” y no a todos les gustaba el pulque. Don Trinidad refiere:


Una noche venía de trabajar y unos fulanos me dijeron “pasa pa’ la caguama¨, les dije quieren tomar vamos a mi casa, entré le pedí a mi mujer una pistola que tenía, agarré una jarra de pulque y unos vasos salí que se los pongo delante de ellos y les dije: órale tomen y me dijeron: “pulque chaaale cómo crees”, saqué mi pistola les apunté y les dije ahora toman cabrones, se sirvieron y tomaron, luego nos hicimos cuates (Sánchez, 1994).


El crecimiento de la ciudad, y por tanto el crecimiento de los barrios, obligó a que los baldíos utilizados para jugar fútbol o béisbol se fueran ocupando. Los existentes en la calle Julio García Coll se convirtieron en departamentos de una planta y en el actual mercado de San Miguel en el barrio de Los Reyes. Lo que era el campo de fútbol de San Miguel, en la avenida Pascual Orozco, actualmente es asiento de un kínder, una escuela secundaria, una bodega de vinos y una fábrica de estambres. Más hacia el norte, sobre esa misma avenida, se instaló una fábrica de quesos, aunque en la parte posterior de esta aún se conserva un campo de fútbol reducido.

Fue en los años ochenta que los barrios se urbanizaron completamente y sus habitantes se integraron totalmente a la dinámica de la ciudad, con los problemas propios de una zona con rezagos. Lamentablemente, en los espacios de los barrios es palpable la inseguridad, al presentarse asaltos —no precisamente ejecutados por habitantes del lugar—,5 la existencia de “tienditas” —lugares donde se vende droga, algunas de ellas ambulantes— y bodegas itinerantes donde se guardan autos robados.

En ese andar, con aspiraciones cumplidas o no, los barrios se integraron finalmente a la dinámica de la ciudad de México (Ver Imagen 12), la cual sumó más espacios para una población que en su conjunto llegó a 8´799, 237 habitantes en 1970, 13¨354,271 en 1980 (Instituto, 1994), 15,047,685 en 1990, 20’116, 842 en 2010 y 21´804,515 en 2020 (Instituto, 2020). Para el caso de la delegación de Iztacalco, su población se incrementó, albergando a 477,331, 570,377, 448,322, 411,321, (Asamblea, 2003) 384,785 (Instituto, 2012) y, 404,695 (Instituto, 2020) habitantes en los mismos años.




5 Aunque algunos asaltos no son denunciados, pueden aparecer en la prensa, ejemplo: “Asalto a bar en Iztacalco deja un herido”. Cuatro hombres asaltaron a los comensales y robaron el dinero de la caja del restaurante bar 'El León Dorado', ubicado en Calzada de La Viga, en la colonia Barrio de San Miguel (González, 11.05.2017).




Figura 12. Iztacalco en la Zona Metropolitana del Valle de México.



Nota. Fuente: OCDE, 2015.



Conclusiones


El proceso de expansión al que se sometió la ciudad de México. particularmente desde los años treinta del siglo XX, generó periferias que en pocas décadas se convirtieron en partes centrales de la ciudad, como ocurrió con las generadas alrededor del pueblo de Iztacalco. Como se ha reflexionado, en el proceso fueron determinantes el impulso del Estado a un desarrollo basado en la industrialización, no obstante concentrándose en los principales centros urbanos, haciendo caso omiso o con la imposibilidad de hacerlo, de propuestas como las del arquitecto Carlos Contreras. Él, desde los años veinte, planteó una perspectiva planificadora que iba de lo nacional, pasaba por lo regional y llegaba a las ciudades.

En segunda instancia, ante la decisión de industrializar, no hubo una contraparte que impulsara sólidamente e integralmente el desarrollo del agro, por lo que se provocaron y profundizaron las migraciones, en especial a la capital, lo que generó grandes periferias.

Los asentamientos se sucedieron debido a la disposición de suelo en alrededor de las urbes, el cual, para el caso de la ciudad de México, procedió de zonas de lagos y de cultivos, tal como ocurrió con el pueblo de Iztacalco y sus barrios. Mientras tanto, sus zonas de cultivo y de pastoreo fueron convertidas en espacios de vivienda, industria y servicios.

También, la habilitación de terrenos agrícolas y su conversión a zonas urbanizadas para el caso de los barrios analizados, como en otras partes, fue problemática y esforzada en tanto los asentamientos no recibieron las guías de profesionales o del Estado y fueron realizadas en su mayoría por autoconstrucción. Consecuentemente, lo edificado muestra la perspectiva que sus habitantes poseían respecto a la habilitación de espacios para habitar. Esto es palpable en los trazos de calles y en el diseño y construcción de sus viviendas.

Esa práctica de la autoconstrucción, y por tanto auto planeación, generó calles irregulares, algunas por demás estrechas y deficiencias en el proyecto de las viviendas. Esto se observa en cuartos oscuros o húmedos, o en las deficiencias en las relaciones entre salas de estar, cocinas, comedores y habitaciones.

Pese al individualismo que en general caracteriza a las grandes ciudades, en los barrios se presenta una fuerte cohesión entre habitantes, por el hecho de mantener vivas las creencias religiosas. Además, esto genera como consecuencia una forma de apropiación del espacio, lo cual les brinda la posibilidad de reconocerse más y habitar la zona con mayor seguridad.

Las necesidades de barrios como los analizados son variadas y exigen intervención de distintos niveles de gobierno, así como de especialistas en urbanismo y diseño de viviendas. A lo anterior se puede sumar el arribo del Covid-19, ya que tuvo condiciones para desarrollarse al encontrar en muchas partes condiciones de habitabilidad funestas. En esa vía, en siguientes años habrá de atender situaciones como las observadas en los barrios de San Miguel y Los Reyes, mejorando las condiciones de habitabilidad con calles y avenidas amplias, ventiladas y soleadas. De igual modo, deberán haber viviendas con buenos niveles de iluminación y ventilación; así como una buena dotación de infraestructura y equipamiento.




Referencias


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DISEÑO DE MOBILIARIO INFANTIL

A PARTIR DE UN MODELO DE PRODUCCIÓN

CIRCULAR


DESIGN OF CHILDREN'S FURNITURE

FROM A CIRCULAR PRODUCTION

MODEL




Sofía Alejandra Luna Rodríguez

Universidad Autónoma de Nuevo León

México


sofia.lunard@uanl.edu.mx

https://orcid.org/0000-0003-2879-4132




Issa Alejandra Serna López

Investigadora independiente

México


serna.issa99@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-5904-1021





Fecha de recepción: 06 de octubre, 2022. Aceptación: 25 de noviembre, 2022.













Resumen


El siguiente proyecto consiste en la realización de un mobiliario infantil empleando un modelo de producción circular; en donde todo su proceso de fabricación, desde la obtención de la materia prima hasta el desecho del mismo, genere el menor impacto ambiental posible. Se realizó una extensa investigación documental acerca de los procesos que tiene que atravesar un mobiliario para ser considerado como sustentable. La investigación, de corte cualitativo, fue dividida en tres variables principales: Economía Circular, Mobiliario y Usuario. Primero, se inició con la investigación del concepto de Economía Circular. Partiendo de estos conceptos, se establecieron las características a tomar en cuenta para la realización de un mobiliario con enfoque infantil, tomando en cuenta las premisas de diseño, materiales, elaboración, distribución y ciclo de vida, lo que dio como resultado un producto versátil y adaptable a distintas edades del usuario.

Actualmente, la mayoría de las propuestas de mobiliario no están pensadas desde la sustentabilidad. Por lo tanto, es necesario que, como diseñadores, se dé un primer paso, incorporando criterios de sustentabilidad a los proyectos realizados con el fin de que incentiven la conciencia ecológica y social del público, mientras satisfacemos al mismo tiempo sus necesidades.


Palabras clave

Diseño de producto, economía circular, ergonomía infantil, sustentabilidad, mobiliario.






Abstract


This project consists of making children's furniture by using a circular production model, where the entire manufacturing process, from obtaining the raw material to its disposal, generates the least possible environmental impact. An extensive investigation was carried out about the processes that furniture has to go through to be considered sustainable. The research was divided into three important variables: Circular Economy, Furniture and User. It first started with the investigation of the concept of Circular Economy. Starting from these concepts, the characteristics to be taken into account to the making of furniture for children were established from the design premises, materials, fabrications, distribution and life cycle, which resulted in a product that's versatile and adaptable to possible various ages of the user.

Most of the current furniture proposals are not thought from sustainability. Therefore it is necessary that a first step is taken as designers, incorporating sustainability criteria to the projects carried out in order to encourage ecological and social awareness to the public while meeting the needs.


Keywords

Circular economy, child ergonomics, design of product, sustainability, furniture.




Introducción


Hoy en día, uno de los temas de mayor importancia en la enseñanza del diseño, por representar el futuro de la profesión y por la importancia que esta ejerce en la conformación del mundo que nos rodea, es la incorporación del diseño de mobiliario con modelos de producción más sostenibles, como lo es la Economía Circular. Sin embargo, esta incorporación enfrenta retos importantes, entre ellos, el encontrar los medios más conscientes y aptos para aplicarlo desde sus etapas iniciales y no como un valor agregado al llegar a su etapa final.

Es por este motivo que el presente proyecto de investigación busca exponer el impacto que genera el diseñador industrial dentro de la sociedad actual.. Se abarcan temas como la importancia de diseñar mobiliarios a partir de ciclos de vida circulares en donde todas las fases de vida de un mueble, es decir, extracción, producción, utilización y reutilización, sean pensadas desde un propósito. De igual manera, se describe la relevancia de nuestras elecciones al momento de diseñar un producto, como en la elección de materias primas.

Por lo tanto, para cubrir todos los ámbitos a tomar en cuenta, se dividió el presente documento en tres variables: Economía Circular, Mobiliario y Usuario Directo (en este caso, niños), así como Usuario Indirecto, que serían los adultos.

Finalmente, el diseñador industrial debe tener la responsabilidad de generar propuestas y productos que consideren el impacto medioambiental y de transmitir mensajes que incentiven la conciencia ecológica y social del público, mientras se satisfacen al mismo tiempo sus necesidades.



Planteamiento del problema


El INEGI en los últimos diez años ha registrado en el sector del mueble en México un importante incremento (2020). Este crecimiento ha provocado una gran demanda de materiales, energía, mano de obra, y demás recursos utilizados en esta industria; lo cual ha traído como consecuencia la producción de productos altamente contaminantes. Esto debido, principalmente, a que estos materiales y procesos que utilizan (madera, resinas, disolventes, lacas, barnices, adhesivos, etc.) son, por su propia naturaleza, impactantes al medio ambiente.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, establece que en los últimos diez años, las emisiones de dióxido de carbono crecieron poco más del 50%, la generación de residuos sólidos y aguas residuales industriales en 44 y 33%, respectivamente, y se perdieron alrededor de 6.3 millones de hectáreas de bosques y selvas, todo a causa del ciclo de producción actual (2017).

Según el CETEM, hoy en día, más del 90% de los muebles que se encuentran en el mercado son desechables (2017). El mercado actual ha priorizado disminuir costos, sacrificando la calidad y el medio ambiente. La crisis actual que está sufriendo nuestra sociedad y el medio ambiente es el resultado del seguimiento de un sistema de producción lineal basado en el consumo masivo. Se habla de un problema del cual todos formamos parte y, lamentablemente, no nos detenemos a analizar qué tanto contribuimos al agravamiento de la situación.

La mayoría de las propuestas de mobiliario actuales no están pensadas desde la sustentabilidad. Por lo tanto, es necesario que, como diseñadores, se dé un primer paso, incorporando criterios de sustentabilidad a los proyectos realizados.



Antecedentes teóricos y hallazgos de la fase de investigación


Para establecer los antecedentes teóricos, se inició con el estudio de la Economía Circular. Según McDonough y Braunghart (2002), la economía circular es un nuevo modelo de producción y consumo que garantiza un crecimiento sostenible en el tiempo. Con la economía circular se promueve la optimización de recursos, la reducción en el consumo de materias primas y el aprovechamiento de los residuos, reciclándolos o dándoles una nueva vida, para convertirlos en nuevos productos.

El presente modelo económico de "extraer, producir, desperdiciar" está llegando ya al límite de su capacidad física. La economía circular es una alternativa atractiva que busca redefinir qué es el crecimiento, con énfasis en los beneficios para toda la sociedad. Esto implica disociar la actividad económica del consumo de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema desde el diseño. Respaldada por una transición a fuentes renovables de energía, el modelo circular crea capital económico, natural y social y se basa en tres principios (MacArthur Foundation, 2021):

  • Eliminar residuos y contaminación desde el diseño
  • Mantener productos y materiales en uso
  • Regenerar sistemas naturales

El objetivo de la economía circular es, por lo tanto, aprovechar al máximo los recursos materiales de los que se dispone, alargando el ciclo de vida de los productos. La idea surge, básicamente, de imitar a la naturaleza, donde todo tiene un valor y todo se aprovecha. De esta manera se logra mantener el equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad.

El modelo circular hace una distinción entre ciclos técnicos y biológicos, en donde el metabolismo biológico se refiere a la naturaleza compostable de los objetos o productos que son diseñados para regresar al suelo, de tal forma que sus materiales nutran y fertilizan la tierra. Por otra parte, según MacArthur Foundation, el metabolismo técnico consiste en la naturaleza reusable de los objetos provenientes de procesos industriales, los cuales pueden ser devueltos a las fábricas para volver a hacer productos de igual o mejor calidad (2021).

Continuando con la investigación, se establecieron las características a tomar en cuenta en un mobiliario, desde el punto de vista de diseño, materiales, elaboración, distribución y ciclo de vida.

Un mueble sustentable es aquel que se ha diseñado y producido teniendo en cuenta el respeto del medio ambiente y la salud de las personas, tanto de aquellas que lo usarán, como de los propios trabajadores encargados de su fabricación. Así, para poder considerar un mueble como ecológico, se debe tener en cuenta todo el ciclo de vida del producto en cuestión: su concepción y diseño, la obtención y uso de materias primas de forma óptima, el procesado de las materias primas hasta convertirlas en un mueble, la distribución y la venta. Así pues, se puede decir también que un mueble ecológico es aquel mueble producido en base a los principios del ecodiseño, siguiendo un modelo de economía circular, con el objetivo de minimizar el impacto ambiental durante su elaboración, uso y posterior reutilización, reciclado o desecho (En Estado Crudo, 2021).

A partir de la investigación realizada, se estableció que las consideraciones a tomar en cuenta para diseñar un mobiliario sustentable son las siguientes:

  • Para poder considerar un mueble como ecológico, su diseño y elaboración deberá alinearse con los criterios del ecodiseño. Así, este tipo de muebles deben estar pensados para durar mucho tiempo, en el contexto de un modelo de economía circular y en oposición a la obsolescencia programada que se ve en muchos muebles convencionales y otros productos de consumo.
  • En cuanto a los materiales elegidos para producir los muebles ecológicos, estos deberán ser naturales, de producción orgánica o sostenible, de producción local o reciclados. Entre los materiales naturales más empleados en la producción de muebles se encuentra, principalmente, la madera. En este caso, existen certificaciones que permiten saber que la madera empleada para la elaboración de un mueble proviene de bosques gestionados de forma sostenible, promoviendo la replantación de árboles y no contribuyendo a la deforestación de los ecosistemas naturales mediante la tala ilegal.
  • Además de la selección y obtención de las materias primas, los procesos de producción de los muebles ecológicos deben ser también sostenibles. Así, se elaborarán mediante sistemas de producción respetuosos con el medio ambiente, minimizando el consumo de energía, las emisiones de gases vinculadas a estos procesos de producción y la generación de residuos.
  • Los muebles ecológicos suelen usar acabados alternativos no perjudiciales para la salud, basados en productos inocuos como barnices al agua, ceras y aceites naturales o pinturas a la caseína.
  • El ciclo de uso de los muebles ecológicos también debe ser tomado en cuenta para que estos Requerimientos del diseño

Así, estos muebles se fabrican con materiales de calidad para maximizar su vida útil. También deben ser fáciles de desensamblar una vez que ya no no se pueden usar más, de cara a facilitar su reutilización o su reciclaje. Finalmente, cuando la última opción sea desechar los muebles ecológicos, los residuos deben ser los mínimos posibles y estos desechos tendrán que ser biodegradables.

A partir de lo anterior se consideraron los siguientes materiales:

  • Mezclilla: la tela de mezclilla es una tela de algodón asargado de trama blanca y urdimbre teñida de azul índigo. Para hacerla, después que las máquinas hiladoras convierten el algodón en hilos, algunos de estos son teñidos con una coloración azulada y luego encolados para darle mayor resistencia. Se utiliza un urdidor de balas, para después, en el telar, cruzarlos, por chorro de aire o lanzadera, con otros blancos que serán la trama. La trama puede ser mezclada con fibras elastoméricas (2%) para formar tejidos elastizados. Se le aplican diferentes tratamientos hasta obtener el tejido en un proceso que dura 20 días.
  • Madera Certificada: la Madera Certificada es un ecoproducto que garantiza al consumidor final que esta ha sido obtenida de bosques bien gestionados desde un punto de vista económico, social y ambiental, fomentando la conservación de los recursos naturales y a la vez resguardando los derechos de las comunidades indígenas y de los pequeños propietarios de bosques. Es una sustancia orgánica, dura y resistente que constituye el tronco de los árboles, posee características como la facilidad de conformación, su bajo peso específico, la apariencia agradable y buenas propiedades mecánicas, térmicas y acústicas.
  • Corcho: es un producto compuesto por corcho virgen del bosque que se tritura en granos. Se aglomera en bloque y posteriormente se corta en planchas. Tiene una especial forma de fabricación, prensándola en autoclave cerrado, inyectándole vapor de agua a alta presión y temperatura y se consigue que quede derretida la suberina, que actúa de aglomerante. A la vez, se expanden sus células de composición. Se presenta en placas de 1000 mm x 500 mm y los espesores van desde 20mm hasta 100 mm. Es un material con unas características innatas únicas: resistente y ligero, aislante térmico y acústico, impermeable a líquidos, elástico y comprensible, ignífugo e hipoalergénico.

Bajo estas consideraciones se decidió manejar la Mezclilla, Madera certificada y Corcho por su resistencia, su reciclaje y su fácil manejo para industria.

Un 33% de la parte de la población en México está conformada por niños de 1 a 17 años, según datos de INEGI en 2015. Por lo cual, se consideró pertinente realizar una línea de mobiliario para este sector, debido a que estos productos tienden a desecharse con mayor facilidad, una vez que el infante crece. De igual manera, realizar un mobiliario para este sector aporta una propuesta al mercado que fomente la independencia y la autosuficiencia en los niños, además de que favorece a su crecimiento y a un desarrollo óptimo. Maria Montessori descubrió que, durante la primera infancia, muchas necesidades de búsqueda de autonomía y desarrollo se pueden resolver a través de un entorno preparado –accesible y seguro–, donde el niño pueda moverse libremente (Migliani, 2020).

Según el método Montessori, lo ideal es que el entorno esté siempre dimensionado para que el niño pueda, en la mayoría de los casos, realizar las actividades por su cuenta y de forma segura, incluyendo muebles estables (o fijos) hechos de materias primas no tóxicas (Migliani, 2020). Por último, en el caso del usuario indirecto, es decir de los padres o tutores de los niños, se investigaron sus hábitos de consumo, los cuales han cambiado en los últimos años debido a la apuesta por la economía circular. Esta economía está rediseñando las reglas del juego en la toma de decisiones de los consumidores. Las generaciones más jóvenes son las más comprometidas con la ecología y el medio ambiente. Según recoge el estudio GlobalWebindex, 6 de cada 10 millennials (22-35 años) están dispuestos a pagar un precio mayor por productos ecológicos y sostenibles, seguidos por el 58% de la Generación Z (16-21) y el 55% de la Generación X (36-54).

En la etapa de análisis, se utilizó la herramienta de User Persona con el fin de conocer la personalidad, intereses y frustraciones tanto en el usuario directo como indirecto. Ahí se analizó el caso de un infante de 5 años y su madre de 35 años, de quienes se identificaron sus principales necesidades y se las jerarquizó en primarias, secundarias y terciarias, en relación al mobiliario infantil: que brinde independencia al niño para hacer sus actividades, que tenga durabilidad y resistencia a golpes y rayones, que sea económico, fácil transporte, limpieza y armado.

Para realizar un análisis de los productos existentes en el mercado, se realizó una matriz comparativa, en la que se analizaron tanto muebles sustentables como muebles multifuncionales que podrían resultar de interés. Se seleccionaron los modelos más representativos de cada tipo y fueron evaluados según aspectos funcionales, ergonómicos y formales, obteniendo las fortalezas (ventajas) y debilidades (desventajas) de cada producto. Esta herramienta fue de gran utilidad para observar las carencias que poseía el mercado en el campo de estudio.

De igual manera, se realizó una investigación de tendencias con el fin de identificar los rasgos dominantes del mercado y a los consumidores asociados con estos.

El estilo nórdico en muebles infantiles se ha popularizado en los últimos años. Se trata de una tendencia que proviene de países como Noruega, Suecia y Dinamarca y cuya característica principal es que añade sencillez, funcionalidad y comodidad a los espacios. La idea más importante de esta decoración es no llenar los ambientes de objetos sin utilidad. (Rosen, 2020)

En cuanto a los colores, una buena decoración de cuarto infantil depende de la elección de los colores: se recomiendan colores cálidos y acogedores - más que colores primarios o demasiado brillantes, que no son propicios a un ambiente tranquilo. Se considera emplear colores azules, verdes y tonos pastel, que son relajantes para dormitorios de niños (Rosen, 2020).

La decoración Waldorf está caracterizada por la integración equilibrada de los sentidos de los niños. Por ello, el uso de determinados materiales es esencial para unirse a esta tendencia. Deben ser de origen natural; como el corcho, madera, algodón, ratán, entre otros, porque son ellos los que tienden a proporcionar un tacto diferente al que generan otro tipo de elementos como en el caso del plástico o el metal. Así se crea una riqueza sensorial. Por lo tanto, los muebles de origen natural son los preferidos en esta decoración (Rosen, 2020).



Metodología


La metodología a utilizar en el proyecto fue de carácter cualitativo. Se inició planteando las preguntas de investigación, entre ellas, ¿De qué manera se puede relacionar el Diseño de Mobiliario con la Economía Circular?, ¿Cuál es la manera más óptima de aplicar los criterios de la Economía Circular dentro de un mueble infantil?, ¿Por qué no diseñar de manera que se tome en cuenta al medio ambiente, en lugar de la aceptación tradicional de los daños que el diseño ocasiona actualmente?

A partir de las preguntas de investigación planteadas, se dio inicio al marco teórico, utilizando técnicas documentales con el fin de recopilar información a partir de diversas fuentes como libros, tesis, artículos publicables, entre otras. Se realizó una extensa investigación acerca de los procesos que tiene que atravesar un mobiliario para ser considerado como sustentable, por lo que la investigación fue dividida en tres variables importantes: Economía Circular, Mobiliario y Usuario.

Esta información se complementa con ciertas herramientas de análisis. Para entender al usuario, se utilizaron las herramientas de User Persona e Identificación de Necesidades; para el análisis de Similares, Matriz Comparativa, Tabla de Similares e Investigación de Tendencias; para el análisis del Entorno se hizo una investigación de campo; y, finalmente, para el análisis de materiales, se utilizó una tabla comparativa.

Una vez culminadas las etapas de investigación y análisis, se establecieron los Requerimientos de Diseño, para posteriormente pasar a la etapa creativa y finalmente a la etapa de desarrollo de la propuesta.



Herramientas de análisis


  • Creación de personas.

Para la realización del diseño, se utilizó esta herramienta llamada Creación de Personas, que es un concepto acuñado por el programador y diseñador de interfaces Alan Cooper, fundador de Cooper Interaction Design y quien, a fines de los 90 y principios de 2000, estableció una técnica de definición de usuarios. Como herramienta de diseño, es una herramienta poderosa y valiosa para el diseñador, ya que le permite focalizar toda esa información y se evita que el diseñador se vea tentado a manipular la información para hacer su diseño ideal. Con el uso de personas, la información adquiere rostro y nombre, con lo cual, como diseñadores, es más fácil aterrizar el diseño para usuarios reales.

Como resultado se crearon dos perfiles de usuarios, donde se realizaron varias listas para determinar su personalidad, sus actividades y sus frustraciones, todo en base al propósito del diseño.

  • Identificación de necesidades.

Se utilizó la herramienta Identificación de Necesidades, en donde, a partir de una investigación del usuario, se organizaron las necesidades de este en una jerarquía de objetivos de diseño.

  • Storyboard

Los storyboards son una forma eficaz de compartir los conceptos de diseño, y resultan especialmente valiosos en contextos multiculturales. Este cuenta una historia rica y convincente sobre cómo usuarios individuales emplearán el producto. En este caso, se redactaron tres storyboard, donde se plantearon situaciones en las que el usuario se planteaba en diferentes situaciones y donde estuviera en contacto directo con el mobiliario.

  • Benchmarking de producto

Es una técnica en la que se comparan los productos similares con el que se diseñará, a fin de analizar formas de mejorar dicho producto. Es un acercamiento sistemático, utilizado para identificar mejores prácticas. Es una técnica que permite aprender sobre los éxitos de otros. Se utiliza para desarrollar nuevas ideas para modificar y mejorar (Dgplades, 2014).

Para realizar un análisis de los productos existentes en el mercado, se realizó una matriz comparativa, en la que se analizaron tanto muebles sustentables como muebles multifuncionales que podrían resultar de interés. Se seleccionaron los modelos más representativos de cada tipo y fueron evaluados según aspectos funcionales, ergonómicos y formales, obteniendo las fortalezas (ventajas) y debilidades (desventajas) de cada producto. Esta herramienta fue de gran utilidad para observar las carencias que poseía el mercado en el campo de estudio. De igual manera, se realizó una investigación de tendencias, con el fin de identificar los rasgos dominantes del mercado y a los consumidores asociados con estos.

  • Materiales

Para realizar un análisis de los materiales que se tienen planeados utilizar, se realizó una investigación para determinar qué factores hay que tomar en cuenta para el cuidado de estos; es decir, humedad, temperaturas, densidad e información específica de estos, como el grosor de venta, porosidad, etcétera. Esto se muestra en la Figura 1.



Figura 1. Propuesta de materiales.





  • Análisis del Entorno

Un análisis del entorno es una visión del contexto dentro del cual puede operar el producto. El análisis de entorno es una herramienta valiosa para obtener una perspectiva de cómo interactuará el mobiliario y su lugar dentro de la comunidad en general. ¿Cómo se posiciona en relación con el infante?, ¿Cómo lo ven los miembros de la familia?, ¿Qué piensan de su eficacia aquellos que deberían beneficiarse de su trabajo?, ¿Qué factores externos afectarán su capacidad para hacer su trabajo?, ¿Qué factores internos podrían afectar al mobiliario en contacto directo con los usuarios?



Conclusión de medidas antropométricas


Maria Montessori descubrió que, durante la primera infancia, muchas necesidades de búsqueda de autonomía y desarrollo se pueden resolver a través de un entorno preparado, accesible, y seguro–, donde el niño pueda moverse libremente (Migliani, 2020).

Con las evidencias recientes en relación a sus descubrimientos, principalmente por parte de la neurociencia, se habla cada vez más del concepto de autonomía para los niños. Con ello, se tiende a abrir un mercado mayor para las empresas que deseen comercializar este tipo de productos: mesas para el estudio, sillas (desde las más sencillas hasta réplicas de grandes diseñadores), camas bajas, estanterías, y muchas otras (Migliani, 2020).

Finalmente, a partir de toda la información recabada con anterioridad, la siguiente figura muestra las dimensiones antropométricas fundamentales que se necesitan para el diseño de una silla infantil. Estas son obtenidas del libro Las Dimensiones Humanas en Espacios Interiores, escrito por Julius Panero y Martin Zelnik.



Figura 2. Dimensiones Antropométricas Fundamentales que se necesitan para el diseño de sillas.


Nota. Fuente: Dimensiones Humanas en Espacios Interiores (p.61).




Antropometría de un niño


A continuación, se muestra como referencia los gráficos de las dimensiones del usuario directo; en este caso, un niño entre 3 y 8 años de edad. Esto debe tomarse en cuenta al momento de diseñar el mobiliario. En la siguiente tabla, se plantean utilizar las medidas 22 a 32 (solamente se tomará en cuenta las dimensiones de los niños de tres años), debido a que estas contienen los datos necesarios para realizar las dimensiones de la silla y la altura de la mesa.



Figura 3. En posición sentado Preescolares Sexo Femenino 2 y 3 años.



Nota. Fuente: Dimensiones Antropométricas Población Latinoamérica (p.36).



En la siguiente tabla (niños de 4 a 5 años) se plantean utilizar las medidas 22 a 32, debido a que estas contienen los datos fundamentales para dimensionar la silla: altura, profundidad y anchura de asiento, altura de respaldo, apoyabrazos, y separación de pies. De igual manera, los siguientes datos permiten dimensionar la altura de la mesa.



Figura 4. En posición sentado Preescolares Sexo Femenino 4 y 5 años.



Nota. Fuente: Dimensiones Antropométricas Población Latinoamérica (p.44).



En la siguiente tabla (niños de 6 a 8 años), se plantean utilizar las medidas 22 a 32, debido a que estas contienen los datos fundamentales para dimensionar la silla: altura, profundidad y anchura de asiento, altura de respaldo, apoyabrazos, y separación de pies. De igual manera, los siguientes datos permiten dimensionar la altura de la mesa.



Figura 5. En posición sentado Escolares Sexo Femenino 6 a 8 años.



Nota. Fuente: Dimensiones Antropométricas Población Latinoamérica (p.53).



Las siguientes figuras son tomadas para basarse en las dimensiones referentes al infante en relación al mobiliario de silla y mesa.



Figura 6. Mesa de Trabajo y Juego.



Nota. Fuente: Dimensiones Humanas en Espacios Interiores (p.60).



Figura 7. Mesa de Trabajo y Juego.



Nota. Fuente: Dimensiones Humanas en Espacios Interiores (p.61).



Unión de estructuras

Ensamble de Caja y Espiga



El ensamblaje de caja y espiga es una técnica que se ha utilizado desde hace milenios en todo el mundo para ensamblar piezas de madera entre sí, principalmente cuando las piezas adyacentes se conectan en un ángulo de 90 grados. En su forma básica, es simple y fuerte.

Aunque hay muchas variaciones de esta unión, la caja y la espiga tienen dos componentes: el agujero de la caja, o mortaja, y la lengua de la espiga. La espiga, formada en el extremo de un miembro referido generalmente como un carril, se inserta en un agujero cuadrado o rectangular cortado en el otro miembro correspondiente. La espiga se corta para adaptarse al agujero de mortaja exactamente, (o bien un poco más pequeña en caso de utilizar herramientas manuales). Por lo general, tiene hombros rectos que se asientan sobre el miembro cuando la articulación entra completamente en el agujero de mortaja. La junta o acoplamiento de ambas piezas puede ser pegada, clavada, acuñada o atornillada, para mantener las piezas unidas firmemente (Albano, 2012).

La unión con espiga y caja o escopladura es muy común en mueblería, sobre todo en sillas y mesas, ya que resulta mucho más sólida que la unión en la media madera. Dada su sencillez, es la que se recomienda utilizar (Bricomanía, 2022).



Ajuste a presión


Un ajuste recibe el nombre de ajuste a presión cuando se ejecuta mediante un ajuste forzado; es decir, cuando el diámetro del eje es mayor que el del agujero donde se desea colocar.

Ajustar una pieza consiste en acoplarla o encajarla dentro de otra. Será necesario, pues, que la relación entre sus medidas esté determinada previamente. Gracias a las propiedades químicas del corcho, es posible embonarlo a presión.



Pegamento para corcho natural


Seleccionando el adhesivo para el montaje de los productos de corcho, debe prestar atención no sólo al precio del producto, sino también a los aspectos tales como la composición química del aglutinante, la fiabilidad del fabricante, facilidad de aplicación y la seguridad de la instalación y funcionamiento posterior. Un pegamento para corcho ecológico y bueno es una garantía del 100% de que el montaje será seguro y profesional, y que la tarea no dará problemas (Corcho24, 2022).

La cola de contacto Wakol D3540 es un producto fiable, fuerte, ecológico y muy fácil de usar. El pegamento para corcho puede ser utilizado para los suelos de corcho, como también para las placas de corcho decorativas para paredes. Está diseñado para la unión de todos los tipos de los productos de corcho con los sustratos absorbentes y no absorbentes.

No deja manchas amarillas. Queda completamente transparente. Cuando está húmedo, se limpia fácilmente con agua. No libera sustancias volátiles tóxicas y no desprende olor. Se puede aplicar con un simple rodillo. Tiene tiempos de secado y aplicación largos (no se pasa). En particular, se recomienda para pegar las placas de corcho de pared, suelo, aislamiento y corcho técnico.



Requerimientos

Requerimiento de diseño

  • Perdurar por el máximo tiempo posible.
  • Oposición a la obsolescencia programada.
  • Multifuncionalidad del mobiliario.
  • Producción Orgánica Sostenible.
  • Producción local o reciclados.
  • Buscar certificaciones sustentables.
  • Fibras de origen vegetal.
  • Sistemas de Producción respetuosos.
  • Minimizar el consumo de energía.
  • Evitar generación de residuos.
  • Sustituir los acabados por naturales.
  • Contemplar la minimización del impacto ambiental a la hora de transportar.
  • Embalaje hecho a partir de materiales sostenibles.
  • Fáciles de desensamblar para facilitar su reutilización o reciclaje.
  • Residuos mínimos
  • Desechos biodegradables.
  • Requerimientos del usuario
  • Coherentes con la edad y su nivel de crecimiento.
  • Accesibles y seguros.
  • Objetivo de brindarles autonomía
  • Mobiliario estable y fijo. Materias primas no tóxicas.
  • Evitar esquinas con ángulos rectos.
  • Fácil limpieza y mantenimiento.
  • Formas y colores apropiados.
  • Herrajes ocultos a la manipulación del niño.


Resultados


Una vez culminadas las etapas de investigación y análisis, se establecieron los Requerimientos de Diseño, divididos en dos variables. Los primeros requerimientos parten desde la Economía Circular. En el aspecto de diseño, se espera que el producto perdure por el máximo tiempo posible y se oponga a la obsolescencia programada. Los materiales tienen que provenir de una producción sustentable y local, así como buscar certificaciones sustentables. El proceso de elaboración tiene que ser respetuoso con el medio ambiente, evitar la generación de residuos y sustituir los acabados por naturales. A su vez, el ciclo de vida tiene que generar residuos mínimos y ser biodegradable.

Los segundos requerimientos parten desde las necesidades del usuario directo, que son los niños. Se estableció que el diseño tiene que ser coherente con la edad y su nivel de crecimiento. Este debe ser accesible y seguro, ocultando herrajes. A su vez, tiene que ser de fácil transporte y ligero para que lo pueda mover el niño de manera independiente, así como de fácil ensamblaje para facilitar su reutilización o reciclaje.

Una vez establecidos los requerimientos del Diseño, se empezó con la Etapa Creativa, en donde se dio inicio con la exploración de formas. A partir de la exploración de formas, se empezó a trabajar con dos propuestas, para posteriormente terminar con una que se iría desarrollando.



Figura 8. Diseño de mobiliario infantil.




Es así como nace e-Coma. E-Coma es una línea de mobiliario, la cual consiste de una mesa y un taburete para niños de 3 a 8 años, como se puede ver en la figura 8. El mobiliario busca acompañar al niño a través de su infancia, adaptándose a su crecimiento, sin necesidad de deshacerse del mobiliario, y resolver la problemática actual de consumo y desecho. El nombre de e-Coma nace a partir de la integración de tres características clave del mobiliario: ecología, madera y corcho. Estos son los materiales principales que lo componen.

La línea de mobiliario consiste en tres piezas, las cuales tienen como características que son apilables, lo que permite formar la altura deseada del niño. Los dos materiales del mobiliario son madera certificada y corcho, los cuales lo dotan de una ligereza que permite al niño cierta autonomía e independencia para que pueda moverlo él solo. De igual manera, estos dos materiales son relativamente accesibles, a diferencia de los que emplean otros mobiliarios sustentables, los cuales terminan elevando su costo y haciéndolo inaccesible para todo el público.



Figura 9. Comparación de dimensiones usuario-mobiliario.



El rango de edad dirigido del siguiente mobiliario infantil es desde los tres años hasta los ocho años. Así, se le da un ciclo de vida útil de por lo menos seis años, a diferencia de los mobiliarios actuales, que se encuentran en el mercado. Estos últimos son obsoletos una vez que el niño sobrepasa la altura, ya que empiezan a generar incomodidad.



Figura 10. Despiece del mobiliario.




La estructura de ambos mobiliarios consta de cinco piezas, como se puede ver en la figura 10. El asiento, el soporte para edad de 3 años, la extensión celeste de 4 a 5 años y, por último, la extensión verde para edades de 6 a 8 años. El asiento se une al soporte a través de un pegamento de contacto específico para corcho. Las extensiones se ensamblan a través de un ajuste a presión, lo que les permite removerse. El acabado final de la madera es con un sellador de dispersión incolora de bajo olor y cero compuestos orgánicos volátiles, así como una fórmula amigable con el medio ambiente. En el caso del corcho, para darle el acabado en pintura, se utilizó un esmalte acrílico en base de agua bajo la misma línea de cero compuestos orgánicos volátiles. El mobiliario cuenta con patas antideslizantes, las cuales son removibles para evitar el contacto con el suelo.

Para la elección de materiales, se optó por la utilización del corcho, ya que este puede reciclarse un número infinito de veces para fabricar nuevas piezas, cumpliendo así con los requerimientos de diseño para materiales. De igual manera, es un producto completamente natural, renovable y biodegradable. A su vez, las partículas más pequeñas de polvo de corcho, producidas durante los sucesivos triturados, pueden convertirse en combustible para la misma industria y su producción no produce ninguna contaminación ni perjuicio al ecosistema, ya que se obtiene por descortezamiento del alcornoque.

Se optó por utilizar madera certificada, ya que es un material atemporal de gran abundancia con características estéticas y de resistencia necesaria. La certificación es una herramienta para la conservación de los recursos naturales a través de un sello que garantiza a los consumidores que el producto que están adquiriendo es el resultado de prácticas responsables, bajo principios y criterios que buscan el balance ecológico, económico y social. Además, proporciona beneficios ambientales, económicos y sociales para todos los eslabones comprendidos en la cadena de valor de la industria de la madera. Por otra parte, al tomar en cuenta al usuario directo, la textura de la madera, según la pedagogía Waldorf, fomenta la curiosidad e imaginación de los niños.



Conclusión


Debido a los cambios corporales que atraviesan los niños en cada una de las etapas de su crecimiento, es muy importante que cuenten con el mobiliario adecuado para estimular el aprendizaje, la concentración y, a su vez, la comodidad. Los muebles deben ser flexibles, para poder atender todas sus actividades; sin embargo, no se debe comprometer el medio ambiente para lograrlo.

Con la investigación presentada, se busca encontrar las pautas y principios que permitan proponer una línea de mobiliario infantil atemporal y socialmente responsable, en donde se abra un camino para nuevas formas de producción, a partir de materiales sustentables. Se busca generar un diseño mucho más consciente.

El mobiliario infantil es un aspecto muy importante de la educación de los niños, convirtiéndose en un importante aliado a la hora de convertir sus espacios de estudio y/o juego en lugares agradables y creativos, en los que se sientan libres de actuar, manipular, explorar y descubrir. Se busca crear un ambiente estimulante y adecuado a la edad de los niños, ya que influye de manera muy directa en su desarrollo integral. Los espacios infantiles, se deben diseñar con intencionalidad educativa y deben ser coherentes con la edad y el nivel de crecimiento del niño. Así, se tienen ambientes que se vayan modificando y adaptando en función de las necesidades de los pequeños. Además, no solo se debe tener en cuenta la estética de los elementos (Migliani, 2020).

El resultado de la investigación esclarece la necesidad de cambiar cómo se hace y concibe el diseño para aspirar a un futuro más sustentable. Ante la falta de conciencia ambiental actual, como diseñadores, el realizar propuestas de cambio pensadas desde la sustentabilidad, genera consumidores más sensibles y responsables con el medio ambiente. Ser conscientes de este punto de vista y adquirir productos que se apeguen a estos valores beneficia no solo al ambiente sino también a la economía y a la salud.

Exponer la importancia de la Economía Circular incorporada al Diseño de Mobiliario permite que los demás diseñadores adquieran conocimientos y habilidades que cubran las exigencias del diseño sustentable y, por ende, se consigan diseñadores capacitados y comprometidos con crear diseños e ideas que respondan a las nuevas exigencias de la sociedad en términos ecológicos, sociales y económicos.

La economía circular aboga por utilizar la mayor parte de materiales biodegradables posibles en la fabricación de bienes de consumo –nutrientes biológicos- para que estos puedan volver a la naturaleza sin causar daños medioambientales, al agotar su vida útil. En los casos que no sea posible utilizar materiales ecológicos, como en el caso de componentes electrónicos, metálicos, baterías, etc., el objetivo será facilitar un desacople sencillo para darle una nueva vida. Se los reincorporará al ciclo de producción al componer una nueva pieza. Cuando no sea posible, se reciclará de una manera respetuosa con el medio ambiente.

Si bien hoy en día es complicado generar diseños que cumplan al cien por ciento con aspectos sustentables, debido a que todo tiene un costo para el planeta, sí es un compromiso, como diseñadores, generar propuestas de cambio pensadas desde la sustentabilidad. Esto genera consumidores más sensibles y responsables con el medio ambiente.




Referencias


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