UNA RELACIÓN PERMEABLE:

UN CAMPUS EN UNA CIUDAD


A PERMEABLE RELATIONSHIP:

A CAMPUS IN A CITY




Javier Durán

Universidad de Cuenca

Ecuador



Profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, en donde ha sido docente e investigador. Máster por la Universidad Politécnica de Catalunya. Fundador de Duran&Hermida Hermida Arquitectos Asociados y Director de la Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca del 2008-2015. Ha publicado artículos en: Revista Rita (2015) N.3 Pg.30-31; Revista SUMMA (2012) N.120. p. 94-97; Revista Escala (2011) N.221. P.27-29; Revista ESTOA (2012), N.2, 44-59.


javier.duran@ucuenca.edu.ec




María Augusta Hermida

Universidad de Cuenca

Ecuador



Profesora e investigadora de la Universidad de Cuenca, directora del Grupo Ciudades Sustentables–LlactaLAB, Doctora en arquitectura por la Universidad Politécnica de Catalunya. Sus últimos artículos científicos se han publicado en Urban Morphology (2020) 24(1); Journal of Transport & Health (2020) 16(January); Cities (2019) 95(May); Building and Environment (2018), 138; Landscape and Urban Planning (2017),Vol. 159; Procedia Engineering (2017), Vol 198; Revista Hábitat Sustentable (2016) Vol. 6, N. 2; Bitácora Urbano Territorial (2015), 25(2); Revista Eure (2015), Vol. 41, N. 124.


augusta.hermida@ucuenca.edu.ec

orcid.org/0000-0003-1326-2723




Iván Sinchi

Universidad del Azuay

Ecuador



Docente ocasional en la Facultad de Diseño, Arquitectura y Arte de la Universidad del Azuay. Máster en Proyectos Arquitectónicos por la Universidad de Cuenca. Ha publicado en Revista Trama (2012), N.114, 31-37; Revista Trama (2017), N.143, 74-77; Revista ESTOA (2012), N.2, 44-59; y Libro de ganadores de la XX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito (2016), 114-117.


ivansinchit@gmail.com




Juan Pablo Carvallo-Ochoa

Universidad de Cuenca

Ecuador



Profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, en donde ha sido docente e investigador. Máster en Proyectos Arquitectónicos por la Universidad de Cuenca. Director del Centro de Posgrados de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, período 2016-2018. Sus últimos artículos se han publicado en la Revista ESTOA, Edición Especial (2018).


juan.carvallo@ucuenca.edu.ec





Fecha de recepción: 20 de febrero, 2020. Aceptación: 02 de abril, 2020.












Resumen


El debate contemporáneo sobre la arquitectura está centrado en las características que deben tener nuestros edificios y ciudades. Lamentablemente, la mayoría de propuestas de diseño urbano no siempre están acordes a los desafíos de la época. A pesar de este panorama, en varios lugares del mundo, se encuentran proyectos que rompen la inercia que mayoritariamente se observa en la profesión y que muestran un compromiso con el presente y el futuro de la arquitectura. Tal es el caso de la obra que presentamos en este trabajo. Un proyecto de diseño de espacio colectivo en el campus de una universidad pública, la Universidad de Cuenca (Cuenca-Ecuador), que se concibe desde los conceptos de ciudad abierta y espacio colectivo, que entiende a los espacios urbanos como territorios de paso, con fronteras permeables que permiten la socialización, la relación entre el exterior y el interior, el acercamiento entre lo público y lo privado; y trabaja a escala de edificio, barrio y ciudad. El proceso de diseño que se adopta entiende a las formas urbanas como obras cambiantes en el tiempo y generadoras de significados sociales; además, destaca la idea de que la acupuntura urbana en espacios abiertos residuales permite una configuración espacial que transforma el sentido de bienestar de la comunidad entera y fortalece la identidad y la pertenencia. A través del recorrido de este proyecto, se explica que la atención cuidadosa a la calidad del diseño del espacio público, colectivo y común cambia dramáticamente la experiencia y expectativas de sus usuarios.


Palabras clave


Campus universitario, espacio público, espacio colectivo, diseño urbano, diseño arquitectónico, acupuntura urbana.






Abstract


Contemporary debate on architecture is focused on the characteristics that our buildings and cities should have. Unfortunately, most urban design proposals are not always in line with the challenges of the time. Despite this panorama, in various parts of the world, there are projects that break the inertia that is mostly observed in the profession and show a commitment to the present and the future of architecture, as is the case of the present work. It is a collective space design project on the campus of a public university, the University of Cuenca (Cuenca-Ecuador), which is conceived from the concepts of open city and collective space by understanding urban spaces as territories to pass through, with permeable borders that allow socialization, and with strong relationship between indoors and outdoors, and between public and private places; a project that works over different scales, from buildings to neighborhoods and the city. The design process that is adopted understands urban forms as a phenomenon that changes over time and generates social meanings; it also highlights the idea that urban acupuncture in residual open spaces allows a spatial configuration that transforms the sense of well-being of the entire community and strengthens identity and belonging. Careful attention to the quality of the design of the public, collective, and common space dramatically changes the experience and expectations of its users as it is explained throughout this project.


Keywords


University campus, public space, collectivespace, urban design, architectural design, urban acupuncture.




Introducción


El debate contemporáneo sobre la arquitectura está centrado en las características que queremos que tengan nuestros edificios y ciudades. Queremos que estas últimas sean sustentables, integradas, cohesionadas, seguras, con buenos y eficientes servicios públicos, con calidad ambiental adecuada, con una economía innovadora y dinámica, con un alto nivel de vida cultural y que posibiliten múltiples actividades; sin embargo, todas las ciudades alrededor del mundo, y particularmente las del sur global, fallan en casi todos estos componentes. Nos preguntamos entonces, si quizá el problema sea que muchas de las propuestas de diseño urbano que nacen desde las instituciones públicas y privadas, la academia y las oficinas de arquitectura y planificación, están carentes de ideas acordes a la época que vivimos y son incapaces de concebir una respuesta adecuada a los grandes desafíos del aquí, del ahora y del mañana de la arquitectura y la ciudad.

Con estos antecedentes, este artículo presenta la obra de diseño de espacio colectivo en la Universidad de Cuenca (Ecuador), como una respuesta alternativa que rompe con la inercia que mayoritariamente se observa en la profesión, muestra un compromiso con el presente y el futuro de la arquitectura y, de un modo u otro, nos permite soñar con ser capaces de dar respuesta a los grandes retos que la época actual nos demanda. Es una intervención colectiva, a mediana escala, en un campus de una institución pública, que trabaja y profundiza sobre los conceptos de ciudad abierta, espacio colectivo o común y acupuntura urbana.

La Universidad de Cuenca se emplaza en la ciudad de su mismo nombre, fundada por los españoles en 1557 sobre los restos de las ciudades Cañari e Inca que le precedieron: Guapondelig y Tomebamba. La Universidad, por su parte, se funda en 1867 y en 1948 adquiere el predio en donde actualmente se ubica el campus central. Es un sitio de singulares características, ubicado en la orilla sur del río Tomebamba, en una terraza fluvial conocida como El Ejido, en donde se dio la expansión de la ciudad hacia mediados del siglo XX. Está ubicada frente a El Barranco, que es el hito geográfico más representativo de la ciudad, formado por la erosión que el paso del río produjo, y límite entre la terraza alta -donde se asienta la ciudad fundacional- y la baja -en donde está la Universidad-.

En 1953, se encarga el diseño del campus central, con una proyección hasta el año 2000, al arquitecto Guillermo Cubillo. Sin embargo, en el período 1953-1970 y debido a problemas financieros, solo se construyeron tres facultades (Filosofía, Ciencias Químicas e Ingeniería). No es sino hasta varios años después que se edifica la Biblioteca, un edificio administrativo y el Aula Magna, actual Teatro Carlos Cueva Tamariz. En 1971 se construye la facultad de Derecho, diseño del arquitecto Jorge Roura colaborador directo de Cubillo. Entre 1973 y 1977 se construye la facultad de Arquitectura y Urbanismo, del arquitecto Álvaro Malo; y, desde los años 80, el resto de edificios, facultades y equipamientos del campus, que fueron ejecutados directamente por la Unidad Ejecutora de Obras de la Universidad de Cuenca de la época (Mogrovejo, 2018). A partir del año 2008 y, como parte del plan marco de reestructuración de la totalidad de la Universidad de Cuenca, la Unidad de Planificación Física, creada en ese mismo año y dirigida por el arquitecto Javier Durán, se propuso realizar reformas significativas en el espacio físico de los diferentes campus, iniciando con el campus central. Su objetivo era alcanzar una calidad ambiental, visual y funcional acorde a las necesidades actuales y futuras de la ciudad y la comunidad universitaria, desde una perspectiva contemporánea y pertinente.



Referentes conceptuales


Ciudad abierta y compleja


A lo largo del siglo XX las ciudades se planificaron cerradas, zonificadas, con servicios y redes viales altamente segregadas, y con hábitats urbanos separados en islas socio-culturales heterogéneas pero homogéneas en su interior. Se convirtieron en barreras mono funcionales, de rápido deterioro, que han dificultado el intercambio dinámico entre diferentes grupos humanos, etnias y clases sociales. La ciudad cerrada funcionó a través de límites o bordes, en donde las urbanizaciones y condominios horizontales llevaron al extremo estas nociones y por ende la segregación por clases (López de Lucio, 1993; Sennet, 2006). Tal realidad se torna aún más compleja por la creciente influencia del cambio climático, la escasez de recursos, la inequidad, el crecimiento de las ciudades, el desplazamiento migratorio global, y la mala gestión de los recursos naturales (Saaty, 2015; Hall 2017).

En el marco de esta realidad poco optimista, surgen también grandes desafíos y oportunidades a partir de las múltiples tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el Big Data y similares (Blohmke, 2014); por otro lado también aparecen reflexiones más apropiadas que entienden a la ciudad como un sistema complejo, dinámico y variante en el tiempo, fruto de un sinnúmero de relaciones entre distintos componentes (Sennet, 2006) que propician la construcción de ciudades abiertas, en donde se favorece el ámbito público y colectivo. Esta visión de ciudad reconoce la diversidad humana de modo que fomenta espacios que fortalecen la vida comunitaria.

La ciudad abierta promueve espacios permeables y límites porosos que permiten el encuentro y la interacción entre grupos y personas diferentes. Sennet (2006) compara estos límites con membranas celulares semejantes a las fronteras, es decir que retienen adentro elementos valiosos pero que también dejan fluir otros, igual de valiosos, a través de ellas. Estas fronteras se diferencian de los muros, que retienen lo que más pueden internamente. En la ciudad abierta se da el encuentro con aquello que no se busca, viviéndolo progresivamente y fortaleciendo la pertenencia al lugar; pues se genera interés por este, se invierte tiempo y esfuerzo personal, y consecuentemente se apropia del mismo y se lo cuida. Esta condición de porosidad genera y fomenta la resiliencia social, que trata de las capacidades de las entidades sociales y de las comunidades para tolerar, absorber, enfrentar y adaptarse a las amenazas (Keck y Sakdapolrak, 2013).

Así, la planificación del siglo XXI debería mirar las ciudades como sistemas abiertos y complejos, y debería atender conflictos y posibilidades identificando y solucionando problemas como un proceso de descubrimiento más que de claridad. Se puede concluir, por tanto que el aislamiento no garantiza el orden civil; y, seguramente, abrir los bordes signifique que gente distinta compita entre sí, pero, aunque esto signifique un riesgo, será la única manera en la que se puedan crear las condiciones para una vida colectiva sostenible socialmente (UN-Hábitat, 2018).



Ni público ni privado sino colectivo o común


El espacio colectivo es mucho más y mucho menos que el espacio público. Lo público denota un bien de propiedad de la autoridad local o nacional en beneficio de todos los ciudadanos, hagan o no uso de este. Los bienes comunes o colectivos, por su parte, sugieren una comunidad que utiliza permanentemente y da mantenimiento a este bien (UN-Hábitat, 2018). Los espacios colectivos son entonces el lugar en donde se da la vida colectiva, se la representa y se la recuerda, pueden ser públicos o privados, pero sirven para fomentar lo colectivo y comunitario. De igual forma, Solà-Morales (2014) plantea que “los espacios colectivos son la riqueza de las ciudades históricas y son también, seguramente, la estructura principal de la ciudad futura”: espacios públicos absorbidos por usos particulares, o espacios privados que adquieren una utilización colectiva.

Un mercado, una tienda de barrio, la escuela, la parada de bus, la casa comunal o un campus universitario son espacios de derechos y deberes que, como espacios colectivos configuran la vida cotidiana y de encuentro. La calidad de todos los espacios colectivos es la tarea urgente de la ciudad si pretende ser resiliente. Debemos por tanto llenar la ciudad de espacios colectivos de buen diseño y alta calidad espacial, “de buenas casas, de buenas tiendas, de buenos bares y de buenos jardines privados, tanto como de paseos públicos, monumentos o edificios representativos. Y, por lo tanto, la calidad de lo individual es condición para que, el ser semánticamente colectivizado, genere una riqueza colectiva” (De Solà Morales, 2014, párr. 28). En este contexto las calles, los callejones, los caminos peatonales, las plazas de paso y los senderos son arterias que conectan y alimentan los espacios colectivos, pues el principal propósito de éstos es la comunicación (Jacobs, 1996); y deben ser maravillosos para que la gente desee estar allí.

El espacio colectivo que surge espontáneamente tiene una serie de cualidades espaciales y un impacto sociocultural que muchas veces pasa desapercibido para diseñadores, planificadores y tomadores de decisiones (Scheerlinck, 2015). Se transforman, tanto en uso como apropiación, debido a cambios ambientales (cambio climático), económicos (inequidad) y sociales (migración). También sus usuarios cambian su comportamiento, actitud y manera de apropiación, respondiendo a las variaciones de la realidad y de las oportunidades que el día a día les brinda. El espacio colectivo debe por tanto ser múltiple, flexible, abierto y diverso; en contraposición a la rigidez de los límites, la especialización, el individualismo y la privatización en el ámbito urbano; y debe darse desde la escala de ciudad hasta la del barrio, desde el campus universitario hasta la calle y la casa.



La acupuntura urbana como recurso del proyecto


La acupuntura urbana es una práctica de diseño urbano que consiste en proponer proyectos de pequeña escala insertos en espacios abiertos, muchos de ellos residuales, que en conjunto forman una red intersticial en la ciudad. Se les conoce con este nombre pues son intervenciones espaciales, auto contenidas y precisas. Son una oportunidad para la saturación del espacio con posibilidades sociales, pequeñas, de fácil acceso, diversas y recreacionales. Pueden además ser la semilla de proyectos urbanos más complejos y grandes. Este tipo de proyectos han dejado lecciones importantes pues tienen el potencial de promover la cohesión social y fortalecer las capacidades de la comunidad (UN-Hábitat, 2018).



Discusión de las ideas


La propuesta de diseño se enmarca en la visión de la ciudad como un sistema abierto en el cual se permite el crecimiento y la transformación. El proyecto utiliza el concepto de promenade, de paseos y recorridos, en donde el campus se convierte es un territorio para quedarse y para pasar; con fronteras en lugar de bordes, simultáneamente porosas y permeables, que permiten la socialización entre los distintos usuarios y la transición entre espacios exteriores e interiores, aulas y jardines, caminos y plazas, en la escala del edificio, el barrio y la ciudad. Además, se basa en el entendimiento de que las formas urbanas son obras incompletas, cambiantes en el tiempo, y generadoras de significados sociales y prácticos al ser experimentadas en conjugación con el entorno. Se valora las lecciones aprendidas de proyectos de acupuntura urbana en pequeña escala que tienen el potencial de fomentar la cohesión social y que muestran cómo el espacio colectivo determina el desarrollo del día a día de la vida humana que sucede en él, entendiéndose a este desarrollo como una experiencia de descubrimiento y sorpresa.



El campus como territorio de paso


Así como en el plano Nolli de Roma, dibujado en 1748, se capturó la porosidad y permeabilidad de una ciudad con multicapas históricas, en donde los interiores de los edificios públicos (iglesias, palacios, monumentos) y los espacios públicos de las calles, callejones y plazas se intersecan para crear un sistema sin costura, abierto y accesible (UN-Hábitat, 2018), en el campus de la Universidad de Cuenca se buscó construir porosidad urbana, permitiendo que la gente lo atraviese en todas las direcciones; y que se aproveche los espacios abiertos, dotados con mobiliario adecuado, como espacios para construir y fortalecer, no solo la comunidad universitaria, sino el espíritu ciudadano en general.

El proyecto convirtió al campus en un territorio colectivo: se abrieron puertas y se construyeron caminos, se establecieron recorridos peatonales, se suprimieron barreras arquitectónicas se reorganizaron las circulaciones vehiculares limitando su velocidad y quitándoles protagonismo, se incluyeron parqueos para bicicletas en posiciones estratégicas; en definitiva se buscó romper los bordes para permitir el encuentro, disipando las diferencias entre edificios y espacios exteriores, entre afuera y adentro, entre ciudad y campus, vinculándolo con la vida cotidiana de la ciudad. Con el diseño en red de caminos, jardines, parques y plazas se confirió unidad a la serie de edificios inconexos y de diversas épocas que se habían construido sin clara planificación ni visión a mediano y largo plazo.

La explicación del proyecto se hace desde la mirada del peatón que recorre los senderos y las plazas. Se la hace al ritmo del que marcha a pie, ritmo que permite reflexionar sobre cómo los sentidos del ser humano son el hilo conductor de la relación entre el lugar, al programa y la construcción del proyecto; y permite percibir la porosidad, la conectividad y la vitalidad del espacio:

los caminantes generalmente se mueven más rápido cuando caminan a lo largo de circulaciones lineales, mientras que disminuyen su paso cuando atraviesan una plaza, por ejemplo. Algo similar a lo que ocurre con el agua, que fluye rápidamente en un río pero más lentamente en un lago (Gehl, 2014, p.120 ).



Del barrio al río


El primer recorrido (Figura 1) permite ir desde uno de los barrios de Cuenca, al sur del campus, hasta el río Tomebamba y El Barranco, en el norte (a). El Barranco, que como se mencionó, es un hito emblemático, tanto geográfica como históricamente, conecta la plataforma baja de la ciudad, conocida como El Ejido, en donde se emplaza la Universidad de Cuenca, con la plataforma alta en donde se emplaza la ciudad fundacional, actual Centro Histórico.

El paseo inicia en el ingreso sur (b), una marquesina de hormigón y acero que se repite también en la entrada norte (c), un hito referencial, una frontera, una membrana que deja entrar y salir; una puerta abierta que invita a entrar pero es a la vez un umbral que anuncia la presencia de un espacio colectivo aunque con características diferentes del espacio netamente público de la calle y la vereda. El camino semipermeable conduce hacia un entorno abierto, con árboles, arbustos, césped y vegetación baja, que se combinan con espacios de uso deportivo. El sendero sirve además para vincular los edificios aledaños y construir un paisaje peatonal que intensifica los usos preexistentes: la actividad física, el ejercicio y el juego. Se trata no sólo de recorrer o permanecer en un sitio, sino de generar experiencias sensoriales que enriquezcan el propio acto de caminar pues la apropiación del espacio público es una actividad exenta de reglas, el usuario es quien define de manera natural sus propias condiciones de ocupación. En la medida que se avanza, el camino se transforma en plaza o parque en donde se colocan bancas o piezas, suficientemente abstractas como para propiciar usos diversos (d). Una banca, no solo resuelve la función de sentarse, sino que también permite cierta ambigüedad en el uso -dialogar, estudiar, apoyarse, tomar el sol-. A la final, todos los espacios abiertos son también espacios de encuentro. Los caminos conforman una red peatonal dinámica que entiende al acto de caminar como una manera de socializar, comunicar y permanecer en el espacio público, en lugar de solo transitar entre edificios y espacios inconexos. En definitiva, las decisiones de diseño surgen desde la escala del ser humano, para resolver actividades de esparcimiento de índole universal; y, dado que la forma no es un problema solo de escala sino de relaciones y que el acto de caminar es una actividad de ritmo lento que tiende a concentrar la visión del observador en los detalles más pequeños, el diseño del proyecto cuida todos los encuentros entre materiales (e). Hablar sobre las áreas verdes es un modo de abarcar la totalidad de intervenciones, que no se restringen solo al empleo de especies vegetales endémicas, sino que buscan proveer experiencias visuales agradables y reactivar la fauna local. Los árboles y arbustos, aportan belleza y también dirigen recorridos, contribuyen con aromas vegetales que enriquecen el espacio. La restricción de la circulación de autos privados permitió que se recupere el silencio y por ende se dio una oportunidad al canto de las aves, a la conversación de los peatones y al silbido del viento.

El camino nos lleva al cruce ortogonal con el recorrido este-oeste y en seguida a un espacio abierto que sería el nuevo centro del campus: verde y comunitario (f). En este espacio, a más de la vegetación y el mobiliario, se añaden dos pabellones, piezas fundamentales del espacio exterior del campus, de los cuales hablaremos posteriormente. El paisaje urbano adquiere aquí singular importancia, pues es una zona desde la que se aprecia el perfil de los tejados del singular Barranco. A partir de aquí el sendero se bifurca y nos conduce a otras plazas, caminos y puertas, que conducen al río y a la ciudad.



Figura 1. Del Barrio al Río


Fuente: (a) Plano de la Universidad de Cuenca, con el recorrido Sur-Norte, del barrio a la ciudad (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015). (b) Vista aérea del ingreso Sur desde la calle Honorato Loyola (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel). (c) Entrada Norte desde la avenida 12 de Abril (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Manuel Pichasaca). (d) Graderío en zona deportiva (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Iván Sinchi). (e) Vista aérea parcial de uno de los senderos (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Manuel Pichasaca). (f) Vista aérea del nuevo centro del campus (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel).




Del teatro a la iglesia


El segundo paseo (a) inicia al exterior del campus y poco a poco desvela el Teatro Carlos Cueva Tamariz (b), escenario emblemático no solo de la Universidad, sino de la ciudad, construido con muros blancos de gran solidez y altura, consecuencia de albergar las necesidades funcionales y constructivas de una platea y una torre de tramoya. La plaza de entrada al teatro tiene una marquesina de hormigón y acero que da sombra y una nueva escala, es un espacio de transición entre la arquitectura y la ciudad (c). La marquesina, al igual que el mobiliario que le rodea prolonga las funciones del vestíbulo del edificio hacia el exterior. El vestíbulo exterior-interior se convierte en un borde poroso de dimensiones humanas que, a manera de imán, atrae la mirada del observador sobre él. La transparencia de los ventanales de la fachada, permite que desde la plaza se tenga plena conciencia de la distribución interior.

El recorrido continúa hacia la plaza central del campus rodeada por los edificios administrativos y la Biblioteca, en la mitad de esta se encuentra una cafetería que convierte al espacio en un lugar que engloba múltiples posibilidades de contactos interpersonales que potencian la vida social, el encuentro con amigos, un tiempo para una conversación o el descanso luego de una jornada de estudio o trabajo. Desde ahí las posibilidades de camino son múltiples, siendo la más importante la que conduce al encuentro con el recorrido sur-norte y al nuevo centro verde del campus.

Desde aquí el paseo continúa en sentido oeste en donde se encuentra la antigua escuela de la comunidad de Madres Dominicas (d), obra histórica de inicios siglo XX, que en el año 2012 fue adquirida por la Universidad de Cuenca. Es una casa patio de dos recintos no compartimentados. Al caminar en este sentido se observa la fachada de la Iglesia de San Roque, obra de estilo neobarroco de inicios del siglo XX, hito reconocible que marca y anima un recorrido largo que conduce al encuentro con un espacio abierto previo a la antigua escuela, al que se accede por medio de una rampa de hormigón y un plano vertical de piedra pizarra (e). Este espacio es el vestíbulo de ingreso a varios edificios colindantes, es poroso en la medida que logra que las actividades del interior vuelquen hacia el exterior.

Todos los espacios exteriores posibilitan actividades grupales al aire libre y permiten tomar el aire y el sol, descansar y recostarse, juntarse a comer un refrigerio, observar y compartir. Los muros de pizarra negra sirven también para sentarse, caminar sobre ellos y socializar. Otros elementos, como escaleras, muros que salvan taludes, porciones de césped o incluso el piso, sirven también como asientos secundarios. El espacio se convierte en un foro, un lugar en donde se realizan toda clase de actividades.

Continuando con el recorrido, se llega al patio central de la antigua escuela rodeado de portales: espacio colectivo por excelencia. El patio y los portales brindan una ocasión para reconocer las múltiples posibilidades de una tipología histórica que ha perdurado por sus magníficas posibilidades de reversibilidad y encuentro (f). Desde el patio, a través de un acceso peatonal, se puede salir a una de las calles y barrio más emblemáticos de la ciudad, la Av. Loja y al barrio de San Roque. Este acceso incrementó la conectividad y la permeabilidad entre el campus y la ciudad. Además, en este patio se encuentra un teatro al aire libre, un espacio natural para manifestaciones artísticas.



Figura 2. Del teatro a la Iglesia



Fuente: (a) Plano de la Universidad de Cuenca, con el recorrido Este-Oeste, del teatro a la iglesia (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015). (b) Vista del teatro Carlos Cueva desde el Río Tomebamba (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Sebastián Crespo). (c) Vista del acceso-plaza del Teatro Carlos Cueva (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Fernanda Aguirre. (d) Antigua Escuela Madres Dominicas (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel). (e) Vista aérea ingreso a varios edificios en el sector oeste (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo:Francisco Coronel). (f) Vista aérea antigua Escuela Madres Dominicas y Facultad de Economía, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel).




Acupuntura en el campus


Los proyectos de acupuntura urbana pueden permitir la cohesión y la integración. En este sentido, el mobiliario urbano que construye lugar cumple también esta función. El mobiliario en este proyecto tiene la función de convertir a las áreas verdes y espacios abiertos en sitios primordiales de recreación de estudiantes y de la comunidad. Gracias al mobiliario muchos espacios dejan de ser residuales y se transforman en lugares de interacción social: empiezan a albergar usos. Bajo esta premisa, surge la necesidad de diseñar mobiliarios genéricos, con funciones diversas, que posibiliten el estudio, la conversación y el esparcimiento, y que incentiven el contacto entre miembros de la universidad y la comunidad cuencana.

Una de los diseños más significativas son los pabellones que se insertan en los espacios de manera estratégica (a). Son módulos de 3x3x2.2m. que pueden agregarse entre sí, de construcción seca y ligera, fácilmente transportables y reproducibles, asentadas en cimientos prefabricados que los elevan levemente del suelo. Contienen bancas y mesas, así como una cubierta que las protege y permite actividades académicas, de encuentro y también de ocio (b). En ellas se ha garantizado un buen servicio de internet inalámbrico por lo que, no solo son usadas por la comunidad universitaria, sino también por la ciudadanía en general. Funcionan como piezas ordenadoras del espacio abierto y, a su vez, como pantallas permeable que canalizan recorridos y visuales.

Diseñar unidades reproducibles, sin embargo, no significa aplicar una fórmula cerrada en la que no se admiten nuevas soluciones, sino más bien significa que cada espacio, con sus propias exigencias, impone nuevos problemas y por ende sugiere diversas soluciones que obligan a examinar los diseños preexistentes, a reemplazarlos, si es del caso, o a transformarlos. El proyecto implementa, además, piezas de arte urbano (c), que simbolizan la vida de la antigua escuela de las Madres Dominicas. Las piezas, del artista cuencano Jorge España, representan a monjas y a estudiantes, son de metal fundido y se ubican en lugares estratégicos para ayudar a definir espacios; son hitos que atraen la mirada del usuario y provocan sinergias y momentos lúdicos.



Figura 3. Acupuntura en el campus


Fuentes: (a) Pabellón (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015, Fotógrafo: Francisco Coronel). (b) Vista parcial del Pabellón (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel). (c) Arte urbano (Unidad de Planificación Física de la Universidad de Cuenca, 2008-2015. Fotógrafo: Francisco Coronel).



Conclusiones


Desde la perspectiva del espacio colectivo o común, ninguna zona de la ciudad debería estar reservada para solo una parte de la población. Es interesante notar que los edificios públicos son en varias ocasiones los menos abiertos, mientras que los proyectos privados algunas veces crean espacio público. Redireccionar esta tendencia fue justamente el acierto de este proyecto que deja como lección la necesidad de una planificación negociada que permita la construcción del bien común. La Universidad de Cuenca, con la experiencia que este proyecto le ha brindado, debería explorar nuevas propuestas innovadoras como lo han hecho varias ciudades del mundo en donde los municipios han motivado a los desarrolladores para que se asocien con arquitectos, artistas y usuarios y definan programas que encajen en los usos urbanos actuales, reutilizando materiales y encontrando arreglos legales y financieros novedosos (UN-Hábitat, 2018).

Un siguiente paso para el diseño de este y otros campus sería explorar en métodos colaborativos. La universidad pública es un bien común y ningún común debería dar beneficio solo a un grupo a expensas de las mayorías; además las autoridades locales y universitarias tampoco pueden planear enteramente los usos del espacio, estos deben ser co-diseñados con los ciudadanos.

Una reformulación del discurso de la planificación y el diseño es urgente, pues la forma de las ciudades, edificios y espacios residuales debe contribuir a la cohesión social y equidad ambiental, y muchas veces las políticas públicas y los diseños particulares no se comprometen con este objetivo. Parecería que los planificadores y diseñadores aún tienen que dar pasos importantes para adaptarse al tiempo y las dinámicas de la ciudad incierta, compleja y potente en la que vivimos.

La acupuntura urbana, en espacios consolidados como campus, hospitales o barrios, con diseños de alta calidad, podría crear una configuración espacial que literalmente transforme el sentido de bienestar de la comunidad entera y fortalezca la identidad de las ciudades y sus ciudadanos. Esto probaría que la atención cuidadosa a la calidad del diseño cambia dramáticamente la experiencia y expectativas de sus usuarios. Sin embargo, el éxito final de las experiencias de acupuntura urbana solamente se confirmarán al comprobar su adecuada adaptación al tiempo, al lugar y, sobretodo, a la gente.




Referencias


Blohmke, J., (2014), Technology complexity, technology transfer mechanisms and sustainable development. Energy for Sustainable Development [online]. Vol. 23, p. 237–246. DOI 10.1016/j.esd.2014.09.003. http://dx.doi.org/10.1016/j. esd.2014.09.003.

De Solà-Morales, M., (2014), Espacios públicos / Espacios colectivos. In : RAMOS, Ángel Martín (ed.), La Calle Moderna, en 30 autores contemporáneos y un pionero. Oficina de Publicacions Acadèmiques Digitals de la UPC, p. 209–214.

Gehl, J., (2014), Ciudades para la gente. Buenos Aires: Infinito. p. 120.

Hall, S., (2017), Mooring “super-diversity” to a brutal migration milieu. Ethnic and Racial Studies. Vol. 40, no. 9, p. 1562–1573. DOI 10.1080/01419870.2017.1300296.

Jacobs, A., (1996), Great Streets. Massachusetts Institute of Technology, 1996. ISBN 0-262-10048-7.

Keck, M., & Sakdapolrak, P., (2013), What is social resilience? lessons learned and ways forward. Erdkunde. Vol. 67, no. 1, p. 5–19. DOI 10.3112/erdkunde.2013.01.02.

López De Lucio, R., (1993), Ciudad y urbanismo a finales del siglo XX. Valencia : Universitat de València, Servei Publicacions.

Mogrovejo, F., (2018), Arquitectura Moderna en Cuenca-Ecuador. Campus Universidad de Cuenca (1953-1970). (Director: Boris Albornoz), p. 26. (Repositorio Digital de la Universidad de Cuenca, Maestría de Proyectos Arquitectónicos, Facultad de Arquitectura y Urbanismo).

Saaty, T., & Sagir, M., (2015), Choosing the best city of the future. Journal of Urban Management [online]. Vol. 4, no. 1, p. 3–23. DOI 10.1016/j.jum.2015.06.003. http://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S2226585615000059.

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Figuras


Figura 1. Coronel, F. (b), Pichasaca, M. (c), Sinchi, I. (d), Pichasaca, M. (e), Coronel, F. (f). (s.f). Del Barrio al Río.

Figura 2. Crespo, S. (b), Aguirre, F. (c), Coronel, F. (d, e, f). (s.f). Del teatro a la Iglesia.

Figura 3. Coronel, F. (a, b, c). (s.f). Acupuntura en el campus.